Columna de Marcelo Contreras: Festival de Viña 2025, I wanna rock
La modesta parrilla del Festival de Viña 2025 anunciada hasta ahora con números que se han presentado este mismo año como Bacilos y Carlos Vives, mejora ostensiblemente con el cierre del día anglo. La vieja caballería del rock, encarnada por Incubus y The Cult, regresa otra vez a salvar la fiesta.
Volvemos a los días en que la revelación del artista anglo se convierte en la pieza central de la parrilla del Festival de Viña del Mar. Un engranaje rechinante en los últimos años, hasta llegar a la discreta convocatoria de los restos de Men at Work este 2024. Tuvieron sus éxitos, no se discute -cuatro en rigor-, pero la oferta de números nostálgicos en plena forma es generosa. Su inclusión sólo reflejó el desgaste del ciclo a cargo de C13 y TVN, el agónico remate de su accidentada etapa que enfrentó la difícil versión 2020 con el estallido social al acecho de la Quinta Vergara, y el par de ediciones suspendidas por la pandemia.
En la desbalanceada versión de 2023 en favor del público juvenil, entre lo mejor de los seis días de música y risas en la ciudad jardín, figuraron Fito Páez y Los Jaivas; clásicos indiscutidos y en forma, pero también nombres habituales en la cartelera nacional. Quedó en los saldos que ambos artistas ligados al rock habían hecho un aporte fundamental a la energía y consistencia a ese capítulo del certamen, donde la máxima estrella fue Christina Aguilera.
Entre los requisitos que el público exige al Festival en la casilla anglo, las expectativas demandan un nombre sorprendente -ojalá un debut- y del mejor nivel, una regla cada vez más difícil de cumplir en medio de una cartelera internacional asentada hace más de 30 años, y con crecimiento febril post Covid, entre shows masivos y festivales diversos. Mientras los artistas sigan cosechando porcentajes residuales por reproducciones en plataformas, seguirán obligados a mantenerse en constantes giras. No hay indicio alguno de un cambio en ese panorama.
La confirmación de Incubus y The Cult para la noche anglo deja en evidencia que la vocación rockera de la alcaldesa Macarena Ripamonti, confesa amante del género, tuvo eco con Mega y la productora Bizarro, los brazos ejecutores del evento. La convocatoria resulta atractiva, maciza y de calidad inapelable para millennials y Generación X, respectivamente.
Incubus goza de una categoría de neo clásico del rock -una banda generacional-, de trayectoria consagrada que se acerca a los 30 años. Asociados originalmente al nü metal, divergieron rápido hacia una lectura más sensible que enrabiada, con un costado más femenino y de mayores matices. En su discografía hay espacio para el músculo y la melodía, los virtuosismos en torno a la canción, y exploraciones líricas sobre las relaciones humanas (Promises, promises), la política (Megalomaniac) y la resiliencia (Nimble bastard).
Más que una banda, The Cult es el dúo británico del cantante Ian Astbury y el guitarrista Billy Duffy. Formados en 1983, originalmente estaban emparentados con el sonido y la estética del rock gótico -primos hermanos de The Mission-, hasta virar hacia el hard rock de Electric (1987) con la producción de Rick Rubin, más que afianzado tras despachar el demoledor Reign in blood (1986) de Slayer. El principal single, Love removal machine, es un paradigma de rock clásico.
A The Cult los 80 y sus guitarras cristalinas con delay le daban lo mismo. Lo suyo era replicar a AC/DC y dejar que los ecos de dioses como Jimmy Page y Eric Clapton se apoderaran de su espíritu en canciones como Aphrodisiac jacket. Es rock de cuero y mezclilla -demodé, aceptémoslo-, ejecutado con aplomo y maestría.
La modesta parrilla anunciada hasta ahora con números que se han presentado este mismo año como Bacilos y Carlos Vives, mejora ostensiblemente con el cierre del día anglo. La vieja caballería del rock regresa otra vez a salvar la fiesta.
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