*Ela Minus - DÍA

Junto a la peruana Sofía Kourtesis, la colombiana Ela Minus -el alias de Gabriela Jimeno- representa la vanguardia electrónica femenina latina en los clubes del Primer Mundo. Minus, de pasado en una banda punk de su país -Ratón Pérez- y con estudios de jazz, debutó en el furor de la pandemia con acts of rebellion (2020), un álbum con espíritu discotequero, estimulante, de lo mejor de ese año convulso, y que manifestaba su raíz sudamericana porque su electrónica era más de piel y sin esa característica cerebral y excesivamente robótica de sus colegas europeos.

Casi cinco años después vuelve con DÍA, un trabajo quizás un poco más luminoso y donde la música deja de ser plenamente hedonista para adquirir características más reflexivas como en IDK, que podría ser una descendiente moderna del Pink Floyd de la primera década de los setentas, con un sonido envolvente y repetitivo mezclado con ruidos sintéticos.

Minus persigue la complejidad sonora y la síntesis musical, con los arpegios como hilo conductor y con un protagonismo vocal que en su anterior obra estaba más oculto, sin desarrollar. Los temas, además, están unidos para dar la impresión de continuidad. El inicio y el cierre del disco -con ABRIR MONTE y COMBAT- remiten a un ambient despojado, abstracto y limpio. QQQQ, ONWARDS y UPWARDS están hechos para la fiesta nocturna, con frenesí y ánimo festivo. DÍA no es un trabajo sorprendente, que marque un nuevo rumbo en la electrónica, pero tiene una visión casera, sin excesiva grandilocuencia, que lo hace adhesivo y entretenido. Sobre todo, en esta época del año.

*Mogwai - The Bad Fire

La carátula del nuevo disco de Mogwai es un volcán prácticamente en erupción. Coincidencia o no, es una radiografía de la música que, por casi treinta años, estos escoceses -que partieron haciendo pequeños shows organizados en su natal Glasgow junto a Alex Kapranos, el líder de Franz Ferdinand- han hecho una marca de fábrica. Un estilo de transita entre la furia y la melancolía, la vehemencia y la calma.

El título del álbum, tomado de una frase escocesa que designa al infierno, no tiene mayor relación con la música. Aunque permanece una estructura musical de paisajes áridos y guitarras saturadas con vocalizaciones mínimas como aspectos primordiales, The Bad Fire es, con toda seguridad, el trabajo más pop de la banda. Quizás la sorpresiva asunción en los primeros lugares de venta -por unas semanas- en el Reino Unido de su anterior obra, As the Love Continues (2021) o la inclusión del productor John Congleton -St. Vincent, John Grant- moldearon canciones más accesibles, pero con el mismo ímpetu disruptivo que los ha hecho uno de los nombres esenciales del post rock.

La voz fantasmal en Fanzine Made of Flesh, filtrada por un vocoder; Lion Rumpus y Hi Chaos, con esas enardecidas murallas de guitarras que le hacen honor a su música volcánica o la dulzura de siete minutos en el cierre con Fact Boy actúan como momentos estelares de una banda que, pese al paso del tiempo, todavía conserva la capacidad de conmover y provocar. Una tarea difícil cuando se tienen 30 años de trayectoria ininterrumpida.

*SAULT - Acts of Faith

Desde su aparición hace poco más de cinco años, sin promoción ni entrevistas ni conciertos, el colectivo SAULT ha estado rodeado por el misterio. En esos comienzos ni siquiera se sabía quien estaba detrás de esa música deliciosamente negra, sesentera, que fluía con calidad y justeza entre el soul, el funk, el gospel y el pop. Ahora, con diez discos en sus espaldas, una presentación en vivo en diciembre del año antepasado -cuyas entradas se agotaron en minutos-, el grupo liderado por el productor Inflo y en que participan estrellas como Cleo Sol, Little Simz y Michael Kiwanuka, entre otros, acaba de subir a sitios de streaming -el disco físico se venderá en unos meses- su más reciente trabajo: Acts of Faith.

Esa libertad de hacer música cuando quieren y sin los grilletes impuestos por las multinacionales logra que sus canciones tengan una calidad y un poder redentor supremo. En este álbum, el espíritu de leyendas como Marvin Gaye, Stevie Wonder y Curtis Mayfield, entre otros, se palpa en una musicalidad rica, diversa, perfectamente ensamblada, siempre espiritual y delicada, donde las armonías vocales se entrelazan con el protagonismo de teclados sutiles, guitarras rítmicas, bajos protagónicos y voces que oscilan entre la suavidad y la expresividad.

Acts of Faith se organiza como una gran canción que va mutando imperceptiblemente a través de nueve títulos de extensión ideal -el álbum dura 32 minutos-, donde cada instrumentación y las voces suenan distinguidas, elegantes y cubiertas por una belleza que engloba toda la calidad e inspiración de la mejor música negra. Un grandísimo disco.