“Más que una moda” fue el primer eslogan de Los 80, serie nacional de Canal 13 que permeó en las casas de los chilenos desde su inicio, en octubre de 2008. La historia de la familia Herrera López, que se ambientó desde 1982 a 1990, caló tan profundo que se extendió por siete años, siendo una de las producciones nacionales más duraderas, relevantes y populares en la historia de la pantalla local.
El final de la serie se emitió el 21 de diciembre de 2014, hace una década. “Estuve siete años en la serie, incluso antes, porque tuve que conformar el equipo—dice Alberto Gesswein, uno de los creadores—. Fue un trabajo extraordinario y tuve la fortuna de trabajar con personas de un talento sobresaliente. La verdad que fue una catarsis y una hemorragia de emociones muy fuerte. Para mí, en lo particular, fue muy de dulce y agraz, porque pese a haber estado toda la temporada, lamentablemente, a mí me despidieron de Canal 13 justo cuando quedaban los últimos capítulos por emitirse y fue muy doloroso verlo desde otro lado”.
Para Loreto Aravena, una de las actrices principales de Los 80 y que personificó a Claudia Herrera, el cierre tuvo ribetes tristes. “Me acuerdo de que fue un momento bien emotivo, porque fueron siete años de estar de forma permanente conectando emocionalmente con otros seres humanos, con otros actores y actrices. Eso creó un vínculo, y cuando eso termina, llorábamos todos a mares”, relata a Culto.
“Fue como llegar al final de una meta, una especie de sueño que habíamos tenido—reflexiona en Culto Rodrigo Cuevas, guionista—. Cuando hicimos la primera temporada, soñábamos con la posibilidad de avanzar mucho en el tiempo y llegar con la familia Herrera al fin de la dictadura. Era un sueño que tuvimos desde el inicio, pero sin antecedente previo de ninguna ficción chilena que hubiese logrado tanta permanencia en el tiempo. Era un sueño que podía ser un poco delirante, incluso, o demasiado optimista, pero lo logramos y fue una enorme satisfacción, y al mismo tiempo fue una responsabilidad enorme”.
La producción estuvo en manos de Wood Producciones. Además, desde la segunda temporada contó con financiamiento del Consejo Nacional de Televisión. Los 80 fue dirigida por Boris Quercia en sus cinco primeras partes y, posteriormente, Rodrigo Bazaes quedó a cargo de la dirección.
En tanto, fueron Daniel Muñoz (Juan) y Tamara Acosta (Ana) quienes dieron vida a los cabecillas de la familia, mientras que Loreto Aravena, Tomás Verdejo, Lucas Bolvarán y Estrella Ortiz, interpretaron a los hijos. Asimismo, Katty Kowaleczko y Daniel Alcaíno hicieron de los queridos compadres, y Pablo Freire, del amigo más fiel de Félix.
“Los personajes están muy vivos. O sea, yo a veces converso con parte del elenco de la serie, y me cuentan cómo hasta el día de hoy los reconocen en la calle por esos personajes”, cuenta Cuevas.
Bazaes acota: “De vez en cuando amigos y personas me escriben, que han vuelto a ver la serie completa acompañados de sus hijos que ya crecieron. Me dicen que han sido excelentes espectadores y analistas; sensibilizando con la vida que tuvieron sus padres y madres, chocando con nuestras formas de enfrentar el mundo, nuestra relación con el miedo y la libertad, con creencias morales y familiares hoy desmitificadas, pero curiosamente también sorprendidos ante situaciones y valores maravillosamente vigentes y universales”.
La misma canción introductoria, El tiempo en las bastillas, de Fernando Ubiergo, abrió todas las temporadas de la serie con las interpretaciones de destacados artistas nacionales. Difuntos Correa, Francisca Valenzuela, Los Miserables, El Macha con el grupo Trío Catarata Seca, Camila Moreno, C-Funk de Los Tetas y Manuel García junto Ubiergo; fueron los artistas que cantaron la apertura con sus diferentes estilos musicales.
El cierre de Los 80
Tras temporadas de sufrimiento y alegrías para la familia Herrera, el capítulo final de la serie llegó en diciembre de 2014, en dos partes, la primera salió al aire el 15 y la segunda el 21 de diciembre. En el canal de la competencia se emitía por esos años las telenovelas turcas Las mil y una noches y Fatmagul (Mega).
La séptima temporada se ambientaba en 1989, con saltos temporales a 2014, que mostraban el estado actual de la familia, con todos ya de adultos. Luego de ver la separación de Ana y Juan en la temporada anterior, las tensiones y dudas sobre el futuro familiar eran latentes.
Uno de los grandes conflictos del último episodio tenía relación con Félix, quien en su adolescencia presenció cómo su amigo Áxel atropelló a un hombre, causándole la muerte. En el final de la serie, Juan y Sybilla—su amor de juventud, con quien se reencuentra años después— influyen en Félix adulto (Sebastián Arrigorriaga), quien habla con la esposa del hombre fallecido.
Ana y Juan, tras su separación, emprendieron relaciones amorosas con otras personas, Mateo (Néstor Cantillana) y Alejandra (Amaya Forch), respectivamente. Sin embargo, cada uno se aleja de sus nuevas parejas para volver a reencontrarse y criar juntos a Anita, la hija más pequeña de los Herrera.
La reunión final, en el presente, muestra a unos envejecidos Juan y Ana celebrando sus bodas de oro (50 años de casados), donde se reúnen todos los hijos con sus respectivas familias. Además, a través de una videollamada, Exequiel y Nancy anuncian el nacimiento del hijo de Bruno.
Otros queridos personajes, como Petita y Don Genaro, también tuvieron un desenlace. Este último, y tras verse nuevamente cerca de la muerte, reconoce a su empleado como su hijo.
“Parece que no lo hicimos tan mal después de todo”, fue la frase final que dio un ya mayor Juan Herrera en compañía de Ana López.
Bazaes dice que parte del éxito puede radicar en esos episodios finales donde se ve a seres humanos en crisis: lo que cualquiera ha vivido. “Fue un desafío reconstruir y representar el ocaso de una familia en crisis, proceso inevitable de todo grupo humano que ha soñado con prometerse la felicidad. Probablemente en eso radicó parte de su éxito, en entrometerse tan a fondo en el drama de la vida y darse el tiempo, y el ritmo, para entender sus causas y motivaciones”.
El legado y una secuela
Actualmente, la serie puede verse completa en Prime Video, aunque Rodrigo Cuevas hace un alcance. “En Prime está sin música, tenía mucha música de época, pero al llevarla a la plataforma tuvieron que sacársela”. También, Los 80 está disponible de forma gratuita en la página del CNTV, pero solo desde la segunda temporada.
En 2022, comenzó a hablarse de una secuela de la serie. Según diversas fuentes consultadas por Culto en ese entonces, Canal 13 encabezaba la idea de concretar el retorno de Los 80, trasladando la trama hasta la década siguiente. Sin embargo, en esa fecha ya se contaba con algunas bajas, como la de Daniel Muñoz, quien se restó del eventual proyecto en varias oportunidades. “Yo siento que ese proceso de contar Los 80 quedó redondito y se cerró con la serie. Que siga, que se extienda, pa’ qué. Tendría que ser una propuesta demasiado buena, que hasta ahora no ha aparecido”, concluyó en The Clinic en 2022.
De acuerdo a Culto, Boris Quercia, director de las cinco primeras temporadas de la serie, apoyaba la iniciativa del nuevo proyecto.
“Yo no fui parte de ese intento o de esa intención de hacer una secuela—indica ahora Rodrigo Cuevas—. Creo que a 10 años del término de la serie, si se intentara hacer una secuela, es difícil, porque está muy viva en la audiencia. Los personajes forman parte del inconsciente colectivo, del público. Por lo tanto, cualquier traición a esa esencia podría ser muy resistido. Creo que eso es muy importante, respetar la esencia de los personajes, por sobre todo, de esa familia. Entender la serie, pero profundamente. No hacerla únicamente con un criterio de explotación comercial. No es que no se pueda hacer, pero habría que pensarlo muy bien. Y tener las historias que justifiquen hacerlo”.
“Me reuniría con Rodrigo Cuevas y con Boris, todas las veces que sean necesarias, porque los encuentro brillantes a los dos, y a todo el resto de las personas con quienes trabajé. Estaría dispuesto a hacerla, pero sería diferente, porque hay que resolver varios temas estratégicos dramatúrgicos y narrativos. Habría que pensarlo bien”, dice Gesswein por su parte.
En tanto, Loreto Aravena no se cierra a la posibilidad, aunque todo depende, dice. “De esa secuela se nos ha hablado siempre. Es una idea que nunca dejó de estar. Constantemente aparece alguien que quiere revivirla y… todo depende. Depende de quiénes participen, de qué se trate. No me cierro a la posibilidad de extenderla a los 90 o a los 2000. O hacer cualquier tipo de derivado, una serie o una obra de teatro. Con Tamara lo hemos hablado, con Tomás, con Lucas, pero todo depende. No es un no tajante, sino que no queremos que en el fondo, un proyecto que fue tan precioso, se vea empañado por un segundo proyecto que quizás sea... no sé... burdo. Si vamos a hacer una extensión de esta familia, que no se pierda jamás la calidad”.
Independiente de si tendrá segunda parte o no, la serie puede revivirse una y otra vez en streaming. Por ejemplo, la actriz que dio vida a Claudia está esperando que su hija tenga la edad indicada para verla con ella por primera vez.
“Una de las cosas que me genera mucha satisfacción es comprobar lo vigente que está, lo viva que está la serie. Se han dado varias reemisiones completas. Está permanentemente en el catálogo de una plataforma de streaming. Y, sobre todo, sigue estando muy viva en la audiencia, sigue generando temas de conversación y hasta memes. Escenas de la serie se siguen usando para campañas políticas, sin pedir permiso, entre otras cosas”, reflexiona Rodrigo Cuevas.
En eso coincide Alberto Gesswein. “La misma gente comprueba que es una historia completamente vigente, que es perenne. Tiene ciertos rasgos culturales y de idiosincrasia chilena, que creo que cala muy profundo más allá de las épocas. Su percepción resuena en una cosa identitaria y eso es transversal y transgeneracional”.
“Nos pasó a muchos, incluido a mí, que durante mucho tiempo queríamos alejarnos de la serie, porque habíamos estado tanto tiempo en eso, que no queríamos que se nos asociara solo a ella. Le pasaba a los actores, me pasaba a mí también. Pero, sinceramente, con el paso del tiempo, ya han pasado diez años, uno se reconcilia con eso y termina abrazándolo”, profundiza el guionista.
“Yo me di cuenta de eso muy temprano. En la segunda temporada empecé a hacer un trabajo en paralelo, para que la gente me empezara a conocer como Loreto Aravena. Ese trabajo dio su fruto—dice la actriz—. Me reconocen como Loreto Aravena, no como Claudia. Es mi personaje favorito, sin dudas”.
Sobre si es la mejor serie chilena, el guionista Rodrigo Cuevas se arriesga: “Sí, aunque suene poco modesto de mi parte. Tengo la certeza, y eso sí que es objetivo, que no hay ninguna otra serie tan trascendental, que haya sido lo influyente que fue Los 80 y, sobre todo, que esté tan viva en el cariño a la audiencia”.
“Debe ser uno de los trabajos más notables de la historia de la televisión chilena. Es el público es la que le otorga esa autoridad”, concluye Gesswein.
Bazaes aporta un matiz: “No no lo veo así (que sea la mejor serie chilena). No es nuestra tarea establecer esos rankings. Hay más de una forma de medir liderazgos, pueden ser subjetivos y es aún más complejo hacerlo desde el presente con espectadores y criterios tan diversos”.