Fue en el género del cuento donde Pedro Lemebel comenzó a forjar sus primeras armas como escritor. El relato corto, una historia sencilla, de a poco se le mostró como una posibilidad a explorar. Según consta en la reciente biografía Tu voz existe. Vida de Pedro Lemebel (Planeta), de Jovana Skarmeta y Marcelo Simonetti, el gran apoyo que tuvo Lemebel a la hora de ser escritor fue Pía Barros, gestora de uno de los talleres literarios más longevos del país.
“No resulta difícil suponer qué fue lo que vio Pedro en Pía Barros. Algo parecido a una hermana, una compañera en la que podía confiar para abrirse paso en el mundo literario. Pedro escribía a mano, con una letra microscópica, en cualquier pedacito de papel que encontrara: un boleto, una servilleta, lo que fuera”, relatan en la biografía.
El ejercicio de escribir cuentos hizo que en 1983 ganara un concurso de cuentos con su relato Porque el tiempo está cerca. Aunque su primer libro demoraría en llegar, fue recién en 1995 cuando publicó La esquina es mi corazón: crónica urbana, cuando hizo su debut en la crónica. Un género literario considerado menor, pero que Lemebel se encargó de volver a poner en relieve.
Ese libro debut hasta hoy ha dejado una profunda huella. Consultada por Culto, la destacada crítica literaria Patricia Espinosa comenta: “La esquina es mi corazón (1995) su primer libro, donde podemos encontrar una textualidad donde la función comunicacional es central. El autor no le habla a las elites, sino a quienes margina el poder. Desde un habla cuyo origen es lo popular, este volumen coagula lo medular de la estética lemebeliana. Su posición ante la dictadura, la posdictadura y la represión experimentada por la disidencia sexual, desde una voz en primera persona apasionada por la escritura y la palabra subversiva, el desmontaje de una realidad siempre represora”.
Es que ya en ese volumen Lemebel dejó claro su sello, una voz particular, algo muy difícil de lograr para los escritores. “Su escritura es un ejercicio de permanente construcción y deconstrucción de la memoria que opera como un registro de la historia, de la política y de la vivencia íntima experimentada por un sujetx que da cuenta no solo de la crisis de la ficción, de los modos de representatividad del testimonio, sino que particularmente del despliegue de la escritura como resistencia”, dice Espinosa.
“Lemebel despliega con destreza una prosa barroca, cargada de musicalidad y lírica, enfocada en figuras y espacios oscuros iluminados por su mirada. Un ojo coliza, como bien dice el propio autor, que recoge los desechos del mundo para denunciar, pero también gozar. Porque el goce es también un componente importante en su escritura, un guiño a la figura del pícaro desde la modulación homosexual. Este aspecto, que me parece otro de sus grandes aportes, permite que la voz narrativa, pese a todo, sea la de un sobreviviente cargado de utopías”, agrega la crítica.
El escritor Alejandro Zambra se refirió a él en su ensayo Dos notas urgentes sobre Pedro Lemebel, incluido en su volumen No leer (Anagrama, 2018). “Lemebel supo ir más allá de las expectativas de la prensa y de los paralizantes marcos teóricos. Su obra, estudiada en decenas de universidades en todo el mundo, ha demostrado una consistencia y una relevancia mucho mayor que la que le atribuían quienes lo ninguneaban a grito pelado en los años noventa, y que ahora, resignados a una escala diferente de lo políticamente correcto, siguen ningunéandolo sotto voce”.
Lemebel publicó principalmente crónicas, pero también una novela, la única de su trayectoria. Tengo miedo, torero (2001), donde revive los días en que fue ayudista en el FPMR. “Es una novela mal leída por la crítica literaria nacional. Generalmente considerada ‘menor’ al compararla con sus crónicas -señala Espinosa-. Desde mi mirada, es una novela excepcional. La entrada en la ficción permite a Lemebel, profundizar en el melodrama de corte político mediante una protagonista tan grandiosa como La Manuela de El lugar sin límites”.
¿Cuál es la importancia de esta novela? Espinosa señala: “La tensión entre el deseo romántico y político permite que la narración asuma una posición ideológica en complicidad con una comunidad revolucionaria, proscrita incluso por la izquierda. Desde ahí, la narración se enfrenta a una izquierda homofóbica y con ello permite que por primera vez la literatura nacional inscriba una nueva dimensión de la violencia hacia la homosexualidad, esta vez desde el interior del macho de izquierda”.
El periodista Óscar Contardo, quien publicó la biografía Loca fuerte (Ediciones UDP, 2022) señaló a Culto en 2022 sobre la obra lemebeliana: “Yo creo que en La esquina es mi corazón está todo el resto. Está el tono, están los temas, está el imaginario, está el lenguaje. Tengo miedo torero, que fue criticada tibiamente acá, creo que tiene un valor particular, ha tenido una trascendencia evidente. Él decía: ‘Me critican porque dicen que es un folletín, pero es que eso es, es un folletín, esa era mi intención’. Fue juzgada por un tribunal que medía con una misma vara obras de arte que tal vez no cumplían los requisitos tradicionales, pero que abría otras miradas que no estaban presentes hasta ese momento”.
“Además, Háblame de amores tiene un valor especial, porque considero que en ese libro Pedro Lemebel se decidió a contarnos no solamente las aventuras que pueden ser más o menos disrruptoras o más o menos cómicas, sino también un repertorio que tiene un tono más melancólico. Ya estaba en otra etapa de su vida. Es como la diferencia entre las primeras películas de Almodóvar con las últimas, y lo comparo con él porque ambos fueron publicados por Anagrama”.
¿Cómo situar el aporte de Lemebel a la literatura chilena? Espinosa señala: “La potencia maravillosa de su habla deslenguada, desesperada, ansiosa de palabra, ‘hablamiento’, se revela como su mayor patrimonio; resultando así, al modo de una bomba racimo, donde nada volverá a ser igual en la literatura chilena. Hay un antes y un después de Lemebel y su poética marica, vivida como una militancia entre su arte y vida”.
Zambra señala en el citado ensayo: “Su obra se estudia en todo el mundo, se habla de él en la prensa, en la radio, en la tele, porque sus libros crearon un público que no existía. Sus libros cambiaron vidas. Decir que su obra es importante para la literatura chilena sería mezquino: su obra es importante para Chile”.