El padre del cineasta japonés Hirokazu Kore-eda fue un perdedor. En la guerra, pero también en la vida. Recluta del Ejército Imperial durante la ocupación en China, el progenitor del reciente ganador de la Palma de Oro pasó dos años en los campos de prisioneros soviéticos tras la derrota nipona. Lo hacían trabajar en la construcción de las vías del tren en Siberia y cada cierto tiempo despertaba con un compañero muerto a su lado. Cuando regresó a su país formó una familia, aunque se ausentaba por varios días para lograr más dinero con trabajos extras. Cuando bebía de más en casa, nunca dejaba de despotricar contra los rusos y los sufrimientos en Siberia.

Aquella figura imperfecta y a la deriva se ha repetido de alguna manera en todas las películas de Hirokazu Kore-eda, desde su primer largometraje Maborosi (1995), donde madre e hijo intentan entender el inexplicable suicidio del padre, hasta la flamante Shoplifters (2018), acerca de cómo la familia Shibata (liderada por Osamu Shibata) se las arregla para vivir a través del robo menor.

La producción ganadora del último Festival de Cannes es la séptima cinta de Kore-eda en el certamen francés, donde ya en 2013 obtuvo el Premio del Jurado por De tal padre, tal hijo (2013).

Después, en 2016, presentó un nuevo largometraje ahí, Después de la tormenta (2016), recibido con tan buenas críticas como Shoplifters. La cinta es parte del catálogo que la distribuidora Los Filmes de la Arcadia maneja para estrenar antes que acabe el primer semestre de 2018. La llegada de la antepenúltima cinta de Kore-eda a Chile (tiene otra más, The third murder) no puede ser más apropiado: su nombre está al alza y Después de la tormenta es uno de sus mejores trabajos.

Un padre en apuros

A diferencia de los dramas Shoplifters y De tal padre, tal hijo, Después de la tormenta tiene un tono algo más leve, con más humor. Como siempre, por supuesto, Kore-eda cocina el melodrama en el punto perfecto, sin sentimentalismos. Es su gran secreto en un tipo de historias que fácilmente podrían ser una teleserie en manos de otros.

En la trama, Ryota (Hiroshi Abe) vive de los recuerdos de su fugaz y enterrada fama como escritor. Lo poco que gana en su nuevo trabajo de detective privado lo gasta en el juego, pero tras la muerte de su padre decide recomponer la relación con su ex esposa y su hijo. Todos le reprochan su pereza e inconstancia y un día su muchacho le pregunta: "¿Qué es lo que querías ser cuando niño?" El responde: "Aún no soy lo que quería ser". Un temporal imprevisto lo obliga a pasar una noche con su ex familia y tal vez ésa sea la ocasión en que pueda estar a la altura de un padre.

Como se ve, los lazos filiales y las deudas emotivas son siempre el tema de su cine. Si alguna vez Kore-eda quiso salir de ese territorio de confort, fue para volver rápidamente al redil de las historias de hogares fracturados. Por ejemplo, cuando en septiembre pasado fue consultado por la decisión de rodar The third murder, un drama de suspenso y corte, respondió que estaba entrando a una nueva fase en su carrera.

Fue una respuesta para salir del paso. Apenas dos meses después del estreno de The third murder en Venecia, Kore-eda entró al rodaje de Shoplifters, un proyecto en el que llevaba 10 años y que había derivado de la idea central de De tal padre, tal hijo: los lazos de sangre son menos poderosos que los afectivos. Si en De tal padre, tal hijo dos familias deben intercambiar sus hijos tras enterarse muchos años después de que fueron confundidos en el hospital, en Shoplifters el clan de ladronzuelos de los Shibata es mejor compañía familiar para los pequeños Yuri y Shota que sus auténticos padres.

Como siempre, el tópico de las expectativas familiares es parte del leitmotiv de Kore-eda, el cineasta más importante en salir de su país desde que Takeshi Kitano ganara el León de Oro del Festival de Venecia por Flores de fuego (1997) y Hayao Miyazaki se quedara con el Oso de Oro en el Festival de Berlín por El viaje de Chihiro (2001). Sin embargo, Kore-eda poco tiene que ver con el estilizado y violento Kitano. Tal vez su capacidad para contar historias con niños lo pueda emparentar con Miyazaki, pero si hubiera que encontrar vínculos su más directo precedente es Yasujirô Ozu (1903-1963), el gran retratista de la familia en Japón.

En la conferencia de prensa que siguió a la entrega de la Palma de Oro, el cineasta decía: "Yo escapo de los sentimentalismos no mostrando gestos ni emociones de los personajes. Creo que al igual que Ozu me interesan mucho las historias de hijos que no cumplen las expectativas de los padres y cómo encajamos los seres humanos en la sociedad".

Se sabe que Steven Spielberg, otro ejemplar contador de historias filiales e infantiles, fue el primer responsable de premiarlo en Cannes 2013, donde era presidente del jurado. También se sabe que compró los derechos para hacer un remake de Tal padre, tal hijo. Y, como el tiempo y las oportunidades viajan a gran velocidad, Kore-eda ya trabaja en otra película. Esta vez es de madres e hijas y en francés: en The truth about Catherine, Catherine Deneuve es una actriz que nunca maduró, mientras su hija, interpretada por Juliette Binoche, le cobra la deuda de no haber crecido en un real hogar.