Para un claustrofóbico e inquieto cinéfilo además, como él, es lógico que el teatro no sea de su devoción, dice. Pero las cosas han cambiado para el periodista Alvaro Díaz (1972). Muy cerca de donde vive, en la comuna de Providencia, y frente a un café y unas tostadas embetunadas con palta, el socio y dupla artística de Pedro Peirano, con quien fundó la productora Aplaplac hace ya 17 años, confiesa que nunca le ha gustado el teatro. Que la oscuridad y todas esas siluetas alrededor suyo lo ponen nervioso.
"Me aburro a la mitad de las obras. Me fijo más en la gente, en la sala y calculo el precio de las entradas y la cantidad de público que hay para saber cuánto ganan. Me cuesta dejarme absorber por el efecto del teatro", dice entre sorbos, y agrega: "Pero como años atrás me metí a hacer pega de escenario, el sentido de supervivencia hizo que me interesara en el teatro, aunque aún me cuesta establecer una opinión respecto de lo que veo: no sé si me está gustando lo que a nadie más le gustará o, peor, si es que no logro entender lo que todos entienden".
Egresado de la U. de Chile en los 90, fugaz fue su paso por el periodismo escrito, en medios como La Nación y revista Paula. Más duradero y exitoso, en cambio, lo fue en televisión, en el desaparecido Canal 2 Rock & Pop (Plan Z) y, a contar de 2003, con la serie infantil 31 Minutos. Incluso en cine, con el guion de El bosque de Karadima (2015). Pero en los últimos meses, Díaz se ha visto involucrado en "un experimento": la escritura de su primera obra. Lleva por título Condicional, y es un musical que le fue encargado por el Teatro UC por sus 75 años. Debutará el 6 de octubre, dice, y lo dirigirá Elvira López.
"La instrucción fue clara: 'Necesitamos un musical'", recuerda. "Querían que el tema fuese de interés y uno sobre el cual yo pudiera reflexionar, y a mí la educación me importa mucho. No la educación en cuanto a lucha, sino a esas 8 horas que un niño desperdicia en una sala de clases en Chile. Es mi tema favorito. A qué mierda van esos niños al colegio, con un modelo que ya no sirve y con la presión de esos adultos que les dicen que se están jugando la carta de sus vidas. Cosa que me pone muy en contradicción como padre, porque les exijo a mis hijos que estudien, pero en el fondo les estoy diciendo 'cabros, no me escuchen. Soy su padre y debo comportarme como tal'", añade.
Su protagonista es un adolescente que acaba de ser descubierto retratando despectivamente, según sus profesores e inspectores, a un auxiliar del colegio. "El niño queda condicional, gira su banco contra la pared y curiosamente le empieza a ir bien en lo académico, pero promete no volver a dibujar. De alguna manera se rebela contra ese talento que provocó que fuese injustamente castigado", dice su autor.
Acaba de lanzar su primer disco (El delta de un río), ¿cómo fue, en este caso, crear una historia nueva y solo a partir de canciones?
Siempre quise ser músico, de hecho compongo 4 o 5 canciones al día. Componer es lo único que hago sin cuestionarme si voy bien o mal, porque se me da muy natural. Y en este caso, pienso que toda historia tiene un ritmo y que puede ser traducida en canciones. Y aquí las hay de todos los estilos según los personajes, algunas pop y otras más rockeras. En eso tuvo gran participación Pablo Ilabaca (ex Chancho en Piedra), quien asumió la dirección musical.
¿Qué opina de los musicales que se hacen hoy en Chile?
Todos esos que se llaman "Los 80" o "Volver a los 80", me parecen bastante malos. Muy en pañales. Quise ver la versión local de Mamma Mia, aunque ahí tenían terreno ganado con la música, pero tampoco lo hice. Pienso que en un país como este, que tiene grandes antecedentes musicales, como La pérgola de las flores y La Negra Ester, falta dignificar más el género y creer que el teatro puede trabajar con músicos chilenos. Eso se ha pasado por alto.
¡Títeres a escena!
Horas antes de esta entrevista, Alvaro Díaz aterrizó en Santiago tras su paso por México. Junto a Argentina, Brasil y EEUU (donde hoy vive Pedro Peirano), es uno de los países que visita más a menudo por el éxito del que aún goza 31 Minutos. Precisamente en tierra azteca, fue donde a fines de 2016 se estrenó Tremendo Tulio Tour, cuarto show en vivo basado en la serie infantil tras los exitosos Gira Mundial (2012), Radio Guaripolo (2013) y una versión de Romeo y Julieta en el Festival Santiago a Mil de 2016.
La nueva historia recae en el excéntrico conductor de noticias Tulio Triviño. Sumido en una profunda depresión, a sus amigos Juanín Juan Harry y Bombi se les ocurre organizar un homenaje en su nombre, y mientras todo anda sobre ruedas, entre el público aparece su ex novia, Cindy Miraflores, y un nuevo ataque de pánico lo invade y amenaza con arruinarlo todo. Tras girar por México y presentarse en Buenos Aires y el Lollapalooza chileno, el 18 de julio y en medio de las vacaciones de invierno, Tremendo Tulio Tour llegará al Teatro Municipal de Las Condes.
"Es primera vez que nos metemos a un teatro con este espectáculo, que para quienes ya lo vieron será una versión remozada de lo que hemos mostrado desde 2016", advierte Díaz. "La historia toma distintos aspectos de la realidad, y en este caso hacemos una parodia del show tributo. Hace rato que la cultura pop se está mirando a sí misma, y varios se están tributando y haciéndose un lifting para verse más rejuvenecidos. Aquí el homenajeado es Tulio, y hay guiños a la Teletón y a la política, como con la entrega de un busto suyo por parte del alcalde. Y al revés de los montajes anteriores, que eran más teatrales, este tiene mayor sentido del espectáculo y de masividad".
¿Echa de menos a 31 Minutos en la televisión chilena?
No realmente. La tele es súper agotadora. Si dices 'este año voy a hacer tele', no te queda tiempo para otra cosa. Nosotros hicimos tres temporadas hasta el 2005 y una cuarta en 2014. Y hoy en día, y por los costos que tiene, es muy difícil volver a hacer una temporada en tele. Aunque más caro, es más fácil hacer una película. Además, nos convencimos de que lo lógico es girar y mostrar nuestra música. Toda banda lo hace. Y por más que se vayan acumulando presentaciones, el en vivo te permite medir reacciones y ver qué ajustes hacer. Si estamos aburriendo en algunas partes o si hay canciones que suenan mal, podemos llegar a cambiarlo todo.
Con Peirano radicado en Los Angeles, ¿siente que cambió el método de trabajo que solían tener?
Ahora hay una división real y que es territorial, pero con Pedro llevamos años trabajando en la misma dinámica: él escribe y yo me hago cargo de la dirección y la música. Es bien simbiótica la relación que tenemos, porque nos conocemos hace muchos años (desde la U. de Chile) y ya sabemos dónde le aprieta el zapato a cada uno. Y tenemos nuestras diferencias también. A modo de talla, para mí siempre las entradas al escenario son por la izquierda y para Pedro por la derecha. Y tiene su lógica: él es zurdo y yo diestro. Así de opuestos somos.