Un grupo de 17 republicanos antifascistas se refugió durante varios meses en la Embajada de Chile, a poco tiempo de iniciar la dictadura de Francisco Franco, en 1939, tras la guerra civil española. En el edificio, situado en el número 26 del madrileño Paseo del Prado, se resguardaron escritores, artistas, estudiantes, periodistas y médicos.
La noche del 26 al 27 de noviembre, ocho de ellos emprendieron un proyecto tan revolucionario como sanador: escribir un diario y una revista. Según el texto La memoria en Luna, la primera revista cultural del exilio de Ana González Neira, el periódico se llamó El Cometa y la revista LUNA.
Antonio Aparicio, Edmundo Barbero, José Campos, Pablo de la Fuente, Antonio de Lezama, Santiago Ontañón, Aurelio Romeo del Valle y Julio Romeo del Valle canalizaron la angustia y la rabia del encierro clandestino a través de la escritura. Se hacían llamar el club de los ‘Noctámbulos’.
Ontañón recuerda así el nacimiento de ambos proyectos: “Un día decidimos hacer un periódico para no embrutecernos. Por aquellos días había atravesado el cielo de Madrid un aerolito al que comenzaron a llamar cometa y bautizamos nuestro diario El ‘Cometa’(…) Era de un fuerte contenido político antifascista y junto con ‘Luna’, revista que luego comenzaríamos a hacer también, semanalmente, fueron las dos primeras publicaciones antifranquistas que vieron la luz en Madrid recién terminada la guerra”.
Ana González plantea que “en todas las colaboraciones se aprecia un resquemor hacia la Guerra Civil y hacia el gobierno de Burgos. Los artículos rezuman tristeza, angustia, soledad y miedo”.
Por ejemplo, Pablo de la Fuente fue quien más escribió sobre sus experiencias bélicas y participación en levantamientos. En tanto, el número 18 de la publicación estuvo dedicado en exclusiva al aniversario de la toma de Madrid. Los lectores eran los funcionarios del lugar y también los otros refugiados.
La revista y el diario fueron creados en absoluta clandestinidad, pues en 1939 aún no se había firmado el Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas, que establece la inviolabilidad de las embajadas.
“Luna no es un medio de trabajo o un medio de comunicación, sino que es un medio de supervivencia”, dice Esteve Ramírez, según recoge González. Esta además incluía ilustraciones del pintor y dramaturgo Santiago Ontañón, las que, al igual que el texto, sobrevivieron al paso del tiempo. Sin embargo, el diario El Cometa fue destruido por sus propios autores para minimizar riesgos.
El rescate de Luna
Cuando los refugiados republicanos abandonaron la embajada, el diplomático chileno Germán Vergara Donoso guardó los 30 números, escritos a máquina y en papel barba.
La revista permaneció inédita hasta 2000, cuando el entonces director del Centro Cultural de España en Santiago, Jesucristo Riquelme, dio con ellos en el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile, institución que custodia los originales, que permanecen preservados hasta hoy en la bóveda de tesoros patrimoniales bajo condiciones estrictas de conservación.
El Archivo Andrés Bello de la Universidad de Chile, la Biblioteca Nacional y el Centro Cultural de España en Santiago (CCESantiago) finalizaron el proceso de digitalización de los 30 ejemplares y estos pueden ser consultados en digital por el público en las páginas web de cada institución.
“Esta revista fue una especie de mecanismo de salvación y evasión de una realidad que era muy dolorosa. Fue una forma de ver la luz en un momento oscuro. El objetivo ahora es democratizar este valioso patrimonio y lograr esa masividad que no tuvo originalmente. Su difusión permitirá conocer, apreciar y quizás más profundamente comprender el rol que tiene la cultura para salvar personas en un contexto represivo”, asegura Arianda Biotti, coordinadora del Área de Investigación Patrimonial del Archivo Central Andrés Bello, a través de un comunicado.
La directora de la Biblioteca Nacional de Chile, Soledad Abarca, agrega: “Nos complace haber podido contribuir a que el contenido de la revista LUNA se pueda difundir en diferentes formatos. Afortunadamente, la Biblioteca Nacional cuenta con equipos técnicos y humanos que nos han permitido abordar este tipo de iniciativas tan relevantes”.
“Lo que pasó en la Embajada de Chile en Madrid es un hecho singular e inédito en la diplomacia mundial. En estos tiempos tan violentos es importante recalcar acciones como esta, donde la defensa de los derechos humanos está por encima de todo”, recuerda Paula Palicio, directora del CCESantiago.
El año pasado, la revista fue protagonista de una exposición de carácter escenográfico-experimental llamada LUNA. Refugios de nocturnidad forzada, en el Centro Cultural de España, en el marco de las actividades relacionadas con la memoria con motivo de los 50 años del golpe militar en Chile.
Los volúmenes digitalizados de la revista ya están disponibles en los portales web de la Biblioteca Digital de la Universidad de Chile, la Biblioteca Nacional de Chile y el Centro Cultural de España en Santiago.