Si hubo una actriz admirada en los 80 y 90, esa fue Winona Ryder. En esos años movidos, se metió de lleno en la memoria pop gracias a películas como Beetlejuice (1988), El joven manos de tijeras (1990), La edad de la inocencia (1993) o Mujercitas (1994), por estos dos últimos filmes obtuvo dos nominaciones a los Oscar como Mejor actriz de reparto, y Mejor actriz, respectivamente. Aunque en el caso de La edad de la inocencia sí obtuvo el Globo de oro.

Por esos años, entre 1989 hasta 1993, fue la pareja de Johnny Depp, con quien conformó una de las parejas estelares del espectáculo mundial, y el comidillo de las revistas del corazón. Era tal el amor que le profesaba Depp que se tatuó su nombre en el brazo: “Winona forever”. Algo así como una declaración.

Aunque una de las reglas del espectáculo es que todo lo que sube, tiene que bajar. En la segunda mitad de los 90, Ryder comenzó a tomar películas que fueron rotundos fracasos. Looking for Richard y The Crucible, ambas de 1996, significaron duros tropezones en su carrera. Pero lo peor estaba por venir.

La edad de la inocencia, Martin Scorsese

El 12 de diciembre de 2001, Ryder entró a la lujosa tienda Saks Fifth Avenue, de Beverly Hills. No debe haber llamado la atención del personal, acostumbrado a tener clientes famosillos y millonarios. Sin embargo, lo que siguió, no lo olvidaron más. Ryder comenzó a esconder cosas entre sus bolsas. Entre otras, un pullover de cashmere de la firma Marc Jacobs, que costaba 760 dólares. Acomodaba y acomodaba cosas mientras las cámaras de seguridad la filmaban, y ella no se daba por enterada. Unos empleados aseguraron haberla visto arrancar alarmas, cortar etiquetas con una tijera y meter las prendas en una cartera. Cuando quiso saltarse la caja y salir sin cancelar sus compras, los efectivos de seguridad de la tienda no dudaron en ir tras ella.

En una entrevista concedida a Esquire, Ryder aseguró que por esos días estaba “confudida”. “Es muy gracioso, porque hay mucha tradición en torno a esa historia, pero realmente no podría haber sido más de mí pensando que iba a mi auto a buscar algo…”. Cuando la interceptaron, pensó que todo podría solucionarse de manera simple. “Seguía pensando, ‘Oh, está bien, esto es solo papeleo’, y yo pensaba, ‘OK’. Estaba muy confundida”.

Imágenes de la cámara de seguridad del día en que Winona Ryder robó en la tienda Saks Fifth Avenue, de Beverly Hills.

Pero todo cambió cuando le dijeron que estaba en problemas y no sería tan simple resolver el entuerto. “Solo recuerdo que me dijeron que iba a ir a prisión. Yo estaba como, ‘¿Eh? ¿De qué estás hablando?’”, añadió. Era la gota que rebalsó el vaso. A Esquire asegura que por esos días, su mundo íntimo estaba muy complicado. Se había roto un brazo y le habían recetado múltiples analgésicos, lo cual explicaba su desorientación. Además, tenía problemas de salud mental y recientemente se había roto una amistad muy cercana. Ryder estaba en lo profundo del pozo.

A Ryder se le siguió un proceso judicial, y un año después del incidente, en diciembre de 2002, fue condenada por robo y hurto mayor. La sentencia incluyó tres años de libertad condicional, multas y la orden de completar servicio comunitario. Este evento marcó un punto de inflexión en su vida profesional, llevándola a alejarse de la actuación y mudarse de Los Ángeles a San Francisco.

“Es tan jodidamente surrealista”, dijo a Esquire. Y desde entonces, su nombre quedó alejado de la industria. La sombra de ser una ladrona la seguía donde fuera. ¿Cómo lidió con eso? “Me desvinculé. Creo que simplemente me desvinculé”. Y en esos años fuera de la industria comenzó a ver cómo todo cambiaba y se transformaba en algo distinto a lo que ella conoció.

Winona Ryder en Stranger Things (Netflix)

“Hubo un período en el que no estaba en temporada. Fueron como 10, 12, 15 años, y coincidió con todo lo que pasó [en su vida], pero también, si miras el período de 2000 a 2010: ¡guau! Fue la época más degradante para ser mujer. Incluso la gente popular participaba en lo que parecía que debería estar fuera de los límites”, añade. “Las actrices eran castigadas por no entender el chiste o por no seguir el juego. Todas intentaban ser la chica cool, sexualizada, pero también uno de los chicos… Pensé que era degradante. Recuerdo que me sentí como, ‘Hombre, si este es el futuro, estamos jodidos’”.

Pero su ostracismo terminó en 2016, cuando reapareció en la serie Stranger Things, la serie que le rinde tributo al terror ochentero, y lo retro siempre vende. Y con una industria muy diferente, tras el #MeToo y las acusaciones de abuso sexual a Harvey Weinstein. “Pasé de ser la persona más joven en el set a ser la mayor”, dice, “y no ignoro en absoluto el motivo por el que recurrieron a mí. Sé que hay un elemento de nostalgia [en su elección]. Soy consciente”.

Sigue leyendo en Culto