A veces cuesta conectar la atildada imagen de Suede cuando eran carne de portadas y afiches con pose andrógina y mirada de hastío en los 90, con la fuerza volcánica que representan en directo. Esta noche de jueves en el Movistar Arena modalidad dos tercios y como antesala a su participación en el festival REC en Concepción este sábado 15, la banda británica simplemente arrasó con todo a su paso con un volumen a ratos ensordecedor, conjugado en la carismática entrega de su vocalista y líder Brett Anderson, probablemente el mejor frontman que dio el Britpop. A los 57 años, asalta el escenario para mojar la camisa, girar el micrófono como un clásico rockstar y dejar que el público de las primeras filas lo tenga encima interpretando esas canciones que permiten a una audiencia encanecida, volver a sentir la urgencia y el desenfreno de una noche de fiesta.

Con media hora de retraso, la banda tomó posesión del escenario dejando en claro que los decibeles no tendrían mayor conmiseración mediante la guitarra de Richard Oakes y la batería de Simon Gilbert a tope, con absoluta fidelidad a su sonido en estudio. Luego la voz de Anderson fue alineada al mismo nivel atronador prácticamente todo el concierto.

Con la llegada de Trash antes de los diez minutos se elevaron los celulares para capturar el primer éxito de la jornada. El cantante jugueteó con la melodía original cediendo el falsete del estribillo al público para luego arrodillarse en los versos finales repitiendo “you and me”. Animal nitrate, pieza nuclear del espectacular debut de 1993 cuando Inglaterra recuperó la fe en sus bandas como un asunto nacional, fue una bola de demolición con Brett bailando coqueto como en sus primeros días.

La artillería del primer disco continuó con la rockera The Drowners con el líder sumergiéndose en el foso para cantar junto a la audiencia pegada a la reja. Tomó algo de respiro gracias a la hermosa The 2 of us. “Lying in my bed watching my mistakes”, cantó acostado de espaldas trazando otros dibujos a la melodía original con inspiración de cabaret. El final de una de las canciones más dramáticas de la obra maestra Dog man star (1994) medió entre épico y magnífico.

El cantante habló de los sólidos trabajos de Suede tras retomar su discografía en la pasada década, para interpretar Life is golden de The Blue hour (2018). A esas alturas, Anderson estaba completamente empapado tras cubrir todo el escenario y subirse a los retornos, uno de sus gestos característicos en escena. El público, siempre conectado y pendiente, experimentó una descarga de energía con la cachonda Filmstar de Coming up (1996), el disco que los consagró como máquina de hits cuando se les suponía acabados, tras la deserción del guitarrista y compositor Bernard Butler.

Luego presentaron un tema inédito de un próximo álbum que Anderson prometió para septiembre. Su energía resultó tan contagiosa que logró que el público aplaudiera rítmicamente una creación desconocida. Manejando el temperamento de la asistencia a placer, Brett hizo que la gente cantara primero la romántica Saturday night, otro clásico de su brillante etapa de los 90.

Más tarde I don’t know how to reach you de Night thoughts (2016) fue la evidencia que la chispa de grandilocuencia y estribillo perfecto sigue presente en esta segunda parte de su historia. Fue el único momento de todo el concierto en que la guitarra melódica y aullante de Richard Oakes perdió algo de volumen.

Wild ones fue empacada en versión acústica para recuperar el filo eléctrico en So young en tándem con Metal Mickey, ambas del primer disco. Cerraron con Beautiful ones ligeramente desconfigurada, con otra intro, hasta encarar el bis con New generation, gema de Dog man star con estribillos para regalar.

Todo el Movistar alzó los brazos para aplaudir rítmicamente los últimos compases de una noche intensa, el reencuentro con una de las naves insignia de esa armada de himnos, guitarras y pop que Gran Bretaña impuso en los 90.