El cineasta Sean Baker se ha especializado en profundizar en personajes que están en los bordes de la sociedad estadounidense. En su filmografía ha introducido a un inmigrante chino indocumentado que debe saldar una deuda, una trabajadora sexual trans que descubre que su novio la ha estado engañando, una niña de seis años que vive con su madre desempleada en un motel en las cercanías a Walt Disney World, y una estrella porno que se retira y regresa a su pequeño pueblo natal en Texas, entre otros.

La última adición de ese universo es Ani (Mikey Madison), una joven que reside junto a su hermana en Brighton Beach, un barrio de Brooklyn habitado por la comunidad rusa, y que trabaja como stripper en un club de Manhattan. Es la única chica del lugar que habla ruso, por lo que su jefe le ordena que acompañe a Vanya (Mark Eydelshteyn), un muchacho algunos años menor (y bastante más inexperto) que ella.

Tras ese primer acercamiento, se reúnen para otros encuentros sexuales y las cosas avanzan a toda velocidad. Pronto se entera de que es hijo de un millonario, él le propone que se transforme en su novia a cambio de pagarle una suma de dinero y ella pasa gran parte del tiempo en la mansión en la que vive temporalmente solo. Apenas unos días después, Vanya le propone matrimonio y se casan en Las Vegas en medio de un viaje con amigos de él.

Sean Baker hace películas desgarradoramente reales y no cuentos de hadas, por lo que todo se desmorona antes de que el espectador pueda resolver cuánto hay de amor y cuánto hay de interés entre las dos partes de la relación. Cuando los papás de Vanya se enteran de la noticia, se escandalizan y le exigen a su hombre de mayor confianza que anule el vínculo a la brevedad. Ante la amenaza de perderlo todo, la protagonista de Anora se aferra con todas sus fuerzas a lo que cree le pertenece.

El director y guionista no sólo rompe el hechizo, sino que opta por seguir una ruta que ningún filme convencional de Hollywood tomaría. Juega con los géneros cinematográficos (se produce un cambio de registro evidente, de una comedia sexy a una especie de thriller con dosis de humor negro y notas dolorosas), pero probablemente lo que más le interesa es trabajar las zonas grises de sus protagonistas.

Como se niega a ver a los seres humanos como buenos y malos, como virtuosos y canallas, Ani puede ser percibida como un personaje adorable, pero también como alguien que mide cada uno de sus movimientos con cálculo, en especial cuando se le presenta la oportunidad de su vida. Igor (Yura Borisov), uno de los matones enviados a terminar con su sueño, comienza como un tipo estoico y conforme la cinta avanza se convierte en un personaje entrañable. Nada es tan tajante y todo se siente vivo y en evolución.

“Ella es una chica en apariencia común, pero llena de capas, de máscaras que se ha inventado y que se van cayendo. Es ingenua y cercana, pero no por ello menos violenta y peligrosa”, apunta Elisa Eliash, quien la vio antes de su estreno local, programado para este jueves 31.

“Para mí es una película sobre hermosas contradicciones. Es interesante cómo se puede contar con tanto cariño una historia tan decadente, sin nunca juzgar a nadie. En tiempos en que todo es blanco o negro, Anora se pasea en los grises de la complejidad de personajes enrevesados por sus deseos y carencias en un mundo donde más que amor hay transacción. Es un placer recorrer esos personajes preciosos, estúpidos y complejos”, señala la cineasta y académica de Comunicaciones UC.

El largometraje ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes y se perfila como una de las cartas fuertes en la carrera que se avecina por los Oscar. El mundo de marginados de Sean Baker ha llegado a los Premios de la Academia, pero apenas en una ocasión (Willem Dafoe estuvo nominado por Proyecto Florida en 2018). Esta vez irrumpe impulsado por una actuación estelar de Mikey Madison (una de las integrantes de la familia Manson en Había una vez en... Hollywood) y por la fascinante manera en que subvierte el cuento de Cenicienta. Es un viaje que quita el aliento, saca risas y aprieta la garganta. Difícil resistirse.

Un estreno anticipado

Mientras que títulos como Emlia Pérez y Conclave llegarán a la cartelera local durante las primeras semanas de 2025, Anora aterriza en el país casi en simultáneo con su debut en Estados Unidos. Una apuesta poco habitual para un filme que ya pisa fuerte en la temporada de premios.

Foto: Augusta Quirk

Nicky Vukovic, Marketing Manager de Universal Pictures Chile, la llama una “decisión estratégica” que “responde a una necesidad de la misma audiencia”. “Durante este año hemos estado probando acercar las fechas de estreno nacionales con las de Estados Unidos para algunas películas de corte más autoral que normalmente tenían un desfase importante en la cartelera. Ese fue el caso de MaXXXine en julio, con la cual logramos duplicar los resultados de Pearl (2022) estrenándola tan sólo una semana después de Norteamérica, y es la oportunidad que vemos estrenando Anora ahora en octubre”.

“Creemos que el consumidor de cine en Chile es uno altamente informado y digitalizado, y que valora poder ser parte de la conversación global que se genera al lanzar estos contenidos en forma casi simultánea”, concluye.

Sigue leyendo en Culto