Si había un número del humor que generaba incertidumbre -además del pésimo George Harris- era la comediante nacional Pam Pam. Esto, amén de que no es un nombre conocido a nivel masivo, más bien, es seguida gracias al popular podcast No soy yo, eres tú, el cual surgió a partir de una experiencia personal de infidelidad y comenzó a transmitirse durante el verano de 2020, poco antes de la pandemia.

Pero Pam Pam se ha hecho un nombre a pulso en los bares de comedia, y ha participado en diversos programas de televisión como El Antídoto de Mega, Sigamos de Largo de Canal 13 y Mentiras Verdaderas de La Red. Y quienes la habían visto comentaban que Pamela Cisterna -su verdadero nombre- es una comediante rápida, ingeniosa, de chiste corto y delenguada. Todo lo que le gusta al chileno. A eso se le suman pequeñas historias. Su comedia mezcla el stand-up clásico con el chiste corto.

FOTO: DIEGO MARTIN/AGENCIAUNO

En su debut absoluto en la Quinta Vergara, Pam Pam -40 años- apareció en el escenario a las 23.16 después de la arrasadora presentación de Duki. Y a tono con la noche urbana, entró bailando Salgo pa’ la calle de Daddy Yankee, como una declaración. Tal como Álex Ortiz, el “flaite chileno”, lo suyo es el humor popular.

Partió presentándose. “Pam Pam Vino Vino”, y contó que su nombre siempre ha sido motivo de burlas. “Siempre me dicen Pamela chu...”, y a los pocos minutos ya había arrancado risas con tallas conocidas por todos e hizo chistes de sí mismas “Ustedes deben estar diciendo: ‘chucha que está cagá Alison Mandel’”, remató.

Por supuesto se burló de los “cuicos”, e hizo gala de su origen popular, de la comuna de Conchalí. “Ahí hay botillería, barbería, un muerto...ni siquiera un muerto, un brazo...gente de esfuerzo, trabajadora, narcotráfico”. Risas, y cuando nombró “drogas”, dijo que quería aclarar dos cosas: “la axilia y el ano”. Risas en general, aunque sin arrasar.

Foto: Dedvi Missene / La Tercera.

Luego pasó con chistes sobre la maternidad, se acordó de su cumpleaños, justo hoy. “Gracias por venir a mi cumpleaños”, dijo. Y entró a su tópico favorito: el amor. Y que sus gustos “son malos, malos”, de sus amigas, de cómo la protegían de los carretes de los malos partidos, pero que a ella le llamaban la atención. Y comentó el origen de su podcast. Su ritmo no convencía del todo y cada vez fue sacando menos risas; el público la escuchaba por respeto, aunque mucha audiencia joven -que fue a ver a Duki, Eladio Carrión y Kidd Voodoo- se dedicó a mirar el celular o esperar que llegara el resto del cartel.

Uno de esos momentos fetiche de su rutina es el del chat con sus amigas: la feminista y la “chora”. De todos modos, para quienes no la conocían, un momento que sacó mayores aplausos.

Pasaron chistes sobre la crianza, de que sus hijos futuros escucharían las confesiones sexuales de su podcast. “Tendrían demasiada información”, y por eso no tendría hijos. “No podría dar consejos”. También momentos como jugar al “Rin rin raja”, un clásico de los millenials que crecieron en pasajes y casas pareadas. Y de cómo iba al Persa “un mall, pero sin techo” y de que se iba en las micros amarillas y de cómo los choferes “se hacían los sordos y te dejaban dos comunas más allá”, y de que su amiga -la Namasté- caía parada cuando se tiraba de las micros, y su secreto era: “Vendo helados”.

Foto: Dedvi Missene / La Tercera.

En general el público juvenil de la Quinta fue respetuoso y escuchó su rutina con atención, incluso en momentos en que contaba historias. A momentos, asomaron tenues pifias, aunque no alcanzaron para boicotear su presentación. Ella se les arreglaba perfecto para mantener la atención del Monstruo amén de su gracia y chispa para contar las cosas. Su humor popular encontró buena acogida, porque la gente se vio reflejada. Más de alguno de los millenial del público seguro tiene una amiga como la Namasté.

Hacia los 35 minutos, pasaron chistes sobre una operación de histerectomía y un viaje al Caribe. Las historias se fueron desacelerando, aunque lograba enganchar nuevamente. Por momentos parecía caminar por la cornisa, pero se recuperaba y el público le guardó bastante respeto y paciencia.

Un momento notable -mientras contaba una cita por Tinder que la invitó a bailar a una disco electrónica- fue la presencia de la recordada “Zapallito italiano”, que bailaba en el Extra Jóvenes (con el Huevo Fuenzalida gritando “un, dos, treeess...”), un momento noventero que enganchó a la audiencia que aplaudió a rabiar. Eso le dio un buen empujón al show y quizás fue lo más destacado de su rutina.

Tras 46 minutos, entraron los animadores, que estaban despidiendo a una desconcertada Pam Pam. Intentaron empujar la entrega de la primera Gaviota, aunque en un momento el público no pidió demasiado, para posteriormente sí hacerlo. Ahí recién premiaron a la comediante, pero sólo con Gaviota de Plata. No pidieron el oro. Pam Pam simplemente cumplió, sin hacer estallar en risas al respetable. Su rutina fue débil y sólo logro convencer por respeto y empatía más que por otra cosa.

Sigue leyendo en Culto