Desde Claudio en El Reemplazante hasta Pedro Ramírez en Hijos del Desierto, se podría decir que Gastón Salgado es un actor conocido por interpretar papeles rudos, imponentes, e incluso violentos. Sin embargo, su última película, Los Afectos, no puede estar más lejos de aquella realidad.
Codirigida por Aníbal Jofré y Diego Ayala, la cinta explora la historia de Benjamín (Gastón Salgado) el inspector de un liceo que, en un contexto de manifestaciones estudiantiles, ve cómo su hija Karina sufre un brutal ataque por parte de la fuerza policial a las afueras del establecimiento. Un drama que, con la actuación y musicalización del reconocido artista Gianluca, explora lo que significa no conocer a quienes más amamos.
“Creo que me sentía mucho más cercano a este personaje que a los otros que he hecho, independiente que no sea mi manera de pensar, ni sea papá, creo que es mucho más aterrizado que los otros, que son ladrones o que son narcotraficantes”, expresa Salgado para Culto. “Yo siento que yo soy una persona mucho más sensible que lo que interpreto. Jamás en mi vida he peleado con nadie, jamás le he pegado un combo en mi vida a nadie, imagínate”.
Como bien recuerda el actor, el papel le llegó directamente desde los directores. “Ellos querían que yo hiciera el proyecto, prácticamente escribieron el personaje para mí”, asegura. “Querían verme en otro rol”.
En la película, el personaje de Benjamín pasa por una importante transformación en sus convicciones, algo que lo cautivó desde un comienzo. “Parte como un tipo muy, incluso medio fascista, diría yo. Y ese personaje se va transformando a medida que le van pasando estas cosas. En el fondo se va dando cuenta de que en realidad la lucha de estos cabros, que de alguna manera al principio criminalizaba, tiene sentido. Él perdió algo y empatiza también con lo que estos estudiantes reclaman. Entonces creo que ahí es donde la película conecta mucho”, asegura.
-¿Te sigue pasando que te buscan para interpretar personajes más rudos?
Sí, me pasa todavía. Pero todo lo que nos pasa, es como que hay un personaje que es como icónico. Pero en el caso del personaje de Claudio, del Reemplazante, hasta el día de hoy me entrega un reconocimiento de la gente, o como que la gente me ve en esos roles. Igual, yo tengo casi un perfil. Tengo una cara como bien marcada, raro, bien chilenos, bien populares. Entonces, de alguna manera, ya estoy determinado por eso. Pero claro, si vamos más allá, uno no es solamente la cara, hay una energía, hay una emocionalidad. A mi igual me gustan esos personajes. Me gusta todo ese mundo de los gángsters, como Robert De Niro, Al Pacino, Scorsese, Tarantino.
-¿Cómo fue interpretar un rol como este? Más sensible, más dramático.
Este personaje fue superheavy, porque yo estaba terminando Cromosoma 21. La serie donde estaba rubio y hacía al Bekan, que era también un ladrón internacional. Y claro, terminé como en enero la serie, y la película la partía en febrero. Entonces fue como ya de una cosa pasar a la otra, me tuve que teñir el pelo. Y fue igual, fue superagotador el rodaje, pero a la vez fue un respiro, porque era una historia distinta de la que me venía arrancando, andaba como robando. Y fue igual un espacio bonito de un trabajo mucho más interno, quizás, y claro, mucho más conectado con emociones.
-¿En qué sentido fue agotador?
Cuando uno protagoniza algo, está ahí todo el día, o sea, es un mes de rodaje y son, no sé, 99 escenas y yo estuve en 98. Entonces, es súper agotador. Y emocionalmente, el viaje es duro, o sea, se te muere la hija, es un tipo que toma, fuma, está todo el rato en esa oscuridad. Entonces eso del actuar, aunque uno tiene una técnica, y nuestro oficio se trata de eso, de interpretar eso sin que a uno le afecte, igual a uno le afecta de alguna u otra manera. Es lo interesante también de la actuación, porque la mente sabe que es un juego, pero el cuerpo lo somatiza como algo real.
En ese sentido fue agotador, pero me sentía muy cuidado, o sea, me dejaban dormir siestas, llegaba un poquito, no sé, pues todos los citaban a las nueve, yo llegaba a las nueve un cuarto, tenía cierta licencia por ser el protagonista.
-¿Cómo decidiste abordar emocionalmente este personaje?
Había pasado justo una situación parecida mi vida privada, como de la pérdida de alguien, entonces me conecté con eso. Creo que en el trabajo del actor eso es lo más importante. Cuando controlas la emoción, como que todo lo otro externo va apareciendo, el vestuario, una característica física. Creo que lo que más busca la gente cuando va a ver una película o cuando ve a un actor, es identificarse con el personaje, que sea verosímil, y para que eso sea verosímil, uno tiene que sentirlo, no hay otra forma de transmitirlo, por mucho que un actor tenga la técnica y ponga las caras, no, el actor tiene que sentirlo.
Y claro, ahí hubo todo un trabajo interior de buscar una situación o algo que me acercara a eso. Lo otro, es que hicimos hartos ensayos con los chiquillos. Al Aníbal con el Diego les gusta harto improvisar. Había un guion y todo, pero igual hicimos hartos ensayos, hartas reuniones donde improvisamos distintas situaciones, distintos puntos de vista de la misma situación. Yo creo que el personaje va apareciendo ahí, además como es un protagónico, el personaje se cuenta solo. Se muestra como papá, se muestra como profesor, se muestra como un tipo fascista, se muestra como un papá corazón. Entonces ahí, en toda esa vista uno va construyendo el personaje, es más difícil cuando es un personaje más chico, que ahí claro, tienes dos escenas, y en esas dos escenas tiene que quedar claro tu personaje. Creo que fue muy bien guiado, me sentí muy bien dirigido por el Aníbal y el Diego, eso también ayuda mucho hacia donde uno dirige el personaje.
-¿Cómo fue trabajar con ellos, con Aníbal y Diego?
Fue muy bonito, fue bacán, porque la película la trabajamos harto, sobre todo el guion. Se nota que es un guion que tiene carrete, no es como algo que lo hicieron en dos días. Y me sentí bacán, porque ellos se complementan superbien, entonces uno a lo mejor te dirigía más técnicamente, y el otro, que es más como guionista, te daba como tips en el texto, en el guion. Entre los dos hacen un match superbueno.
Igual el trabajo del actor en el cine, sobre todo, que queda como registrado para siempre esa película, es un salto al vacío. Estás ahí totalmente expuesto, con el corazón abierto. Y depende mucho de tu trabajo, cómo te dirijan, hacia dónde lo dirijan. Entonces yo creo que la película conecta con la gente, obviamente por el trabajo de todo el equipo, de los directores, de mí, pero también de estos creadores, si ellos son la mente creadora de todo esto.
Una formación integral
-¿Hay algún otro tipo de papel que te gustaría explorar?
Un profesor sería bonito. Hay una película del Adrien Brody, que se llama El Profesor. Un tipo que viene quebrado de su vida pasada, y haciendo clases, el tipo ahí, como algo así. Músico, también me gustaría poder hacer, algo que tenga que ver con preparar algo así como musical. En realidad, como que ahora estoy en una etapa de no hacer cualquier cosa, pero como que actuar para mí es mi pasión, obviamente que hay personajes más interesantes que otros, pero siempre va a ser actuar, siempre va a estar el nervio, y en el fondo, la posibilidad de hacer algo que a uno le apasiona, por eso, eso es lo más importante, creo yo.
-¿Y el mundo de la dirección?
Sí, bueno, yo tengo una escuela que se llama La Cámara Film. Ahí hago clases de actores en frente a la cámara y yo dirijo los ejercicios. Ahora estamos haciendo dos cortos. Yo escribo, dirijo, monto, hago las clases, tengo un equipo y todo, pero creo que, hoy en día, es fundamental que el actor sea un artista integral, que domine todas las plataformas, porque la tecnología nos lleva hacia allá. Uno con un teléfono puede hacer una película, o un reportaje, un documental. Creo que es fundamental tener dominio de todo, no solamente para concretar algo, sino también para entenderlo. Yo siento que tengo mucha más conciencia en mi trabajo como actor porque sé de montaje, sé de guion, sé de dirección, sé de producción. Sé lo que se necesita ahí en el set, en todo sentido, actoral, como persona, como artista, como ser humano que está apoyando un proyecto.
-¿Te gusta enseñar?
Me encanta, me encanta, siento que es algo muy bonito para el alma, bonito también para el oficio de uno. Creo que cuando uno enseña, está obligado a aprender, a estudiar de nuevo. Uno tiene que constantemente estar estudiando, porque a uno se le olvida, o nos quedamos en esa zona de confort y se pierde todo. Creo que lo más bonito, que por lo menos a mí me pasa en la escuela, es que todas las personas que van, o toman los cursos, la conclusión es que están cumpliendo un sueño.
Sanfic y estreno mundial
En agosto de este año, Los Afectos tuvo su estreno en el Festival de Cine de Santiago, donde recibió una serie de elogios y donde Salgado se llevó el premio a la Mejor Interpretación. “Fue bonito, porque, claro, igual es una estatuilla, pero sí es superimportante porque le da validación a la película”, expresa el actor.
“Y en lo personal, bonito, bonito, porque hay tanto trabajo detrás, tanto esfuerzo de los chiquillos. Hacer una película es demasiado difícil, demasiado, demasiado. Mucha plata, mucha energía. Imagínate, esta película la grabamos en el 2020 y recién después de cuatro años, la vamos a estrenar. Imagínate, hay películas que nunca se estrenan. Entonces que reciba premios, y que a la gente le guste y la valore, creo que es bacán”.
Los afectos se estrenó este jueves 12 de diciembre en cines. Revisa el tráiler aquí: