La noche en que los reyes del bootleg, Grateful Dead, se cuestionaron permitir grabaciones piratas de sus conciertos

Los bootlegs -o grabaciones piratas- son discos que contienen demos, canciones no oficiales o discos grabados por los fans de un músico o una banda. Generalmente son distribuidos y vendidos entre fans de manera irregular. Desde que estas grabaciones artesanales se realizan, se sabe de bandas que se han opuesto a esta práctica y también a la comercialización del material informal. Otros artistas -en conjunto con sus sellos- han decidido sucumbir ante la piratería y publicar las obras registradas por sus fans. Existen tres tipos de artistas: los que no autorizan las grabaciones, los que ceden y Grateful Dead, la banda que creó una cultura en torno a estas grabaciones informales, los bootlegs.

La banda sesentera originaria de California, en la actualidad tiene más de 20.000 conciertos preservados en grabaciones audiovisuales y de audio, todos registrados por sus fans durante sus conciertos. Durante sus años de auge, los integrantes de la banda permitieron grabar sus presentaciones a todos los seguidores que quisieran hacerlo. La práctica de documentar los conciertos poco a poco se fue masificando y los fans que asistían a registrarlos tenían incluso reservado su propio espacio para entrar al área de la mesa de sonido. Es más, algunas veces se podían conectar directamente a ella y obtener un sonido más pulcro en la grabación. Pero no siempre fue así. La banda una noche se reunió a discutir sobre este tema para lograr la organización que mantendrían durante todos sus conciertos posteriormente.

La banda en un principio jamás se cuestionó el hecho de que sus fans grabaran en sus conciertos. Ni tampoco pensó en las molestias que esta situación generaba. Los trípodes, cámaras y personas entorpeciendo la cancha abundaban y muchos fans se quejaban de esto. Y es por esto que según relata Mike Hart, el baterista de la banda Ultimate Classic Rock Nights, los integrantes de la banda se reunieron para conversar sobre algo serio: los grabaciones que realizaban los fans en sus conciertos. La actitud de los fans se les estaba escapando de las manos y se estaban enemistando entre ellos. Esa noche, en la reunión, la banda conversó seriamente y barajaron las opciones que tenían, que se reducían a dos, dejar grabar o no. Luego de discutirlo, llegaron a un consenso y concluyeron que ellos ordenarían el asunto y dejarían grabar a sus fans.

Hart dijo al respecto que: “teníamos la opción de quitarles las máquinas, ponerlas en algún lugar y darles un ticket para que las recuperaran después, porque estorbaban a los demás miembros del público con sus soportes y demás”. Pero esa opción fue desechada. “No, no podemos. No podemos ser policías. Somos los Grateful Dead, ¿sabes? No podemos impedirles que hagan nada, siempre y cuando no hagan daño a nadie”, dijo la banda.

La decisión de autorizar a sus fans a registrar sus conciertos implicó una reorganización. Y es por eso que implementaron un sistema para que todo fuera más cómodo y ameno tanto para los asistentes como para los fans que grababan. La banda acordó habilitar una sección para que dejaran sus grabadoras y trípodes. La decisión dejó a todos felices. Según comentó Hart, describe esta medida como una decisión brillante, porque ellos sabían que de esta manera su música llegaría a más personas. La banda eran consciente de que sus fans no podían acceder fácilmente a sus discos. “La gente no compraría nuestros discos porque no estaban a la altura”, comentó el baterista.

Esta decisión fue la que llevó a la banda a ser reconocida por autorizar los discos pirata y también a tener un catálogo de más de 20.000 discos informales. Los fans de la banda aún hablan de estas cintas e incluso las intercambian. Incluso en foros de internet se pueden ver grandes discusiones sobre estos registros.