Ha pasado casi un mes desde que la comediante Yolanda Carmín, interpretada por Lorena Ibaceta, se presentó en el Festival de Olmué. Vivió un traspié en su rutina, no convenció a la audiencia y se tuvo que bajar antes del escenario. ¿Cómo ha sido su vida tras ese momento?
En charla con Culto, comentó que no recuerda mucho de ese instante. “Siento que tengo imágenes como cuando la gente vive experiencias traumáticas”, dice; también rememora que “siento que fue un momento de mucho nerviosismo. Me he enterado más de cosas porque me han contado”.
Su show -y lo que mostró en esa noche en el Patagual- se caracteriza por mezclar humor y música. “Yo entré cantando y entré de perdedora, o sea, inmediatamente. Entonces ahí se siente inmediatamente el rechazo (...) Había un cansancio de lo musical, entiendo que lo mío podía no enganchar a la gente, estaba también ese riesgo. No pensé que podía suceder, pero ya después, planteándomelo, también se entiende que no se haya querido aceptar o ver la propuesta”, reflexiona Carmín.
Cuando ella bajó del escenario, recuerda que su equipo estaba en completo silencio. Nadie dijo nada, “como cuando muere alguien”, menciona. “No sabemos qué pasó. En el fondo yo lo asocio como a la inexperiencia en festivales, a no tener experiencia con pifias”, apuesta.
La noche fue amarga para ella, porque nunca había vivido algo parecido. El abucheo del público del Patagual era el primero que recibía en sus 12 años de carrera. Es por eso que al principio se cuestionó todo. “¿Y ahora de qué voy a trabajar? Voy a tener que dedicarme a otra cosa. Lamentablemente no tengo otro emprendimiento”, pensaba.
Los tres primeros días se sintió muy abatida, en parte porque la previa al festival fue intensa para ella. “Estaba súper cansada porque la previa al festival fue súper agotadora, entonces estaba en mi casa así como, ya ¿y ahora qué? Al final uno llega a la conclusión de que todo continúa, la vida sigue, el mundo no se le detiene a nadie, solo a uno. La gente continúa, la gente habla un rato”. A pesar de eso, ve el lado positivo: “Fue mi primera vez, no tenía ninguna herramienta adquirida por experiencia para decir ‘esto se hace cuando te pifian’. Fue una experiencia muy nueva, que tampoco me arrepiento de haber vivido, porque siento que he aprendido mucho en el post de esta experiencia”
-¿Antes de Olmué solo te presentaste en lugares más chicos, como en teatros?
Más que chicos, eran más íntimos. Había tenido experiencia en escenarios de 3.000, 4.000 personas. Siempre habían sido experiencias positivas, a pesar de que eran públicos complejos a veces. Generalmente cuando hay festivales que son municipales o de ese estilo, a veces la gente ni sabe cuál es la parrilla, o van a ver a un artista de la parrilla y no se quieren bancar los otros dos artistas.
“Ya había estado en públicos difíciles. Estuve una vez con la Alameda llena, lloviendo, yo animaba con Jean Philippe Cretton y el evento todavía no comenzaba. Entonces me dicen Yolanda, ‘¿puedes rellenar mientras organizamos todo? Porque no podemos partir todavía, tenemos problemas técnicos’. Y yo dije ’chuta, ¿qué hago? Me van a tirar aquí a morir’. Yo soy de ir y dije ‘vamos, hagámoslo’. Ahí había gente que iba a ver una parrilla, ni siquiera me iban a ver a mí, estaba lloviendo, y además la gente estaba enojada porque habían dicho por parlante que iban a suspender el evento por la lluvia. Entonces la gente decía ‘no nos vamos a ir, no nos vamos a ir’. Y yo, ‘¿Qué? Ahora tengo que salir yo’”.
-¿Qué evento era?
Santiago es Mío, parece. Era un evento muy masivo. Después llegó el Jean Philippe, hicimos las animaciones que pudimos porque también tuvimos que acortar el evento, hacerlo más pequeño y llovía, llovía, llovía. Nosotros estábamos ahí en el escenario pensando “nos vamos a electrocutar”.
-Entonces habías probado la rutina de Olmué en eventos más grandes
Sí, de hecho, en un evento para el Mes de la Mujer, en el 2024, en Valparaíso, un festival bien bonito que se llama Juntas, yo animaba el evento y también hubo un problema técnico. Le tocaba cantar a Javiera Mena, era el show de cierre, la gente venía a ver a Javiera Mena, todo el público esperó a Javiera Mena toda la jornada y cuando empezaron a hacer el montaje dicen “necesitamos 15 minutos más”. Y las chiquillas -porque está todo organizado por mujeres- decían ¿qué hacemos?, ¿necesitan 15 minutos?, ¿tiramos música?, ¿ponemos un DJ? ¿Cómo atinamos con esto que es de último momento?
“Entonces me dicen: ‘¿Yoli, tú querrías hacer rutina unos 15 minutos? Solo si quieres’, me dijeron, porque obviamente sabemos que es difícil. Y yo dije ‘no sé’, porque la gente estaba gritando ‘¡Javiera Mena!’ a todo dar. ‘Y que voy a salir ahora, me van a matar’. Y dije ‘ya, ¿sabes qué? Hagámoslo. Esta gente no me quiere ver, así que en el peor de los casos me devuelvo nomás y me voy para la casa y continuamos, ponemos una música, lo que sea’”.
“Gritaban ‘¡Javiera Mena!’ y yo salgo y digo, ‘hola, buenas noches’, y hago la rutina, que es la que iba a presentar en Olmué. Hice 15 minutos de esa rutina, y la gente cantó Pandora, cantó Juan Gabriel, y lo pasaron súper bien ¿Por qué no me pasó esto antes? ¿Que en algún lugar que me hayan dicho ‘buuu’? Hubiese estado más entrenada. Ahora ya tengo la experiencia, si me llega a pasar en otra ocasión ya sé a lo que voy, no me voy a choquear tanto, no me voy a impactar tanto, no me va a dar tanto nervio, supongo”.
-¿Estabas nerviosa desde antes de entrar o comenzaste a sentir nerviosismo al ver cómo reaccionó el público?
Estaba nerviosa, porque siempre una se pone nerviosa. Todas las veces que me subo al escenario me pongo nerviosa. Pero sí fue muy impactante percibir al público tan... No sé, no sé cuál podría ser la palabra, pero era la sensación de que siempre que yo entro al show es un momento de alegría, entonces digo “hola, buenas noches” y la gente está súper contenta. Claro, porque esa gente es la que me va a ver, pero estar en un lugar donde nadie te va a ver es súper hostil. Y es lo que viven yo creo todos los comediantes que van a los festivales, porque uno está entremedio de las estrellas de la música. Es como ¡Ehh, Shakira! Y de repente, entra una persona que va de intermedio. Siento que los festivales son una ruleta y te puede tocar que te vaya mal, es una posibilidad.
-A Juan Pablo Flores también lo pifiaron en el Festival de Las Condes. ¿Lo viste?
No lo vi en vivo, pero me contaron. ¿Sabes por qué me contaron? Porque había gente que ponía abajo en los comentarios: ‘Yolanda Carmín, no te supimos valorar’ Y yo decía ya, al final el juego es destruir personas. Los festivales chilenos son el único lugar del mundo donde esto sucede, donde si la gente no quiere ver algo, teniendo en cuenta que hay una parrilla, lo abuchea. Y de hecho, en otros países se habla de Chile por eso. Hablan del Festival de Viña, porque antes esto estaba asociado al Festival de Viña.
“Lo que me pasó a mí, era que decían que Olmué es un público muy amable y después de Juan Pablo Flores dicen ‘no, es que el Festival de Las Condes es otra cosa, porque es Las Condes’, ‘la gente es súper educada’, y al final no es ni el festival de Olmué, ni el de Viña, ni el de Las Condes, sino que son los festivales aquí en Chile”.
“Aquí el público se manifiesta de una manera hostil, si no es lo que quieren ver o si no les gusta lo que quieren ver. Al parecer no sucede en otra parte. Ha pasado a veces que hasta en la competencia folclórica o internacional, pifian. Es una competencia, siento que ahí hay un tema. Yo por ejemplo nunca he pifiado, entonces no sé cuál es la motivación. He ido a shows donde no me ha gustado lo que estoy viendo y trato de estar lo más tranquila posible, tomo agüita, si es un evento masivo y puedo salir, me retiro; si es más privado, me quedo. Si no sé muy bien a lo que voy, me quedo cerca de la salida, por si tengo que evacuar. Pero así como ¡buuuu!, no me daría el alma para pifiar a una persona, siento que independiente que me pueda gustar o no lo que yo estoy viendo, es el trabajo de una persona”.
-¿Tienes alguna autocrítica sobre tu rutina en Olmué?
Sí, a nivel de autocrítica, siento que fui muy ilusa al pensar que lo mío podía funcionar en un festival donde la gente no te va a ver a ti. La gente va a ver otro espectáculo. La otra autocrítica es que también me ganaron los nervios al sentir las pifias. Quizás si hubiese sentido las pifias y hubiese continuado, hubiese sido otra la historia. Pero siento que las pifias me afectaron mucho y ahí va a estar mi aprendizaje más fuerte. Tengo que decidir si quiero volver a actuar frente a públicos que no me quieran ver. Porque, por ejemplo, la Pamela Leiva después de Viña tuvo muchos festivales masivos en distintas comunas y en uno de los últimos eventos la pifiaron muy feo y ella estaba enojada y los subió y los bajó y salió en todos los canales, en todos los diarios, el video lo reproducían y lo ponían en las redes sociales. “Que por qué hiciste eso, que así no se trata al público”, decían.
“La Pame dijo ‘¿saben qué? Yo ya me aburrí de hacer shows para gente que no me quiere ver, porque a los festivales va mucha gente que no te quiere ver’, entonces ella decidió hacer su espectáculo, que es un éxito de ventas. Ella vende todas las entradas, las agota en el minuto y hace su show solo para mujeres en los teatros y los llena. Hizo gira por todo Chile en teatros, en salas, en locales y le ha ido increíble”
“Está ahí esa decisión que uno dice ‘¿dónde quiero presentar mi espectáculo? ¿En un lugar donde no me quieren ver o en un lugar donde la gente me quiere ir a ver?’. Natalia Valdebenito es una actriz de comedia en teatro. La Natalia no hace su show en televisión, hace especiales para Netflix, no va tanto a festivales, tampoco donde hay 8 mil personas que la mitad la quiere ver, la otra mitad no. También me enseñó que tengo que cuidarme. Yo pensaba que, como nunca me había pasado, yo sentía que todos los públicos eran bacanes, porque para mí el público es público, o sea, bacán todos los públicos, a mí me encanta ir a todas partes, pero creo que es importante decidir dónde uno quiere estar”.
-Hicimos un conteo y notamos que han pifiado a más comediantes mujeres que hombres en los festivales. A Soulfia, que es cantante, también le pasó.
Ella canta hermoso y es una súper buena artista. Lo veo en redes sociales, que ahora no lo hago, porque no estoy en un momento como para leer cosas feas. Yo siento que la Denisse Rosenthal es una artista tremenda. Y las barbaridades que le dicen por internet: “Fea, no canta nada, canta pésimo” “¿Está embarazada?” Dios mío, después Mon Laferte “no salva a nadie, que se cree, ridícula”, “mira cómo se viste, a quién la ha ganado, chana”. A la Pamela Leiva, “fome”, a la Natalia Valdebenito “fea, comunista”. Entonces al final siento que a las mujeres se nos pide una resiliencia como turbo, platinum, titanium. Alguien me decía que un hombre puede ser fome dos horas, pero la gente “ya, ahí nomás”. Pero si una mujer no los convence en 0,003 segundos, chao. La Laila Roth, que es una tremenda comediante argentina, cuando estuvo en el Festival de Viña dijo ‘chiquillos, entiendo las pifias, sé que no lo están pasando bien, pero sepan que yo tampoco lo estoy pasando bien, así que dejémoslo hasta aquí’. Y la Laila se bajó.
“Hay una tendencia muy fuerte, no le dan tiempo a la mujer de divertirse en el escenario y escuchar lo que quiere decir. ‘¿Por qué se peina así? ¿Por qué se pone esto?’ ‘Guatona, cantai como la callampa’. Y son muchos hombres, muchos comentarios horribles. Yo no conocía esa parte, nunca me había tocado vivirlo, y al vivirlo yo digo ¡ay qué heavy! Hay gente que vive con esto todos los días. A mí me pasó esto en Olmué, yo no había vivido esto nunca, seguramente yo voy a seguir en teatro, así que no sé si voy a volver a ser mediática en algún momento”.
“He tratado que el periodo de exposición mediática sea lo más positivo para mí, y por eso no he leído comentarios, porque siento que a las mujeres se les lincha con otra vara, se les mide con una vara muy severa y los malos comentarios no vienen solo de los hombres, vienen de otras mujeres también. Eso a mí me parece más grave todavía, porque hacerse un espacio siempre es difícil. Como no tenía este contacto con haters, yo hago mi pega, hago mi show y me voy para la casa. Yo no había sentido la hostilidad o los comentarios feos, pero siento que pensé que iba a reaccionar de otra manera, si a mí me preguntabas dos meses atrás ‘oye, ¿tú qué harías si todo el mundo te comenta cosas -en redes sociales-?’. Yo hubiese dicho: ‘yo respondería, engancharía, porque no me podría aguantar’. Pero no enganché con nada, no le respondí a nadie, no le respondí a absolutamente ningún comentario de odio, básicamente porque yo miraba la foto de perfil y listo (se ríe). Miraba la foto de perfil y el insulto era más fuerte que el que me habían dicho, salía la foto de perfil y decía ‘no, no quiero hacerle más daño’, jajaja.”
-¿Cómo tomó las pifias tu equipo?
Ellos estaban impactados en el primer momento, porque me veían muy completa. Di la conferencia de prensa, pero yo creo que estaba en shock postraumático. Como cuando hay un accidente y está esa persona que ayuda a todos en el accidente. Hay gente que se pone a gritar y se vuelve loca y hay gente que atina, ayuda. Y yo creo que yo estaba en ese modo. En vez de modo avión, modo bombero; estaba el incendio y yo estaba tratando como que no nos muriéramos todos quemados. Por eso hice todo lo que hice, que fue hacer el backstage, hacer la conferencia de prensa y al otro día levantarme temprano. El Rodrigo me maquilló, me peinó, me fui al matinal y todos pensaban ‘¿a qué hora se va a desmayar y se va a poner a llorar?’.
“Yo llevo tantos años de estrés, porque ser artista es súper estresante, tienes que estar todos los meses pensando cómo vas a vivir este mes, todos los meses, todos los meses. ¿Qué hago ahora? ¿Dónde actúo ahora? ¿En qué sala voy a actuar ahora? ¿Qué proyecto hago ahora? Entonces, los artistas no tenemos un contrato, no tenemos un jefe que nos dé el trabajo todos los meses. Entonces uno está todo el tiempo sometida a estrés y uno se acostumbra a atinar en las peores de las situaciones".
El optimismo de Yolanda Carmín
A pesar de los obstáculos que tuvo que sortear en el Patagual, la comediante ve el lado bueno de su experiencia: “Siento que todo pasa por alguna razón que es más positiva, que después eso te suma, te convierte en la persona que tú eres más adelante, porque así lo he experimentado con todas las situaciones críticas, graves y tristes que me han sucedido en mi vida”.
De hecho, no es primera vez que vive situaciones difíciles a nivel personal. En 2021, en plena pandemia no se estaban programando shows, así que comenzó a vender cola de mono “Le puse Yolanda Carmín, la reina del cola de mono y yo reina de nada, ¿quién lo dice? Yo. De eso viví toda la temporada como pre-Navidad y Año nuevo y empecé vendiendo 6 botellas, 7 botellas, 8 botellas, después vendía 30 botellas, 40 botellas semanales, me iba súper bien“.
Siempre ha sentido el cariño de su público, incluso en esa ocasión y eso la tiene contenta: “Me ha dejado como el corazón muy inflado post-Olmué. Me di cuenta que tengo un público que no solo es mi público, sino que también es como mi familia”.
También tenía otros proyectos en paralelo, como el programa Nunca Sótano, Siempre Terraza, que transmitía en las redes sociales. “En ese programa hablábamos de salud mental y de cosas que nos pudieran estar pasando, gente que se sentía estancada, gente que la echaron de la pega en pandemia, gente que se separó en pandemia”. En ese espacio tocaban distintos temas, y lo que le sorprende es que con el pasar de los años hay personas que desde ese momento la siguen y la apoyan. De hecho, se ha encontrado con comentarios como “tú me sacaste de una depre heavy en la pandemia”. Y ella piensa: “¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?“, y la gente responde que el contenido del programa les ayudó a sobrellevar ese momento.
Yolanda Carmín está consciente de que los altibajos pasan en todo ámbito, no solo en la comedia. “Obviamente que yo tengo pena, tengo tristeza, tengo dolor, todo lo que quiera y lloro por las noches (ríe), pero si yo digo me puede pasar esto y después me puede pasar algo bueno y después me puede volver a pasar algo penca en otra área de mi vida por ejemplo. Agradezco que me haya pasado en lo laboral y que en la vida yo esté más tranquila”.
“He estado en mi proceso de introspección y yo no trabajo tanto para las redes, lo mío es más un trabajo en vivo y en directo. Entonces también por ahora la decisión es seguir en los teatros, seguir en el teatro Palermo. Hay un proyecto muy bonito para este 2025 que también es con música, voy a seguir con mi propuesta, voy a seguir con las salas de teatro y la gente que me sigue, que sigue comprando entradas, sigue yendo, me sigue escribiendo”.
El momento que está viviendo lo define como bonito-feo. Gracias a esto se ha dado cuenta de lo mucho que el público la quiere. Y también siente el apoyo de todos quienes la rodean. “He aprendido hartas cosas, ha sido un proceso”, comenta.
Incluso otros comediantes han manifestado su apoyo. “He estado rodeada de tanto cariño de las personas que me siguen desde hace tanto tiempo, me mandan todos los días mensajes en WhatsApp, me mandan mensajes por Instagram. Los comediantes también: la Pau Molina, que es una comediante que hace varias cuestiones entretenidas, me ha escrito; Leo Murillo, la Pamela Leiva, la Natalia Valdebenito. Me dicen ‘ya, tranqui, una raya para la cebra’. O me dicen ‘con el periódico de hoy se envuelve el pescado de mañana’, me tiran frases motivacionales”.
El año pasado Yolanda Carmín hizo 40 funciones en un mes, en 40 lugares distintos. Recorrió varias comunas como El Bosque, Pedro Aguirre Cerda y Conchalí. Este año planea seguir haciendo comedia y ya tiene una fecha agendada el 22 de febrero en el Teatro Palermo. Habrá sorpresas, según adelanta.