La periodista y escritora canadiense Naomi Klein decía en su libro La doctrina de shock (2007) que la estrategia del economista y premio Nobel, Milton Friedman, tuvo como principal laboratorio en el Cono Sur a Chile. Que cuando Salvador Allende llegó al poder en 1970, la CIA se encargó de eliminar los préstamos del exterior, que los bancos de EEUU se rehusaron a hacer tratos y que la economía chilena fue "saboteada". Ante la crisis, "el gobierno estadounidense planeó y financió el golpe de Estado de 1973 con ayuda de las fuerzas armadas". El resto de la historia es conocido: 17 años de dictadura y más de 40 mil víctimas, entre detenidos, torturados y desaparecidos.
Por ese entonces la España de Franco (1892-1975)) se abría paso hacia la transición democrática. Pero en la casa del actor y director madrileño Andrés Lima (1961) siempre se escucharon los discos de Violeta Parra, Víctor Jara y Quilapayún. "Es curioso que mientras nosotros vivíamos esa transición hacia la libertad, allá se viviera uno de regresión. Aquí se siguió todo desde muy cerca, y el compromiso político era el mismo", recuerda Lima al teléfono.
Una de las imágenes que más lo impactó fue la del Estadio Nacional convertido en centro de detención y tortura. "Es brutal que un recinto para la diversión del pueblo pudiera ser motivo y escenario del horror. Ustedes ya tienen más que incorporado ese antecedente, pero hasta hoy me sigue pareciendo macabro", dice. Tras releer el libro de Klein y revisar los testimonios de Joan Garcés, ex asesor político de Allende y autor de Soberanos e intervenidos (1996), además del documental La batalla de Chile (1975-1979) de Patricio Guzmán, Lima acaba de anunciar para el 29 de abril de 2019 el estreno de Shock 1. El cóndor y el puma, montaje que sacudirá el Teatro Valle-Inclán de Madrid durante tres horas.
"El capitalismo se fraguó durante años, pero su gran impulso fue al final de la segunda Guerra Mundial, gracias o, a pesar, de la doctrina del shock de EEUU. Y el Golpe en Chile fue su primer experimento", señala el director, cuyo última obra fue Moby-Dick (2018) y quien además actuó en la cinta Los fantasmas de Goya (2006), de Miloš Forman. "Pinochet fue títere de algo bastante más grande: el Poder, así, con letras mayúsculas, ese Poder que sigue abriendo brechas entre unos y otros. Y el teatro debe seguir cuestionándolo siempre", agrega.
La memoria objetada
Con seis actores en escena, será el español Ramón Barea (1949) quien adopte las voces de Salvador Allende y Augusto Pinochet. "Me interesa mostrar esa dualidad hombre-monstruo, como si se tratara de Jeckyll y Hyde", dice Lima en alusión a la novela de Robert Louis Stevenson de 1886. Configurado como un espectáculo de teatro documental, Shock 1 se apegará también al realismo y el uso de máscaras, pero la clave estará en la escenografía: en una gasa que envolverá el escenario se proyectarán documentos desclasificados de la CIA e imágenes del documental de Guzmán ("con quien mantengo fluido contacto"), y el público se sentirá a ratos al interior de La Moneda en llamas, y en otros sobre las gradas del Estadio Nacional, ante los miles de detenidos.
"Estaremos también en el despacho donde Nixon y Kissinger planearon la Operación Cóndor, y en la reunión entre Margaret Thatcher y Pinochet durante su detención en Londres (1998-2000)", cuenta Lima. Coproducido por el Centro Dramático Nacional español, el texto será escrito por los dramaturgos Juan Cavestany y el premiado autor de La lengua en pedazos, Juan Mayorga.
"Analizaremos el avance del neoliberalismo en Occidente y sus consecuencias", señala el director. "Es de gran relevancia la Operación Cóndor y cómo esas ideas consiguieron que el fascismo se extendiera por el Cono Sur de América Latina. Ese análisis es el motivo esencial de la obra, pero también la reivindicación de Salvador Allende, que me parece capital en la historia. El no solo planteó una idea política para Chile, sino algo universal sobre los derechos humanos. Por eso nos gustaría mostrarla allá también, pues mientras más nos alejamos de estos oscuros periodos, los discursos sobre la memoria flaquean. En España ocurre, y entiendo que en Chile también".
El resto del elenco -Ernesto Alterio, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa y Juan Vinuesa- entonará La carta de Violeta Parra y hará aparecer en escena a Víctor Jara. "El simboliza lo mismo que Federico García Lorca para nosotros. Son nuestros caídos más célebres, y gozan de trascendencia artística pero también política", opina Lima. "Sus asesinatos a sangre fría dejaron en evidencia que la incultura puede acabar con el arte, y la violencia es el brazo armado de la incultura. Sin ánimos de revivir el horror, esta obra pretende que esa memoria objetada por muchos hoy, siga viva".