Las celebraciones no dejan de estar presentes en la carrera de Los Jaivas. Con más de 60 años de trayectoria, nunca faltan hitos por cumplir para una banda con un legado tan vigente. Desde lanzamientos de conciertos inéditos hasta una película y una exposición de archivos de los comienzos de la banda, Juanita Parra y Mario Mutis aseguran que les faltan días para celebrar.
En conversación con Francisco Aravena y Claudio Vergara para el programa Desde la Redacción de La Tercera, la baterista y el bajista de la legendaria banda chilena hacen un recuento de algunos de estos grandes lanzamientos, recordando momentos como la última gira de Gabriel Parra en 1988 y relfexionando acerca de como la banda ha logrado conquistar personas de todas las edades en los últimos 60 años.
Y, por lo demás, hablan de un hito puntual: la salida estos días del vinilo Los Jaivas - Concierto Acústico, el que recoge el show que ofrecieron en 2014 en el Teatro del Lago, en Frutillar.
—Tengo en mis manos Concierto Acústico de Los Jaivas que es un show grabado hace ya 10 años en el Teatro del Lago de Frutillar en 2014 y tiene la particularidad de ser un concierto acústico, reacomodaron muchas de sus composiciones, algunas que no tocaban o que no tocan habitualmente a un formato un poco más austero. ¿Cómo fue esa aventura y por qué deciden rescatarla una década después?
Mario Mutis: Sí, hay un pequeño detalle y es que esos temas que están en el disco no están ni arreglados ni remendados ni actualizados, sino que lo que está en el disco es como se creó en su momento cada uno de los temas, de una manera acústica, por eso se llama concierto acústico. Es decir, no es que nosotros nos sacamos los instrumentos habituales y tocamos esos mismos temas con otros instrumentos. Eso es el unplugged, esto es temas acústicos, nacieron acústicos, se crearon acústicos, se grabaron acústicos, y se interpretan ahí en esta ocasión, tal cual como fueron grabados, tal cual como fueron concebidos y creados.
—¿Y por qué se rescata este show una década después?¿Cómo nace la necesidad de viajar hasta ese momento?
Juanita Parra: La verdad es que después de haber celebrado de forma tan gigantesca los 60 años, dijimos que íbamos a abocarnos a proyectos temáticos, que íbamos a poder hacer conciertos, giras presentando proyectos temáticos, y entonces abrimos el baúl, como dice Mario, y empezamos a ver qué era lo que teníamos ahí. Justamente este trabajo tan hermoso, que lo habíamos registrado, que queríamos volver a él, lo teníamos ahí listo, faltaba solamente la mezcla y la masterización, de la que se encargó Mario, y decidimos que eso iba a ser el próximo proyecto.
Además, como estamos con esta sociedad, con Selknam, la fábrica de vinilos, tenemos la idea de ir sacando vinilos constantemente, tanto de reediciones como de nuevos proyectos. Así fue como llegamos y tomamos la decisión de que fuera el concierto acústico lo que saliera ahora para cerrar el 2024 y nos da un impulso para un montón de cosas del 2025.
La Bota, la última gira de Gabriel Parra
—Quería preguntarte Juanita por la reedición de La Bota, la última gira donde tu padre estaba en la batería, en 1988. Fue un vinilo que salió hace unos meses. Me imagino que significa algo extra para ti.
Muchísimo, cuando tuvimos todo ese proceso creativo de llegar a ese vinilo, de poder promocionarlo y sacarlo, me di cuenta que ahí queda plasmado un momento yo diría de la mayor felicidad de mi vida, porque estaba mi padre vivo, estaban todos los fundadores incluso, estaba el reencuentro con Mario que se ve en la foto —Mario toca parte del concierto también— y yo estaba ahí. Siempre sentí que iba a estar ahí, era parte del equipo técnico, estaba a cargo de la iluminación, pero estaba mi padre.
—¿Ustedes siempre fueron un grupo muy familiar, no? Un clan.
JP: Por supuesto y lo mantenemos así. Es muy importante. Entonces claro, viendo desde fuera todo esto con el tiempo dije “que increíble”. En ese momento de mi vida era la felicidad total y se ve en una foto que voy caminando junto a mi papá. Esa seguridad, esa felicidad esa complicidad que siempre tuvimos, que ahora la tenemos de otra manera, fue muy bonito llegar a eso.
Además, fue en ese escenario que creó Gabriel en forma de Jaiba, que en su momento en el concierto no se pudo apreciar porque el público traspasó las barreras. Fue caótico, se escondieron detrás de las pasarelas y le tiraban cosas a los carabineros que trataban de proteger el escenario. Fue terrible porque hay gente que construyó escaleras para pasar, vender entradas falsificadas del Santa Laura. Me acuerdo lo enojado que estaba Gabriel cuando terminó el concierto y que no se había podido hacer todo el concierto y habíamos tenido que parar y al final terminaron saliendo custodiados por la policía porque la gente tiraba cosas.
MM: Era una época difícil en Chile, estaba terminando en ese tiempo la dictadura, o sea había una efervescencia popular y social muy importante y nosotros fuimos como el amargo que se le echa al pisco sour y surgió todo este tema. Era difícil contener a la gente porque estaba muy emocionada, con muchas ganas de romper todo, de reconstruir un nuevo país. Había una efervescencia importante y nosotros tocando ahí una música potente.
—¿Cómo recuerdas tu ese rol como invitado más o menos que tuviste en esa época? Volver a encontrarte con el grupo.
MM: Bueno yo no me sentí para nada invitado, yo era parte como siempre he sido, entonces hice cosas en ese concierto que no hacía normalmente cuando estaba tocando todos los días. Participé en la música y participé también en la producción, e incluso grabamos videos con una cámara.
Una banda que ha pasado de generación en generación
—Mario tú hacías alusión a la efervescencia social de ese concierto el año 88, ¿como has visto tú que ha avanzado esa sintonía de Los Jaivas con su público? Considerando que los tiempos han cambiado tanto, que el público se ha ido renovando, que ustedes se han ido renovando también.
MM: Primero el tema de Los Jaivas es que llevan millones de años tocando. Que partimos con nuestra generación, imagínate, hace mucho tiempo atrás, más de 60 años y lo curioso, o lo interesante de esta historia, es que en la medida que nosotros fuimos creciendo, progresando, aprendiendo, profesionalizando, haciendo más música, el público se ha ido incorporando a medida que iba naciendo. O sea en estos 60 años partieron los niños y los jóvenes de esa época y después sus hijos se incorporaron a los conciertos y después los nietos también, entonces el público no ha hecho más que crecer en todos estos años.
—¿Por qué crees tu que la banda llega a un público y a una audiencia transversal y que finalmente niños que no tienen noción de la banda en su época de mayor gloria se integren a ella y la gozan como si fuera contemporánea?
MM: Hay canciones que mágicamente capturan el interés de los niños, en todas partes pasa lo mismo.
JP: Y también por ejemplo, los profesores y las profesoras de música han enganchado con nuestra música y la enseñan. Nos enteramos de proyectos donde todo el colegio presenta temas de Los Jaivas, también trabajan en arte la gráfica, en literatura las letras, trabajos superinteresantes.
—Es muy interesante también, por ejemplo en Alturas de Macchu Picchu también sirve para hablar de Neruda a los niños, de alguna manera estos genios artísticos de todos los tiempos van dialogando.
JP: Sí, y cantan ahora, cantan la literatura de Pablo y se les hace más fácil a los profesores en las clases de lenguaje. Es hermoso. El sábado pasado estuve apoyando un encuentro para niños de la editorial Ekaré donde yo cuento un cuento en un audiolibro —porque con la historia se ha descubierto que mi voz es otra característica de mi persona— y llegaron fans, una familia con un niño de cuatro años que era fan y que ya había pedido una batería para su cumpleaños. Tocaba el Mambo de Machaguay y entonces, tú dices ¿como? Nunca pensé que por el lado de los cuentos infantiles iban a llegar fans del grupo, pensé que era otro público. Entonces claro, son sus padres, que ya eran fanáticos del grupo. Como dice Mario, finalmente se nos va sumando público.
MM: Hay algunos elementos también en la música que son como ganchos que capturan el interés, porque la nuestra música tiene una raíz importante de nuestra cultura, de nuestro continente, de nuestros paisajes.
Tiene que ver con el respeto a los pueblos originarios, tiene que ver con la geografía, con el cielo, con las montañas, con el desierto, el mar, la Antártida, la Patagonia. Tiene que ver con todos esos elementos que conjugan una identidad. Nuestra música rescata esa identidad y, por lo tanto, la gente encuentra algunos nexos muy directos con ella, que los toca personalmente de alguna manera. Si tú escuchas un disco, no sé, hecho en Australia, en Nueva York, te gusta o no te gusta, bailas o no bailas, te lo aprendes, pero no te llega esa cosa que eres tú mismo, que es tu identidad. Esa es la gran diferencia.
—¿Crees que eso ha hecho a Los Jaivas una banda única en Chile? ¿Una banda irrepetible, si se quiere?
MM: Yo creo que los Javias son únicos porque no he visto por ahí nadie que se parezca.
—Claro, de alguna forma es una banda que no tiene parangón incluso en Latinoamérica, porque es una banda bastante única donde la raíz está muy presente y es muy difícil de encontrar en la música global.
MM: Sí, y no es solamente el concepto de raíz y de identidad, sino que es el lenguaje musical, un lenguaje que yo no lo he visto en otro grupo.
JP: Yo digo que a lo mejor el hecho de que toda esta historia comenzó con cinco niños viñamarinos jugando a muchas cosas, a lo mejor eso hace que hay algo que esas personas o esos mismos niños nos vean igual como niños. Porque no sé, también hay otro proyecto paralelo del cual pronto van a escuchar, es una película que registró toda la celebración de los 60 años, y en esa película justamente Francisco Bosco dice: “uno tiene que seguir siendo niño para subirse al escenario con esa espontaneidad”, y muestran una imagen donde voy yo jugando cuando entro para un tema con el bombo y efectivamente, eso lo hago espontáneamente, me conecto con eso y a lo mejor nadie se da cuenta o yo sola estoy jugando con el técnico que me ve en frente y se ríe. Pero ese lado lúdico y muy conectado con los niños que fuimos todos, a lo mejor hace que nos conecte con las nuevas generaciones.
—A propósito de niños, hay un detalle en esta portada, en esta carátula que me gustaría que lo comentara Mario que tiene que ver con esa ventana que se ve en la tapa.
MM: Sí, eso es una ventana que nació de la ventana que tenían los hermanos Parra en su casa en Viña del Mar. Dormían los tres hermanos juntos, Eduardo, Claudio y Gabriel, en una pieza y tenía una ventana muy parecida a esa, que además tenía esos tejidos a crochet que hacían las abuelitas en los vidrios. En la mañana abrían la ventana y se veía el sol.
JP: También como evocando a los sueños al mirar una ventana y soñar que ellos iban a hacer un grupo, que iban a viajar. Y finalmente se hizo realidad, tan realidad que estamos celebrando 61 años llenos de proyectos, llenos de cosas. Siempre vamos a las entrevistas y no sabemos si hablar de lo que hicimos recién, de lo que vamos a hacer, de la película, porque son tantas cosas que hacemos.
Los Jaivas, un archivo de 60 años
—En este ánimo retrospectivo producto de estos lanzamientos, entiendo que también hay una entrega de material de archivo a la Universidad Católica para un museo.
JP: Sí, va superbien. Ya firmamos el acuerdo y se trata de poder proteger todo el patrimonio. Primero empezó mi abuela, la mamá de los Parra, guardando todo cuando ellos eran unos niños. Ella visualizaba que era muy importante lo que estaban haciendo los niños y que había que guardar todo. Después Eduardo dijo “oye mi mamá dijo que había que guardar todo” y Claudio dijo “oye si hay que guardar todo”. Conclusión, que guardamos todo. Ahora era como “que hacemos con todo esto”. Tuvimos un proyecto en una casa que nos entregaron, buscamos financiamiento para poder tener un museo para compartir con la gente todo este patrimonio. No se pudo
MM: Como siempre en Chile, un desastre.
JP: Claro, pero no nos quedamos de brazos cruzados y buscamos una manera hasta que, a través de los directores de la fundación, nos llegó la información de que la Universidad Católica estaba generando un patrimonio cultural muy grane. Tenían toda la infraestructura para poder contener todo esto, personas a cargo para poder proteger. Ya habían hecho pequeños museos o salas de exposiciones con Violeta Parra, con una colección de piezas arqueológicas de Gastón Soublette, y bueno, están recibiendo muchos materiales de otros artistas. Entonces decidimos entregarles a ellos eso con el fin de que hagan exposiciones, de que la exposición sea itinerante, de que se genere también todo un archivo que pueda ser materia de estudio, una forma de estudiar al grupo a través de la Católica.
MM: Sí, que el material audiovisual esté a disposición de quien lo quiera ver a través de internet.
—Sin duda que es una fuente valiosa para investigaciones, para proyectos periodísticos…
JP: Exactamente, porque empieza a contener la historia también del país, ¿no? Son 60 años, no está solo lo que fue haciendo el grupo. Es muy importante que finalmente nos apoyamos en otras personas que tienen todo el expertise y que van a poder mostrarlo, porque no se trata de atesorar y guardar en unas bodegas como está ahora, sino que poder compartirlo, ya que vemos que hay tantos jóvenes conectados con el grupo y niños, queremos que eso quede para siempre y que todos lo puedan compartir.
—O sea quedó bien recordado el material para las generaciones que van a venir a futuro.
MM: Creo que fue el mejor lugar porque ellos tienen el equipamiento, tienen el espacio, tienen los profesionales a cargo, tienen todo lo necesario. Nosotros no tenemos más que una bodega llena de cosas, entonces no tenemos como traspasar eso, no tenemos un servidor gigante parta poner todo lo audiovisual, los instrumentos, entonces con esto se va a poder entregar a todo el mundo que lo quiera ver por 10, 20, 50 años más.
—Y con toda esta revisión del material, ¿les ha pasado personalmente o colectivamente que hay canciones o parte del repertorio que han revalorizado más o que han redescubierto?
MM: Mira durante muchos años, mientras vivíamos en Francia, teníamos una grabadora de cuatro pistas y grabábamos generalmente los ensayos. De eso hay un material enorme con temas o con ideas musicales, hay un montón de cosas que yo creo que hoy día es imposible escuchar completo porque son años de grabaciones.
JP: Me contó un pajarito que una de las últimas grabaciones que se escucharon de esa cinta están ensayando Alturas de Machu Picchu para presentarse en la Radio France y están las conversaciones. Se escucha la voz de mi papá, dando unas indicaciones, unas cosas.
MM: “¡Cómo se te ocurre poner esa guitarra ahí, cambiala pacá!”
JP: Discutiendo, discutiendo de donde va la guitarra o no va la guitarra. Claro, es alucinante, a mi me produce mucha emoción. Cuando el 2017 presentamos obras de Violeta Parra en vivo con la nueva generación en la banda fuimos a las pistas, a la multipista. Teníamos los platillos, la caja, el bombo, todo por separado, y de repente, cuando estaba aprendiéndome una parte de los platillos se me viene una voz como fantasmagórica y se me pararon los pelos. Era mi papá, porque cuando tu vas y lo aíslas a él, te das cuenta que siempre estaba cantando las partes y va metiendo cosas y lo escuchas. La verdad que yo en vivo, si me ven, yo todo el rato voy cantando. Nadie me escucha menos mal, pero yo voy cantando las partes
MM: No le ponemos micrófono. Gabriel usaba un micrófono porque hacía algunas voces de repente, entonces uno aveces lo escuchaba y le decía al sonidista que lo cortara porque se escuchaba en los monitores.
—De hecho hay mucho material en manos de quienes somos seguidores de la banda como Los Jaivas en Moscú por ejemplo, Los Jaivas en Argentina, que vinieron el año 76.
JP: Ese es el tema. Hace poco empezamos a dimensionar que andaba demasiado video dando vuelta por ahí en manos de otras personas. Ahora hay equipos que están, a través de la fundación también nos van ordenando todo eso. Es bonito, es fanatismo, pero de repente no tendría por qué estar en manos de otros.
—Juanita, tú mencionabas la emoción de lo que era escuchar a tu padre en esas grabaciones ¿Cómo es escuchar a Gato Alquinta también en todo eso?
JP: Es fascinante. Mis comienzos de la carrera fueron con Gato, ya no estaba mi papá pero estaba Gato, entonces lo tengo también muy cercano. Es una dicha. La otra vez fui a ver un espectáculo que se llama El Vuelo, fuimos con Mario. Es un ballet sobre Machu Picchu, que bailan a alturas de Macchu Pichu y existe la idea que nosotros toquemos en vivo también. Pero fui a convencer a toda la compañía de que era una pésima idea porque gocé tanto de escuchar la versión original con la voz de Gato, con mi papá en la batería, que yo digo no, permitamos a todos volver a escuchar eso, sentados en un teatro cómodo con la gente bailando, es precioso.
MM: Además, escuchamos con un parlante que eran más alto que este techo. Se escuchaba hasta el último suspiro de ahí. Entonces era impactante el sonido.
—Es simbólico también que el próximo año se cumplen los 30 años de Hijos de la Tierra, ¿qué recuerdos tiene de eso? Que es un gran momento en plenos años 90, habiendo pasado la tragedia de Gabriel y todo fue un gran instante también de la banda. Fue tu gran estreno, Juanita.
JP: Para mí significa mucho porque es mi comienzo, es el primer disco en el cual participo en la creación. El nerviosismo que sentía yo de ser aceptada por el público jaiviano, el desafío de tocar bien, de que el tío Mario no me dijera, “pero que estás haciendo niña por dios”. Entonces son muchas emociones. Efectivamente, eso nos pasa, porque Mario dice, “son los 30 años de eso y 40 de esto otro” y de repente no sabemos qué celebrar primero…
MM: Más encima estamos de cumpleaños algunos de nosotros.
JP: Pero claro, como estamos vueltos locos haciendo vinilos, entonces ya sentimos que el próximo vinilo se viene por ahí.