“Con la Bacha de hecho éramos compañeras de universidad”, asegura la actriz Paloma Moreno. Se refiere a su amiga y colega María Gracia Omegna, a quien tiene a su lado. “Hay una conexión muy larga”. Están sentadas en las butacas terciopelo rojo del Teatro Ictus, donde en tan solo unas horas protagonizarán el estreno de su obra El tiempo que no estuve, escrita por Emilia Noguera y dirigida por Daniela Castillo Toro.

“Para nosotras, creo que hablo por las dos, había sido un proyecto inicialmente muy interesante porque ya habíamos trabajado una o más veces con Cultura Capital y porque la Daniela Castillo es una directora amiga, que admiramos por su trabajo”, expresa Omegna. “Con la Paloma veníamos trabajando en una teleserie juntas también”.

En un principio, El tiempo que no estuve tenía los días contados. Destinada a morir después de una única función en el Ciclo EME del Teatro Nescafé de las Artes, la obra no pretendía llegar más allá de aquellas cuatro paredes. Así lo aseguran ambas actrices para Culto.

El tiempo que no tuve, Nescafé de las Artes. Foto: Sebastían Domínguez

Las cosas cambiaron una vez que Moreno y Omegna se presentaron frente a las más de 600 personas que llegaron al teatro ese 7 de marzo de 2024. “Nosotras ensayábamos en el living de la casa de la Paloma, y de pronto entramos a un teatro para más de 900 personas”, expresó Omegna. “Nos encontramos con un feedback completamente inesperado (...) vimos respuesta en todo tipo de personas, gente de muchas edades”. De pronto, y como suele pasar con el arte, el proyecto comenzó a agarrar su propia vida. ”Empezó como a ejercer una especie de fueguecillo dentro de todos, como diciendo, ‘oye, parece que esto podría no terminar aquí'”.

Situada en plenos años noventa, la premisa de la obra es simple: dos mujeres se encuentran después de 10 años separadas y se ven obligadas a dialogar frente a un acontecimiento que las dejó quebradas, donde el abuso, la maternidad y la violencia de género ejercen roles protagónicos.

“Es como entrar con una lupa en la intimidad de dos mujeres”, asegura Omegna. “Es muy simple, dura una hora, no hay ningún texto basado en Freud, ni en Lacan, ni nada. Todo el mundo la va a poder entender. Cada quien percibe lo que quiere, pero no te vas a perder de lo que se trata”.

Tiempo después de aquella única función en el Nescafé de las Artes, el Teatro Ictus las llamó para protagonizar una serie de fechas que se llevarán a cabo entre el 7 y el 30 de noviembre (jueves a sábado a las 20 horas, entradas en Ticketplus), mes en el que se conmemora el día contra la violencia de género.

“Decidimos no morir aquello que de pronto agarró vida. Le vamos a dar esa posibilidad este mes, que coincide justamente con algo que está vinculado a la temática de la obra”, asegura Moreno.

—Ustedes presentaron la obra por primera y única vez en marzo, muchos meses atrás ¿Dirían que de alguna forma ha evolucionado desde entonces?

María Gracia Omegna: Si, ha evolucionado. Nosotras preparamos todo para una sola función, en un corto tiempo, entonces se modificó a otro lenguaje. Este ejercicio de volver a reestrenarla nos ha ayudado un poco a poder profundizar de mejor manera, o más acuciosamente. También ha sido un viaje para nosotras personalmente, de poder desglosar y escudriñar mejor en el texto que nos invitaron a interpretar.

—¿Cómo manejaron el peso emocional de protagonizar una obra que trata con temáticas tan fuertes?

MGO: A mí me cuesta mucho entrar en esas intimidades, en esa vulnerabilidad. Por lo general enfrento un personaje mucho más desde la defensa o la dignidad. Fragilizarlo es lo que más me ha costado y eso ha sido un buen viaje... como buscar ese cuerpo, llenar esa fragilidad llena de contradicciones. Por eso es interesante el ejercicio. Lo que ha querido hacer la Dani y el texto también es no entrar en esa radicalización, sino que entender que el humano percibe, convive con todas esas emociones al mismo tiempo. Con la contradicción, con la equivocación, con la certeza, con la lucidez, con todo, con la herida, con todo.

—En una obra tan íntima como esta, ¿cómo fue trabajar bajo la dirección de Daniela Castillo?

Paloma Moreno: A mí me pasa que yo la admiro mucho artísticamente, y confío mucho en su punto de vista. Esta es una obra que hace un ejercicio de discusión entre dos personas quebradas, donde ambas tienen puntos de vista completamente distintos, pero con una lógica completamente válida también. Lo más interesante para mí en este proyecto es que ha abierto entre nosotras discusiones muy profundas respecto a perspectivas y a visiones de cosas, especialmente en el momento que estamos viviendo ahora que es tan álgido en relación a temáticas de abuso, de acoso, de poder.

—Como mencionas, estamos viviendo un momento en el que han surgido muchos casos mediáticos relacionados al abuso y la violencia contra la mujer, ¿Creen que esto ha influenciado la manera en la que ven la obra?,

PM: Sí, yo creo que finalmente, eso es a lo que te invita a la obra y que nos parece interesante, que es enfrentarse a este espacio de discusión. ¿Qué es lo que te hace actuar humanamente? Como este discurso, que a veces queda muy develado con estas cosas que están ocurriendo ahora, por ejemplo. Como decir, ‘chuta, ¿qué pasó? ¿Por qué estamos diciendo todos que somos feministas y están ocurriendo estas cosas?‘

—¿Cómo se sienten de cara a volver a interpretar esta obra frente a un público nuevamente este jueves 7 de noviembre?

PM: Muy nerviosas.

MGO: A mí me da mucha curiosidad, porque ahora por fin está en un formato íntimo, que es como nosotras más orgánicamente lo concebimos, me da mucha curiosidad cómo va a ser percibida la obra, la verdad.

PM: A mí también. El Ictus es tan emblemático, estar acá ya genera y produce una responsabilidad con esta mística. Estamos muy agradecidas de eso, curiosas y con ganas de que venga la gente.

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