Poco después de llegar a Irak -la tierra de los dos ríos-, en el marco de una visita oficial apostólica, el Papa Francisco recibió una noticia alarmante. “La víspera, en cuanto aterrizamos en Bagdad, me habían informado. La policía había comunicado a la Gendarmería vaticana que los servicios secretos ingleses los habían advertido de que una mujer bomba, una joven kamikaze, se dirigía a Mosul para inmolarse durante la visita papal. También de que una furgoneta había salido a toda velocidad con la misma intención”. El terrorismo islámico había puesto al Pontífice como objetivo.

La visita prosiguió sin sobresaltos, durante los primeros días de marzo del 2021, hasta que días después de que fuera avisado, Francisco le consultó a un funcionario de los servicios de seguridad que lo acompañaban sobre la amenaza sobre su persona. “Le pregunté a la Gendarmería si tenían noticias de los dos terroristas, el comandante me respondió lacónicamente: ‘Ya no existen’. La policía iraquí los había interceptado y los había hecho explotar. Eso también me conmocionó. Era otro fruto envenenado de la guerra.

El episodio es narrado por su propio protagonista en su libro Esperanza, su autobiografía que a partir de este jueves comienza a llegar a las librerías del país a través del sello Plaza & Janés. En sus páginas, hace tanto una revisión de su Pontificado como de aspectos más personales, como por ejemplo, su propia familia.

En el volumen, toca ciertos temas controversiales. Por ejemplo, los escándalos de pederastia dentro de la Iglesia, que explotaron sobre todo bajo el Pontificado de Benedicto XVI y los inicios del mismo Francisco. “Es nuestra vergüenza y nuestra humillación”, señala. Y comenta un episodio que vivió en una visita a Bélgica, en 2014. “En la nunciatura apostólica de Bruselas me reuní en privado con diecisiete víctimas de abuso por parte de miembros del clero: durante dos horas escuché el relato de su herida, les transmití mi dolor por lo que habían sufrido de pequeños y mi gratitud por la valentía que hoy mostraban. Este tipo de delitos no pueden prescribir, les dije”.

Y en esta parte hace una severa autorreflexión: “Sin duda, los primeros responsables son los que cometen los abusos, pero si un obispo sabe y no actúa se hace también responsable. Tapar es añadir vergüenza a la vergüenza. Las víctimas han de saber que el papa está con ellos. Y que en esto no se va a retroceder ni un solo paso”.

Papa Francisco habló sobre la presencia de homosexuales en seminarios. (Foto: Vatican News)

Y comenta de un episodio donde él mismo tomó medidas contra un acusado que resultó ser efectivamente un abusador. “Cuando era vicario episcopal en Flores, creo recordar que en 1993, me dieron a conocer un episodio relacionado con un diácono llegado del extranjero para formarse con vistas al sacerdocio. Ese joven había intentado aprovecharse de un chico parapléjico; no sucedió nada porque aquel chico era paralítico, sí, pero en absoluto sumiso: reaccionó con decisión y… el diácono recibió lo que se había buscado. Intervine de inmediato; convoqué al diácono y le dije: te vas ahora mismo, e informé de lo sucedido al obispo de su país”.

Eso sí, llama a tomar el tema en serio y evitar falsas denuncias. Y ejemplifica con un caso que conoció: “Debemos discernir y evitar trampas. Recuerdo un caso, también en Flores, que me dolió mucho; se trató de una calumnia, un intento de extorsión contra un sacerdote muy bueno: una familia lo amenazó con una denuncia por abusos para conseguir dinero. Investigamos; la policía incluso instaló una telecámara, y, al final, esa mentira, ese fraude, quedó al descubierto”.

17/12/2023 El Papa Francisco reza el Ángelus en la Plaza de San Pedro de El Vaticano, el 17 de diciembre de 2023 EUROPA ITALIA SOCIEDAD

También comenta su rol durante la última dictadura militar argentina. Asegura que realizó gestiones en persona con el mismísimo Jorge Rafael Videla, con el fin de dar con el paradero de algunos jesuitas desaparecidos. “Hice de todo por el padre Orlando Yorio y el padre Franz Jalics, dos sacerdotes jesuitas que pasaron cinco meses secuestrados. Incluso celebrar una misa por Videla. Tras un primer encuentro formal e infructuoso, en el que Videla tomó apuntes y me dijo que ‘indagaría’, decidí recurrir a otras vías. Las que hiciera falta. Logré enterarme del nombre del capellán militar que iba a celebrar misa en la residencia del comandante jefe, a la que asistiría toda la familia de Videla, y le pedí que fingiera que estaba enfermo. Fui en su lugar, y al acabar la misa me dirigí a Videla con determinación y le pedí que hiciera algo”.

Incluso, cuenta que también se reunió con el “duro” de la Junta Militar, el almirante Emilio Massera. “Cuando en Flores empezaron a circular rumores de que a los sacerdotes los había secuestrado un grupo operativo de la Marina, fui dos veces a visitar a Emilio Massera, el almirante jefe, para indagar y tratar de desbloquear la situación. Él ganaba tiempo, negaba, mareaba la perdiz. Me levanté, furioso, y antes de marcharme le dije: Quiero que vuelvan, ¡vivos! Al final, por suerte, volvieron”.

Eso sí, un tema espinudo del que no dio mayores detalles, fue la de su compleja visita a Chile, entre el 15 al 18 de enero de 2018. No abordó la defensa cerrada que hizo del obispo de la diócesis de Osorno Juan Barros Madrid, acusado de ser testigo y encubridor de los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Fernando Karadima. En cambio, solo se limita a comentar: “Faltaba poco para llegar a Iquique, la última etapa de mi viaje apostólico a Chile, un viaje complicado, y por eso aún más necesario”, y a continuación narra el episodio en que casó a bordo del avión a dos auxiliares de vuelo.

Del fútbol, Perón y Fellini

También aborda aspectos más personales, como su fanatismo por el fútbol, como buen argentino. “Siempre me gustó jugar al fútbol, daba igual que no fuera muy bueno. En Buenos Aires, a los que eran como yo los llamaban ‘pata dura’. Algo así como tener dos pies izquierdos. Pero jugaba. A menudo hacía de portero”, recuerda sobre su infancia. Incluso, asegura que siendo Papa se las arregla para seguir las noticias del balompié, sobre todo de San Lorenzo de Almagro, equipo del que es hincha. “Me mantengo informado, desde luego. Acerca de todo, y también del San Lorenzo. Uno de los guardias suizos me deja cada semana los resultados y la clasificación sobre la mesa”.

Incluso, hace una revelación: no ve televisión desde 1990. “(Es) para respetar una promesa que le hice a la Virgen del Carmen la noche del 15 de julio de aquel año. Aquella noche, en la comunidad de Buenos Aires, estábamos viendo la televisión cuando en la pantalla apareció una escena sórdida que me impresionó con dureza; me levanté y me fui. Al día siguiente me iban a trasladar a Córdoba. Fue como si Dios me dijera que la televisión no era para mí, que no me sentaba bien. Durante la misa hice una promesa a la Virgen y desde entonces la he incumplido en ocasiones contadas”.

Por este motivo, Francisco debe ser el único argentino que no ha visto jugar a Lionel Messi. “Un día, en el curso de una entrevista, llegaron a preguntarme si me sentía más ‘el Messi o el Mascherano’ de los papas. Respondí que no lo sabía porque desconocía sus estilos, pues, aunque Messi había participado en algunos actos oficiales del Vaticano, hacía muchos años que no veía fútbol”.

Cuenta también que en su juventud admiró a Juan Domingo Perón, “hacia la adolescencia, empezaron a intrigarme las reformas sociales que Perón estaba llevando a cabo y me inspiró una cierta simpatía”. Y cuenta que eso le trajo algunas fricciones con su familia. Específicamente, cita una discusión con un tío, ya que en su familia la mayoría eran antiperonistas. “Empezaron a cruzarse los insultos y la situación degeneró. Hasta que agarré el sifón y le rocié la cara a mi tío con agua de seltz”, y agrega: “aquella fue mi primera reacción clara en defensa de los pobres”.

También cuenta otros aspectos, como su gusto por el cine de Federico Fellini (”A mi Fellini de cuando yo era chico, el de hasta La dolce vita, lo quise muchísimo”), y la literatura de Fiodor Dostoievski (”Desde joven me encanta Dostoievski...En el mundo religioso de Dostoievski, el destino de los personajes se juega en la pertenencia al pueblo o en el alejamiento de este”).

Sigue leyendo en Culto