La invernal mañana del 10 de septiembre de 1905 fue testigo de un nacimiento. En las calles de Valparaíso comenzaron a distribuirse los ejemplares de un nuevo periódico. La Alborada. Era un matutino de solo 4 páginas destinado a dar a conocer lo que tenían que decir las mujeres obreras de la industria textil. En ese primer número, su directoria, Carmela Jeria, publicó una columna donde daba a conocer los lineamientos del diario.
“Al fundar este periódico, no perseguimos otros ideales que trabajar con incansable y ardoroso tesón por el adelanto moral, material e intelectual de la mujer obrera y también por nuestros hermanos en sufrimientos, aquellos arrojados que tienen hambre de luz y pan”.
Junto con La Alborada, en 1908 surgió otro periódico llamado La Palanca, la revista oficial de la Asociación de Costureras “Protección, Defensa y Ahorro”. Ambas publicaciones tuvieron existencia entre 1905 y 1908, en la época en que Chile atravesaba por el período Parlamentario, y se hablaba de la “Cuestión social”, pues en la sociedad ya se comentaban las desigualdades que afectaban a la joven nación en vísperas del primer centenario de la Independencia, en 1910, y la incipiente industralización del país.
La historiadora María José Cumplido (36) se topó con estos diarios de la prensa obrera feminista, y decidió hacer una recopilación de sus columnas en el volumen Oro triste. Diarios feministas de obreras chilenas 1905-1908 (Neón) donde da a conocer este descubrimiento historiográfico.
“Este libro nació de la necesidad de rescatar los inicios del feminismo de izquierda, y particularmente, del feminismo obrero en Chile -comenta a Culto-. Esto para mostrar que desde sus inicios el feminismo chileno fue plural, es decir, coexistieron distintas visiones del feminismo que se entrelazaron con distintas ideologías políticas: desde el marxismo, pasando por el liberalismo y hasta llegar a versiones conservadoras e incluso católicas. En algún momento todas estas versiones confluyeron en el voto femenino, pero recién en las décadas del 20 y 30. Quería mostrar qué estaba sucediendo antes de eso, particularmente en el mundo obrero, y cuál era el pensamiento político de estas mujeres que se atrevieron a publicar un periódico, el primero que se autodeclara feminista. Me interesó, esta vez, el mundo de las obreras porque la izquierda en general fue muy reticente a la agenda feminista de esos años”.
Cumplido señala que las columnas que rescató “muestran el tono y las demandas que se publicaron en La Alborada y La Palanca, dos periódicos feministas, cruciales para la historia de Chile. Demandas que, por cierto, resuenan con el presente y que, me parece, son ejes fundamentales para entender qué era el feminismo obrero y cuáles eran sus prioridades”.
Por cierto, la historiadora comenta cuál es el vínculo de este material con el presente. “Hoy veo al feminismo sin un norte claro, se habla ‘cambio cultural’ pero no veo ningún camino claro ni los pasos a seguir. También me parece curioso que, en ciertos grupos, se apunta con el dedo a las instituciones como parte del problema, pero tampoco hay una propuesta clara de cuál es el rol que las mujeres necesitan de esas instituciones. Recuperar a estas mujeres y su pensamiento es también ampliar la visión histórica de las mujeres feministas de izquierda y revisar qué hicieron, cómo lo hicieron y cuáles fueron las consecuencias de sus petitorios. Lo que quise es que miremos un feminismo popular, que tuvo problemas con el mismo movimiento obrero y que pensó lo que, para esa época, era imposible. Esta historia puede orientarnos a no caer en ciertas frivolidades que uno ve en el feminismo actual”.
Cumplido nos comenta cómo fue el proceso de recopilación de estas columnas. “La recopilación fue relativamente simple. Hace muchos años, más de diez, digitalizamos los números completos de estos dos periódicos en Memoria Chilena, por lo que hay acceso directo y simple a esos documentos. En la pandemia pase mucho tiempo leyéndolos completos y ya en el 2022 me decidí a hacer algo con ese material. Así que durante ese año elegí las columnas y el 2023 me dediqué a transcribirlas. Me demoré mucho porque tengo un trabajo bien demandante, pero lo hacía en cada tiempo libre que encontraba. De hecho, la mayor parte de las columnas transcribí en la sala de espera de un acupunturista”.
¿Qué fue lo más dificultoso? Cumplido comenta: “Todo trabajo de recuperación histórica se enfrenta con una suerte de vacío, con un abismo donde los documentos se desvanecen y quedan solo preguntas. A mí me interesaba poder interpretar estas columnas resistiendo la tentación contemporánea de leerlas en el contexto actual. En ese sentido, recuperar columnas que hablaran de un ideario más bien de izquierda de esa época implicaba visibilizar tanto las luchas por derechos laborales, pero también la crítica al alcohol y a la prostitución o su silencio respecto al voto femenino como tal. Me parecía muy interesante poder plasmar por qué pensaban cómo pensaban y entregar elementos para entender una época y una izquierda distinta a la actual”.
Sobre los momentos más llamativos del material, Cumplido nos dice: “Me llamó la atención que es un feminismo totalmente basado en las vivencias personales de las autoras, de su día a día. Lejano al feminismo leído. Ellas van a plasmar sus problemas y sus soluciones dando ejemplos de cómo viven la ausencia de legislaciones y las implicancias que la política tiene en sus vidas cotidianas. Y lo más interesante es que son capaces de trascender lo anecdótico porque son capaces de escribir sobre la precariedad con una claridad que llega a desarmarnos. Lo que me gusta es que el centro no es la denuncia, sino las propuestas. Es conmovedor cómo combinan la rabia, el sufrimiento con la esperanza y creatividad, incluso utilizando la ironía. Hablan de la doble explotación laboral, de las enfermedades, del trabajo infantil, de los bajos salarios, de las largas jornadas laborales y buscan soluciones y entregan propuestas dentro de la institucionalidad. En ese sentido, no son revolucionarias, sino que entienden que los cambios permanentes se trabajan cotidianamente”.
“Este deplorable estado de las cosas”
En el número 2 de La Palanca, de junio de 1908, se publicó una columna que decía: “El alcohol es sindicado como la más terrible plaga que puede pesar sobre un pueblo y la prensa grande, de vez en cuando, abre terrible y tenaz campaña en contra de tan funesto enemigo. Sin embargo, triste es decirlo, al alcohol, encuentra también sus más fieles amparadores y fomentadores en las columnas de esa misma prensa y aun en las leyes del país”.
“Sabida es la costumbre de nuestro pueblo: el día sábado se paga del jornal correspondiente, y antes de llegar a su tugurio, donde el desorden y la miseria imperan, prefiere pasar a la cantina en cuyas emanaciones alcohólicas olvidan la triste y pesada realidad de la vida. El día domingo, aun no disipados los efectos del alcohol, se le presenta a la vista en las columnas de la prensa, la tentadora expectativa de jugar a las patas de los caballos, los escasos pesos que le sobran”. Incluso, la columna iba más allá y denunciaba los efectos sociales del alcohol: “He aquí la causa de por qué los talleres, fábricas, faenas y hogares se ven desiertos durante varios días de la semana y estupecfactos vemos también que nuestras leyes, nuestras autoridades concurren con su complicidad a mantener y fomentar este deplorable estado de las cosas”.
La columna proponía una medida radical: “el cierre de las cantinas desde el sábado en la tarde al lunes por la mañana”, y además “la suspensión de las carreras del día lunes”.
O en La Alborada, en su número 24, de diciembre de 1906, que publicó una columna llamada Las mujeres en las cantinas, donde se referían a la prostitución. “Dignos de aplausos y de todo encomio ha sido el decreto expedido por el primer alcalde de la Municipalidad de Santiago prohibiendo en las cantina el empleo de las mujeres”. Y describía un poco la situación: “Nada hay más triste que ver a esas inocentes jóvenes de 15 a 20 años, tras el mostrador de una cantina, oyendo las groseras frases de los parroquianos y aceptando el veneno que en flor destruye el organismo”.
“Cuántas de esas jóvenes, porque no falte el pan a sus pequeñuelos hermanos, han aceptado ruborizadas esos empleos, -que son en verdad mejor remunerados que cualquier otro-, y con el alma acongojada han ido a conocer todo lo obsceno de la vida, por un mendrugo de pan, por un poco más de holgura”. Y agregaba un dato: “Al cumplirse este decreto, quedarán más de tres mil mujeres sin tener con qué ganarse la vida, pero es preferible soportar unos días de escasez, antes de seguir corrompiéndose moralmente”.
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Para María José Cumplido, uno de los temas cruciales a la hora de publicar este trabajo es la invisibilización de las mujeres en la Historia del movimiento obrero. “La invisibilización de las mujeres ha sido una práctica estructural de la historiografía en general. En el caso del movimiento obrero es doble porque no solo lo hizo la historiografía, sino que los mismos líderes hombres del movimiento no escucharon, con algunas excepciones, a las mujeres. Creían en esta clásica idea que los problemas de clase debían resolverse primero y que, luego, se resolverían los problemas de género. Pero eso es un slogan que no ha tenido asidero en la historia. Por eso en mi trabajo he intentado girar la ‘cámara’ y enfocar a las mujeres que cuentan otra historia, desde otras perspectivas y con otras consecuencias. La historia de Chile, de cierta manera, cambia en sus énfasis y problemáticas si uno piensa en las mujeres”.
- ¿De qué modo se conecta este libro con los estudios de género?
-Este libro es un ejercicio de pensar la historia desde el género. La recopilación de las columnas no solo habla de una época, o de una clase social o de una ideología política, sino de un grupo de mujeres obreras que relatan sus vivencias y piden cambios concretos al gobierno. Eso es interesante porque son los primeros albores del feminismo obrero que, además, será distinto en sus énfasis a otros tipos de feminismos que van a convivir. Finalmente es entender la historia de Chile desde personajes que no han sido analizados popularmente, y que son necesarios para comprender la historia propia de las mujeres.
Oro triste: Diarios feministas de trabajadoras chilenas 1905-1908, ya se encuentra en las librerías.