Gracias a filmes como Memorias de un asesino (2003) y The host (2006) Bong Joon-ho se instaló entre las voces más refrescantes y agudas del panorama cinematográfico mundial. Una posición que ratificó con otros largometrajes ambientados en su natal Corea del Sur y con sus primeras incursiones en inglés. Habiendo dicho eso, Parasite (2019) le otorgó un nivel de exposición diferente, la clase de reconocimiento que fácilmente podría aturdir a cualquier director.
La cinta –un original acercamiento a la clase y la desigualdad al interior de la sociedad surcoreana– conquistó la Palma de Oro del Festival de Cannes y se transformó en la primera producción no hablada en inglés en obtener el premio a Mejor película en los Oscar. A eso agregó otras tres estatuillas en la ceremonia, encumbrándose como la inapelable triunfadora de la 92° edición de los Premios de la Academia.
El realizador de Snowpiercer (2013) se ganó el derecho de hacer lo que se le diera la gana. En su caso eso no se tradujo en tomarse un largo descanso o en hacer un filme milimétricamente pensado para volver a arrasar en los Oscar. En lugar de eso, siguió trabajando a su ritmo habitual y continuó avanzando en la creación de diferentes proyectos, entre ellos un largometraje animado centrado en las criaturas de las profundidades marinas, que aún espera por ver la luz.
Joon-ho se enamoró del manuscrito del autor estadounidense Edward Ashton, una historia sobre Mickey Barnes, un hombre que viaja a bordo de una nave que colonizará un gélido planeta y que años atrás aceptó convertirse en un ser desechable: cada vez que muere completando las tareas más peligrosas de la expedición, se genera una réplica de sí mismo que conserva sus recuerdos.
La adaptación cinematográfica de esa novela se transformaría en su película más costosa (se estima que el presupuesto ascendió a unos US$ 120 millones) y en su primera cinta realizada bajo al alero de un estudio norteamericano (Warner Bros.). Él mismo estaba asombrado por el hecho de tener la oportunidad de grabar Mickey 17 en los mismos estudios de Londres en los que en paralelo se rodaban Barbie (2023), de Greta Gerwig, y Rápidos y furiosos X (2023), la décima parte de la saga de Vin Diesel.
Más allá de la magnitud de la producción, se mantuvo concentrado en lo suyo y no cambió su estilo de trabajo. Eso incluye utilizar una particular mezcla que combina control con libertad: por un lado, crea guiones gráficos (o storyboards) que se filman cuadro por cuadro; por otro, intenta generar un ambiente distendido en que los actores puedan interpretar las líneas como mejor les parezca.
Entender eso a veces puede tomar tiempo. Robert Pattinson, quien al leer el guión ya había tenido problemas para distinguir si el material estaba más cerca de 2001: Odisea del espacio (1968) o de Tonto y retonto (1994), fue asimilando el método del director progresivamente, primero dialogando con él en la previa a su llegada al set y luego contando con su permiso para moverse con autonomía cuando se encendieron las cámaras. “Llegó al punto en que yo sólo estaba tratando de hacerlo reír, probando cosas de manera lúdica. Y él decía: ‘Sí, haz lo que quieras’”, explicó el actor a The New York Times.
Mickey 17 también se alinea con el grueso de la obra del cineasta, historias en que cuestiona las estructuras sociales y el poder. Lo singular es que esta vez lo hace interpretando a su manera los códigos de la ciencia ficción y apelando a altas dosis de humor negro. Algo que se manifiesta a través de la sucia nave que transporta a los colonizadores, las crueles maneras en que mueren los clones del protagonista o en el retrato del engreído y déspota político que encarna Mark Ruffalo.
En una entrevista con Culto realizada en 2023, la actriz Toni Collette –quien asume el rol de la esposa de Ruffalo– habló sobre la singularidad de su propuesta. “Ellos ya llevaban filmando un tiempo cuando comenzamos, por lo que nos mostraron algunas escenas cortadas juntas, lo cual fue tan emocionante como increíblemente intimidante. Pero nos permitió una cosa: nos mostró exactamente cuál era el tono, lo que no se podía extraer completamente a partir del texto. Y creo que el tono es muy Bong. Él no sigue ninguna regla del género, es como un vaquero que hace lo suyo. Es realmente especial“.
Como resultado, Joon-ho estima que esta es su película más divertida. Y a pesar de que trabaja con materiales sombríos que resuenan en el mundo actual, cree que elaboró un largometraje optimista.
“Todos sabemos que las cosas están empeorando cada vez más. Yo lo sé, tú lo sabes, todo el mundo lo sabe. Seguimos viendo cómo aparecen tecnologías increíblemente avanzadas, inteligencia artificial y todo eso, pero también hay mucho miedo y ansiedad en torno a eso (...) Quería mostrar que en medio de tanta ansiedad, miedo y pesimismo, gente como Mickey –simplemente, ya sabes, gente común– de alguna manera sale adelante”, planteó a The Guardian.
En otra de sus últimas entrevistas bromeó con que le gustaría hacer un musical de Alien. Una idea que difícilmente salga de su cabeza y se haga realidad, pero que da gusto imaginar materializada.