Hasta septiembre de 2021 el trono de la serie más popular de Netflix lo tenía Stranger Things, y la verdad esto era algo que tenía sentido, era lo esperable. Una súper producción de Hollywood, con un par de rostros mundialmente conocidos en el elenco y con una historia misteriosa, dramática y cómica a la vez, en un estilo muy a lo Spielberg, llena de referencias pop. Pero eso cambió hace poco más de tres años cuando un drama coreano -sin duda también de gran presupuesto y factura- sorprendió al mundo y se convirtió en un fenómeno, de esos que generan cientos de memes, mandan en los disfraces del siguiente Halloween y están en boca de todo el mundo.
Al centro de la acción estaba Seong Gi-hun (Lee Jung-jae) , un padre divorciado con un serio problema de ludopatía y, por lo tanto, deudas. Él es uno de las 456 personas que son llevadas a una locación misteriosa donde se les informa que deberán participar de una serie de juegos infantiles. Si pasan, estarán un paso más cerca de recibir muchísimo dinero. Lo que no les dicen antes de empezar es que los eliminados de cada juego realmente serán asesinados.
Así, la primera temporada fue mostrando en nueve sangrientos capítulos lo bueno y malo que se puede llegar a hacer por desesperación y codicia, además de ir contando un poco de qué y quiénes están detrás de este juego cruel.
Con el éxito de este ciclo, rápidamente Netflix confirmó que tendría dos temporadas más, y esta semana fue el turno del debut de la segunda. La acción se retoma en el mismo momento que había quedado y luego da un salto temporal de dos años. Seong Gi-hun sigue obsesionado con el juego o más específicamente con acabar con él, mientras que el policía Hwang Jun-Ho (Wi Ha-joon) tampoco ha abandonado su misión de búsqueda de su hermano. Ellos dos son quienes están al centro de este nuevo ciclo junto con una nueva camada de desesperados jugadores y algunos de los encargados de que siga adelante el juego tomando un lugar central.
Para quienes se obsesionaron con la primera temporada hay buenas noticias.
Los juegos, las muertes, los bandos y las grandes cantidades de sangre están de vuelta y a la orden del día, asegurándose de no fallar en entregar lo que fue tan exitoso tres años atrás. Aquí lo que importa es que abunden los giros y la desesperación y que tampoco falte el gore. Así, la temporada se mantiene en su senda y logra el efecto. Es sin duda un ciclo que impacta menos, porque el mayor factor sorpresa ya no está ahí, pero son siete episodios que se mueven y divierten, con giros más y menos sorpresivos y que logran su cometido de mantener enganchado al gran público que los convirtió en el número 1.