Un ángel le ha ordenado a Erika tomar un bus directo a Polonia y sumarse a los festejos religiosos de Santa Sofía. Pero a poco andar, la joven se percata de que ha emprendido el viaje incorrecto. Así, la pacífica ruta trazada por el dramaturgo suizo Lukas Bärfuss (1971, autor de Petróleo) en su obra El bus, de 2007 y que hasta el 3 de junio se presenta en el Teatro Finis Terrae a cargo de la compañía La Puerta (La cosa), da un inesperado vuelco hacia la crueldad y el humor negro.
"Vimos varias temáticas que tienen enormes grados de pertinencia respecto de la realidad chilena, latinoamericana y en casi todo Occidente", opina Luis Ureta, director del montaje protagonizado por Jaime Omeñaca, Tichi Lobos y Tahina Johnson (Erika), entre otros. "Da cuenta de una sociedad desgastada y que perdió la orientación, sus costumbres e ideales, versus la joven protagonista, quien sí parece tener todo más claro. Y el viaje, que es también una metáfora, en manos de un conductor violento y narcisista, nos hace pensar en los líderes que llevan hoy las riendas del mundo, como Trump, Putin y Kim Jong-un", añade.
Para Ureta, el texto de Bärfuss dialoga con otro fundamental del teatro universal, Esperando a Godot, del Nobel irlandés Samuel Beckett: "Hay puntos de conexión entre ambas obras respecto del diagnóstico de la sociedad: si en Godot es Dios quien nunca aparece, aquí sí hay un conductor (Omeñaca) presente, pero ahora uno se pregunta si acaso debía aparecer de una buena vez o no".
Levantar sospecha
Es su debut en la comedia, pero no en una cualquiera: el director chileno Cristián Plana (Paso del norte) se presenta actualmente con Idiota en el Mori Parque Arauco, la obra del autor catalán Jordi Casanovas (1978) que, tras su estreno en España en 2014, ha sumado versiones en Italia, México y Argentina, y ha sido reseñada como un "formidable cóctel de humor e inquietud", según el periódico español El País.
Al borde de la ruina, un hombre (Claudio Arredondo) acepta someterse a un curioso test sicológico de una fundación a cargo de una sádica especialista (Francisca Imboden), y a cambio de una buena suma de dinero. "Hay un doble filo en la obra, por lo reconocible de la situación y el humor y nerviosismo que despiertan", explica Plana. "La crisis económica aflora ahí como metáfora y un asunto global que, en este caso, termina poniendo en riesgo la integridad sicológica y emocional de un ciudadano común y corriente que intenta apalear su propia crisis", añade.
"Cuando decides montar un texto lejano como lo son los europeos, creo que lo primero es levantar sospecha y preguntarse por qué lo estás haciendo y cómo podría repercutir en tu entorno", dice el actor y dramaturgo Pablo Manzi (Donde viven los bárbaros), quien hasta el 9 de junio protagoniza Tribus en el Teatro UC, de la británica Nina Raine (1975).
Willy, su personaje en el montaje dirigido por Manuela Oyarzún, es uno de los tres hijos del matrimonio disfuncional compuesto por Tamara Acosta y Mateo Iribarren, y el único sordo además. "La sordera e incomunicación sí forman parte del subtexto, pero el tema que traspasa la obra es el sentido de pertenencia a un algo, a un grupo o comunidad", opina el intérprete.
"Además, la dramaturga lo retrata al interior de una familia, que es la base de la estructura social, aunque en una con graves problemas de comunicación. Eso acentúa las diferencias entre ellos, y sitúa el tema de las personas sordas desde la exclusión más violenta", concluye.