El espacio físico es una piscina sin agua que tiene un letrero con una advertencia (“no zambullirse”). El protagonista es un hombre descalzo y machucado que sube a la superficie y se desplaza con dificultad hasta llegar al trampolín. Desde esa altura, donde se observa que el fondo tiene sangre, se lanza y su cráneo y su cuerpo se estrellan con violencia.
En el mismo capítulo, pero más adelante, la pesadilla se reitera. Esta vez se aprecia que quien está al centro de ese mal sueño es Eli Adler (Billy Crystal), el personaje principal de la historia. Repite la misma acción, pero, en vez de lanzarse de inmediato desde el trampolín, se detiene a observar la piscina durante algunos segundos, hasta que es empujado por una figura femenina. El impacto causa un charco de sangre alrededor de su cabeza y la lesión de todas sus extremidades.
Tras escuchar ese relato, la terapeuta de Eli se detiene en dos cosas: durante la pesadilla nunca muere y siempre queda inmovilizado producto de la caída. Ella está fascinada porque, por primera vez después de muchas sesiones, le ha contado algo que podría resultar valioso en el proceso de apoyarlo en su duelo. Pero Eli se indigna en el momento en que la profesional le dice que es “un hombre roto y destrozado” que teme enfrentar sus sentimientos tras el suicidio de su esposa, Lynn (Judith Light).
Aunque no es su territorio habitual, Crystal (Nueva York, 1948) cuenta que gozó al protagonizar Before, un thriller psicológico de Apple TV+ en que encarna a un psiquiatra infantil que acaba de enviudar y se enfrenta al paciente más complejo de su larga y exitosa carrera: un niño de ocho años que parece tener una conexión con su pasado (Noah, interpretado por Jacobi Jupe). El actor y comediante ilustra su entusiasmo contando una anécdota del rodaje.
“A veces me reía y pensaba: me encanta lo que voy a hacer. Me encanta que voy a entrar a esta habitación y en unos diez minutos voy a estar cubierto de sangre. Me encantó cada segundo de esta experiencia”, señala a Culto a través de Zoom.
¿Billy Crystal enfrentado a un gran misterio? ¿Perturbado por pesadillas espeluznantes? ¿Crystal frente a un inquietante niño que no habla y cuando lo hace es en neerlandés antiguo? Todo esos ingredientes están en los primeros dos episodios de la serie (uno nuevo cada viernes en la plataforma).
Pero la estrella de Cuando Harry conoció a Sally (1989) no tarda en volver al origen del dolor de su personaje: la pérdida de su esposa, una autora de libros infantiles con la que estuvo casado durante décadas y que ahora se le aparece esporádicamente en situaciones domésticas.
“Ella siempre está ahí, pero no está. Quiero decir, es complicado. Siempre hay amor y con este amor a veces hay frustración y, en este caso, hay culpa y remordimiento”, explica.
Reconoce que es difícil describirlo, pero continúa: “Cuando estás en relaciones largas como esa, muchos años desaparecen instantáneamente en un segundo. Y eso es contra lo que lucha Eli. ¿Adónde fue ella? ¿Cómo me pasó esto a mí? ¿Cómo puedo seguir adelante? Él, que es alguien que ayuda a niños a encontrarse a sí mismos, de alguna manera se encuentra a sí mismo como un niño perdido. Un niño al que puede ayudar”.
El intérprete es productor de la serie y pieza clave detrás de su existencia. Junto al guionista Eric Roth (Forrest Gump) trabajaron en una ficción que inicialmente giraría en torno a un hombre de 100 años que le narra la historia de su vida a un asistente. En un instante en que estaban estancados en el proceso creativo, Crystal leyó un libro sobre reencarnación escrito por un psiquiatra y entonces surgió la idea de crear a un niño de ocho años que tiene recuerdos de vidas pasadas. Luego contactaron a la guionista Sarah Thorp para que desarrollara el concepto y asumiera como showrunner, y todas las partes fueron acomodándose para que finalmente viera la luz.
Aunque no estaban tratando de hacer una comedia, es imposible no recordar a Crystal en Analízame (1999), la película en que interpretó a un psiquiatra que empieza a atender al mafioso Paul Vitti (Robert De Niro). “Si pude curar a Robert De Niro (en el papel de un gánster), entonces un niño salvaje de ocho años no sería la gran cosa”, plantea con una sonrisa, para luego asegurar que “actuar con Robert fue increíble”.
“Actuar con él me hizo mucho mejor (como actor), por la forma en que le gustaba trabajar en nuestras escenas de terapia. A él le gustaba repetir sus líneas una y otra vez, con diferentes inflexiones y diferentes formas. Al interpretar a alguien que se gana la vida escuchando a otros, yo lo escuchaba de diferentes maneras, porque él me lanzaba cosas diferentes. Escuchas de manera diferente, tus ojos reaccionan de manera diferente, cada sentido o parte de ti cambia según el giro que él le diera a la pelota”, detalla.
“Sentí que hice una maestría con el señor De Niro, lo que creo me preparó para trabajar con un joven actor increíblemente instintivo llamado Jacobi Jupe. Fue realmente fascinante interpretar esas escenas con él, donde está mudo en muchas de ellas y es violento en otras. Pero en muchos sentidos él hizo cosas diferentes, de una manera distinta a cómo lo hizo el señor De Niro. Eso me pareció emocionante. Me encantaron nuestras escenas juntos”.
-Ha interpretado otros papeles dramáticos en su carrera, pero ¿en algún momento, durante la creación de esta serie, pensó en que quizás debería haber hecho más roles de este tipo durante su carrera o que debiera hacer más a futuro?
Para ser honesto, todos son papeles dramáticos, ya sea que estés actuando en una comedia o en un drama pesado como este. Me encanta el mundo que me proporcionó (esta serie). Como parte del equipo de producción que la desarrolló, ayudé a proporcionar las pinturas para que Sarah Thorp creara este lienzo para todos nosotros. Disfruté cada día poder interpretar este tipo de momentos. En este punto de mi carrera, de mi vida, que me dieran este escenario para actuar me encantó y espero hacer más. Iré donde me lleve el trabajo.
De método
El año 2001 fue catastrófico en la vida de Billy Crystal. En cosa de meses falleció su madre y perdió a su tío (el productor musical Milt Gabler), a su madrina y a un gran amigo, el periodista deportivo Dick Schaap. En respuesta a esa seguidilla de tragedias –y al golpe de haber sufrido la muerte de su papá a los 15 años–, escribió 700 Sundays, un espectáculo unipersonal que en 2004 se transformó en su debut en Broadway (y le concedió un Tony).
Desde entonces, a través de diferentes proyectos, ha confirmado su disposición a hablar de temas difíciles con franqueza. En Still foolin’ ‘em, sus memorias publicadas en 2013, abordó la vejez y los altibajos de su vida y carrera, siempre con la dosis de humor que lo ha caracterizado. Considerando esos antecedentes, Before se puede leer como otro ajuste de cuentas con esos temas que lo acechan a los 76 años.
Esta vez sabía que el material era denso, pero su incursión como Eli Adler fue incluso más sombría de lo que imaginó en un inicio. Según su análisis, la ausencia de su mujer durante las grabaciones y su participación como productor fueron factores en que no pudiera distanciarse de su personaje ni siquiera en sus días libres. Si bien nunca ha practicado la actuación de método, en esta ocasión las circunstancias lo impulsaron a enfrentarse de manera diferente a su labor y a vivir el rol de una manera más visceral.
“No podría decir que soy un actor de método, pero en esta (serie) lo hice, porque estaba interpretando a alguien que estaba solo y, por primera vez en mucho tiempo, mi esposa no estuvo conmigo. El tiempo no nos permitió estar mucho juntos. Entonces, yo estaba solo y vivía en una casa como la de Eli. Cuando iba al set, estaba allí durante diez o 12 horas. Luego me iba a casa en auto y me aprendía los diálogos para el día siguiente. Así que siempre estaba en su piel. Incluso los fines de semana, cuando no filmábamos, al ser uno de los productores me dedicaba a mirar el material. Así que no podía quitarme la piel. Descubrí que eso hizo que el trabajo fuera quizás más auténtico que otras cosas que he hecho. La mayor parte del tiempo me sentía como si fuera él. A veces no fue agradable, pero eso ocurre cuando algo es bueno”.
En el rodaje contó con una gran aliada: Judith Light, una amiga de años con la que nunca había colaborado y que aquí interpreta a la difunta esposa del protagonista. “Cuando la gente vea la serie, verán algo que quizá tenga alguna similitud con otros roles que él ha hecho, pero, si lo observo desde afuera, para mí es poderosamente diferente”, indica la actriz, quien destaca que su colega completó las escenas de acción sin ayuda de un doble.
-¿Por qué cree que hasta ahora nunca había trabajado con Judith Light?
Nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero nunca había aparecido el proyecto correcto. Pudimos hacer este y estamos muy emocionados. Creo que no estaba en la mente de ninguno de los dos que el proyecto que haríamos terminaría teniendo las características de un viaje en una montaña rusa emocional que este tiene. Estoy muy emocionado de que pudimos hacerlo juntos, porque aprendí mucho de ella. Pudimos estar juntos y fue casi como si no actuáramos.
¿Y cómo fue la experiencia de trabajar como productor? “Si me han visto a lo largo de esta larga carrera, esa es una imagen que tienes de la persona. Pero luego cuando llegas al set, y eres uno de los líderes de la producción –como uno de sus productores y creadores–, es especial cómo tratas a las otras personas y cómo interactúas no sólo con los actores, sino que con el operador de cámara, con las personas de maquillaje y peluquería, la gente del servicio de comida, los chicos de iluminación. Tienes que liderar. Me acerco, me presento, saludo y trato de recordar los nombres. Judith también lo hacía. Que los miembros más veteranos de este elenco hagan eso significa algo. Entendí eso la primera vez que comencé a trabajar con la gente adecuada”.
Eso lo lleva a reflexionar sobre la mayor satisfacción que encuentra al dedicarse a este oficio. “Cuando te vas (del set) y alguien se te acerca y te dice: eso fue realmente bueno. Eso significa mucho para mí. Eso es todo lo que necesito”, cierra.