1. Tu boca me sabe a hierba

El 28 de octubre de 1994, Joan Manuel Serrat visitó la Universidad ARCIS. El cantante español vino a Chile para presentarse en la edición de la Teletón e hizo una parada para conversar con estudiantes sobre diversas temáticas. El activista Víctor Hugo Robles, más conocido como el Che de los Gays, estudiaba periodismo en esa casa de estudios y le comentó a Pedro Lemebel que el músico estaría presente. Hasta allí llegó el escritor, a un salón atiborrado de gente.

Fue ahí cuando Robles le preguntó a Serrat por qué nunca había dedicado una canción a los homosexuales, como sí lo habían hecho otros, como el cubano Pablo Milanés. “Él se sorprendió y dijo, no lo he pensado nunca, lo tendré en cuenta, pero también tengan en cuenta que siempre mi actitud ha sido de respeto y de que cada cual haga con su sexualidad lo que quiera. Dijo que nunca había dedicado una porque él no era homosexual y que pedía respeto a su heterosexualidad”, relata Robles en Culto.

Cuando Serrat abandonaba el salón, Pedro Lemebel le dio un beso en la boca al español.

En una entrevista en Triángulo Abierto, programa de Radio Tierra, los auditores le preguntaban a Lemebel las razones tras ese beso y si lo consideraba un atropello. “Fue un atropello, fue una falta de respeto, pero yo quiero que me falten el respeto”, respondió el escritor. “Un beso más o un beso menos no le va a quitar ni una estrofa a las canciones de Serrat. A mi lo que me preocupa es por qué la gente se preocupó tanto”, agregó.

Me encantó. Su boca me sabe a hierba”, dijo Lemebel, quien posteriormente escribió una crónica llamada Tu boca me sabe a hierba. “Tratando de acercarme, empujando, deslizándome entre los cuerpos apretados de los jóvenes que le pedían autógrafos. Logrando meterme bajo la cadena de brazos, que formaron un pasillo de seguridad para protegerlo, me lo encuentro de espaldas despidiéndose, y al darse vuelta se topa con mi cara a boca de jarro, a sólo unos centímetros. Entonces se detuvo el tiempo y un gran silencio congeló ese instante. ‘Veinte años no es nada’, me dijo, y mi boca se despegó de mí como un pájaro sediento que se posó en sus labios. Sólo un momento la homosexualidad lo tocó con la sed carmesí de una boca chupona”, redactó en el texto.

“Yo creo que fue una traición al conquistador, porque él es español—siguió explicándose en Radio Tierra—. Es un beso de la india, un beso con SIDA, devolver el SIDA en el beso. Antes se lo di a García Márquez, y estoy esperando a Fidel (Castro), me va a costar, a Lagos también”.

Hace dos años, el cantante español se refirió a ese momento en una entrevista. “¿Cómo recuerda ese momento?”, le pregunta el periodista. “Con terror”, responde Serrat, y añade: “Pero porque no me dio a tiempo a reaccionar (…) me dejó estupefacto. Fuimos excelentes amigos. Si llego a saber que era él, se lo hubiera devuelto inmediatamente”, dijo.

2. Otros polémicos besos

Tal como dijo Lemebel en Triángulo Abierto, antes le dio un beso a Gabriel García Márquez. En esta ocasión, no hay registros audiovisuales que den cuenta del hecho, pero sí la misma pluma del escritor de Tengo miedo torero.

Para el fallecimiento de Gabriel García Márquez, en 2014, Lemebel publicó un artículo en El ciudadano titulado El beso a Gabo, en el cual relata el momento, en que estuvo acompañado de Francisco Casas, su compañero en Las Yeguas del Apocalipsis.

“Y alguien nos dijo que estaban esperando la salida de Gabriel García Márquez de visita en el país. Entonces, como yo era la yegua besadora, título que me puso Pancho Casas por haberle robado besos brujos a varios famosos de la política y la cultura. Entonces, me dice Pancho: Mira Pedro, cuando aparezca Gabo, tú te metes entre la gente, hasta estar frente a él, y lo besas. Y yo como una muñeca mecánica, le hice caso. Y cuando vino el alboroto por la salida de Gabo, veo su cabellera cana en la multitud, y camino como zombi, dando codazos y empujones, hasta quedar frente a su cara. Y ahí mismo, antes de subirse al auto, le tomo la cara con las dos manos y le estampo mi boca en su boca. Él no se asustó ni pareció sorprendido. Lo divirtió y exclamó un ¡HUY!, muerto de la risa”, escribió.

Gabriel García Márquez. Foto Ulf Andersen.

A quien también besó Lemebel fue a Ricardo Lagos. Ocurrió el 21 de agosto de 1989, tras el plebiscito, cuando artistas e intelectuales se reunieron en el Teatro Cariola para proclamar a Patricio Aylwin como candidato presidencial y hacer una revisión de las políticas culturales del eventual gobierno, en conjunto con representantes del gremio. En medio del discurso de la Premio Nacional de Arte (1969) Ana González, Pedro Lemebel y Francisco Casas subieron al escenario con abrigos, tacos y mallas de ballet con un lienzo que consignaba la frase “Homosexuales por el cambio”.

Según recuerda Francisco Casas en una entrevista con Palabra Pública, “cuando Ricardo Lagos va pasando, yo lo agarro y Pedro Lemebel lo besa en la boca. Todos los flashes se dispararon, pero no hay ninguna fotografía de eso”. De acuerdo al integrante del colectivo, ese fue el primer acto de censura en democracia.

3. Luciano Cruz-Coke

Pedro Lemebel llegó a la Feria del Libro de Guadalajara en 1999, invitado tras la renuncia de Roberto Bolaño: “En 1999 me dijeron que sobraba un pasaje. Entre mandarlos a la mierda, dije:’ Voy y aquí les dejo la cagá'. Y así lo hice”, contó.

En la lectura, Lemebel leyó la crónica Mamá pistola, sobre la valentía de su madre, Canción para niño boliviano, en que pidió mar para Bolivia, y el Ministro Piñerarte, que ya antes había mostrado en la Feria del Libro de Santiago. Cuenta que el día en que el Presidente Piñera nombró a su gabinete en el Museo de Bellas Artes, Lemebel se encontró con el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, quien lo saludó afectuosamente. A cambio, el escritor escupió al suelo.

“Pedro ya había hecho eso en la Feria del Libro de Guadalajara, donde se había encontrado con escritores que no le caían bien o que tenían disputas políticas o literarias”, contó su amigo, el escritor Juan Pablo Sutherland, en entrevista con Culto.

4. “Esta feria es una mierda”

En otra edición de la Feria del Libro de Guadalajara, en 2012, Lemebel repitió una provocación similar. En esa instancia, cuando un fotógrafo del Consejo de la Cultura le pidió un retrato, el cronista tomó un sorbo de agua y luego le escupió directo a la cara.

Después, derramó un vaso de agua sobre el escritor Óscar Contardo.

Lemebel en la Feria del Libro Internacional de Guadalajara 2012. Foto: Pedro Andres/ FIL GUADALAJARA

Tras una lectura dramatizada de su texto Susurrucucu paloma, el cronista se lanzó en contra de la cita. “Esta feria es una mierda. Un mall burgués. No he visto a pobres, ni punkis ni hippies. Bueno, ustedes me podrían decir igual como yo digo de mi Presi: es lo que hay. Y el stand de Chile, qué cosa más horrible. Esa mediagua, ese palafito, cuatro palos. Y barato salió. Para hacerse los pobres lo hicieron. Horrible”.

5. “Viejos rancios”

La personalidad irreverente de Pedro Lemebel quedó de manifiesto en otro encuentro literario, esta vez desarrollado en Chile. Así lo recordó Juan Pablo Sutherland en su libro Lemebel sin Lemebel. Postales amorosas de una ciudad sin ti (2024), y en entrevista con Culto:

“Siempre fui muy trabajólico, tenía 20 años y estaba participando en un congreso internacional, que tenía el ánimo de refrescar a Chile después de la dictadura en términos culturales. Ramón Díaz Eterovic, que era presidente de la Sociedad de Escritores en ese tiempo, convoca a mesas literarias y me llama a mí. Se me ocurre escribir sobre las Yeguas del Apocalipsis, que en ese momento era un colectivo que se conocía, pero en un espacio más under y contracultural. Estoy ahí con Jorge Edwards, Mempo Giardinelli, Adolfo Couve, que es un escritor chileno que falleció, y con Rafael Ramírez, un escritor mexicano. Entonces, cuando estoy leyendo, estos escritores chilenos, Edwards y Cuove, se empiezan a molestar conmigo, porque yo empiezo a hablar de lo que significan los imaginarios culturales homosexuales en la literatura y en las artes visuales. Entonces se provoca una especie de respuesta. Yo era un joven escritor y tenía muchas ganas de discutir y de resistir frente a esos lugares. Pedro salió muy enojado, diciendo que se fue porque no quería estar con esos viejos rancios”.

27 Noviembre 2024 Entrevista a Juan Pablo Sutherland, escritor, Libro Lemebel sin Lemebel Foto: Andres Perez

6. Su amistad con Gladys Marín

Ambos se conocieron en una marcha por los derechos humanos, en los inicios de los 90. La protesta se extendía por la Alameda y Pedro Lemebel caminaba con una N pintada en la espalda, y de la mano de Francisco Casas, en una performance de Las Yeguas del Apocalipsis.

“Hubo un enamoramiento instantáneo”, dijo el cronista, en medio de una conversación en Cancionero, programa que conducía en Radio Tierra y en el cual su querida amiga, Gladys Marín, era la invitada. Ella le preguntó: “¿Supongo que me vas a apoyar en la candidatura?”.

“Por supuesto, reina”, le dijo él. Así lo hizo. Según cuenta Óscar Contardo en Loca fuerte: retrato de Pedro Lemebel (2022), el escritor acompañó a Marín en una gira en tren al sur, en 1999, y redactó en ese contexto la crónica Como sea tu rabioso cariño.

La amistad fue breve pero intensa. Su amiga del Partido Comunista lo acompañó tras la muerte de su madre, Violeta Lemebel. “Me acompañó en todos mis duelos, en los momentos más duros, cómo no voy a estar destrozado por lo que le pasó. Este país hipócrita no se merecía a Gladys”, dijo Pedro Lemebel después del fallecimiento de Marín, el 6 de marzo de 2005.

El último libro del escritor, publicado de manera póstuma, se tituló Mi amiga Gladys (2016).

7. De Pe a Pá: Pedro Carcuro

A fines de 2001, Pedro Lemebel fue invitado al programa de Pé a Pá, conducido por Pedro Carcuro en Televisión Nacional de Chile (TVN). Vestido de negro y con sus zapatos de taco aguja, el escritor le dijo al periodista, por ejemplo, que dejara de repetir la palabra homosexual. “La gente, con la carita de cola que tengo, con los tacos alto y la vocecita, todo el mundo sabe de que se trata, dice el cronista. Y, posteriormente, leyó un listado de sinónimos para referirse a los “teresos”, según palabras de Lemebel.

Antes de irse, el escritor dice en televisión abierta. “Antes de despedirme, y yo creo que de alguna manera me estoy despidiendo para siempre de acá, quería pedirte un minuto, un minuto porque en este, tu programa, en este canal, me gustaría rendirle un homenaje a todas las mujeres que fueron torturadas y detenidas en la dictadura de Pinochet, en el nombre de tu hermana Carmen Carcuro”. Entonces lo mira fijo y le da la mano. “Muchas gracias”, dice el invitado.

La historia de Carmen Carcuro no era conocida. Según Loca fuerte (2022), Lemebel se enteró gracias a su amiga Carmen Soria. “Yo llevaba mi molotov bajo el brazo, cuando voy a la televisión voy con dinamita o no voy”, diría tiempo después.

Según recuerda la escritora Raquel Olea, que estaba viendo el programa en ese entonces, la pantalla se fue a negro y apareció un anuncio de colchones.

En Abismos atemporales (2014), de la escritora Nelly Richard, Lemebel recuerda ese episodio. “(Carcuro) mantuvo su misma cara plana y fluorescente, como pantalla mormona y amoral”. Su intención era “sacarle en cara la historia de su hermana torturada en el Chile de la dictadura, mientras él le daba un abrazo de confianza a Pinochet el día de su cumpleaños”, dijo el escritor según recoge El Desconcierto.

8. El unicornio azul de Silvio Rodríguez

Pedro Lemebel viajó hasta Buenos Aires para ver al cubano Silvio Rodríguez. Esa odisea la inmortalizó en una columna que publicó en el Clarín de Argentina en 2002 y que después integraría el libro Zanjón de la Aguada. “Ay Silvio, le susurré en secreto a la amiga marica que me acompañaba en ese tour de libertad trasandina. ¿Será tierno como sus canciones?, pensé en voz alta”, escribe en el texto.

“¿Quién será el unicornio de Silvio?, le preguntó al viento, embriagada por el recuerdo de la canción. Pregúntaselo a él pos niña, le contesté al descuido, mirando la ciudad de Buenos Aires”, registra Lemebel. Se refiere a Unicornio (1982), canción de Silvio Rodríguez que, según Lemebel, iba dirigida a los homosexuales.

Según dice la columna, Pedro Lemebel y su compañera consiguieron hablar con el cubano y hacerle la ansiada pregunta. “Mira, me dijo. Lamento mucho que tú y tu amigo piensen eso. Pero más lamento esta confusión de temas porque la historia de esa canción corresponde a un padre que perdió a su hijo en la guerrilla nicaragüense. Además, a ustedes les debe quedar claro, que sobre el tema de la homosexualidad hemos sido muy precisos. Con la revolución todo, sin la revolución nada”, dice en el texto.

Su columna despertó las reacciones, incluso años más tarde. A raíz de un texto del periodista Bruno Bimbi, donde acusaba que el cubano incurrió en actitudes homofóbicas, Silvio Rodríguez responde que ese incidentese trata de una invención absurda de un escritor chileno que yo no conocía (ya sé que es famoso)”.

9. Claudio Narea en su agenda

El exintegrante de Los Prisioneros, Claudio Narea, fue uno de los amores no correspondidos de Pedro Lemebel. En la reciente biografía Tu voz existe. Vida de Pedro Lemebel (Planeta) de Jovana Skarmeta -actual directora del sello Ediciones Universidad de Valparaíso- y el escritor Marcelo Simonetti; se desliza que Lemebel “también estuvo enamorado de Claudio Narea”.

Pedro Lemebel y Claudio Narea: historia de una amistad

El guitarrista fue invitado a radio Tierra, capítulo en donde Lemebel le consultó qué opinaba sobre los homosexuales. “Me sentí un poco tonto con aquella pregunta sobre los homosexuales. ¿Qué podía opinar yo sobre los homosexuales? No tenía ninguna cercanía con el mundo gay ¿Debía acaso tener alguna opinión? En ese momento solo podía responder una estupidez y eso fue exactamente lo que hice. Pedro me miró y dijo con delicadeza: Tienes mucho que aprender todavía”, escribe Narea en Pedro, maestro, texto que integra Las viudas odiosas de Lemebel (2025), editado por Víctor Hugo Robles.

Desde ahí comenzaron una amistad. “El primer encuentro tuvo lugar en su casa de Bellavista, donde pude darme cuenta que en su agenda, tenía una gran foto de mi cara pegada en la portada. Alucinante me pareció. Loco porque, recordé de inmediato la crónica que me había leído en la radio, en donde él y yo terminábamos bailando apretados. Paré las antenas. Chistoso me parece contarlo ahora, porque Pedro nunca me declaró nada amoroso, en cambio, desde ese primer día, Lemebel se convirtió en confidente mío y yo también escuché con interés sus historias de amor”, continúa en su escrito.

10. Alacranes en la marcha

La cara de Pedro Lemebel rodeada de agujas es hoy una de las imágenes más representativas del escritor. Aquella puesta en escena se convirtió en portadas de sus biografías y adhesivos en poleras.

Alacranes en la marcha (1994) fue el nombre de la intervención que hizo Lemebel durante el 25° aniversario de la marcha de Stonewall, en Nueva York. Hasta allá llegó con junto a Susana Peña, Roberto Pablo y Vicky Figueroa, utilizando una corona de agujas que emulaban sangre y con los órganos internos pintados en el pecho.

A la vez, sostenía un cartel que decía Chile returns AIDS, es decir, Chile regresa el SIDA, en español. Hoy, aquella fotografía vive como una de las perfomance más rupturistas de Lemebel.

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