En 2008 Rodolfo Opazo pensó que no volvería a pintar. Ese año, el pintor y Premio Nacional 2001 tuvo un accidente vascular que lo dejó en coma, pero logró recuperarse. Estuvo cuatro años sin pintar, hasta que retomó la rutina de trabajo sagrada que tenía, de 9 de la mañana a 7 de la tarde, en su casa taller de Lampa, pero hace un año que había colgado los pinceles nuevamente. "El había cumplido su deber como artista. Tenía una vida tranquila dedicada a sus pasatiempos, a ver cine, a escuchar jazz y música clásica, a leer a Proust y a TS Elliot. Estuvo muy lúcido hasta el último tiempo", cuenta el fotógrafo Rodrigo Opazo, uno de los hijos del pintor.
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Rodolfo Opazo.[/caption]
Sin embargo, hace dos meses se le detectó una bacteria alojada en el corazón que lo debilitó por completo. "Los antibióticos no se la pudieron. Tuvimos la suerte de poder despedirnos, sus cuatro hijos y tres nietos", agrega el fotógrafo. Hoy se conoció la noticia del fallecimiento del artista, quien tuvo una brillante trayectoria como pintor, grabador, escultor y también docente de la Universidad de Chile. Hasta las 19 horas de hoy, sus restos estarán siendo velados en el Salón Blanco del Museo Nacional de Bellas Artes y mañana se efectuará su funeral en el Parque del Recuerdo, a las 12 horas.
"Era un hombre difícil, nunca ganó un premio de simpatía, pero porque no le gustaban las pequeñeces. El se dedicó como artista a reflexionar sobre las grandes preguntas del ser humano. Era un ser independiente, que resistía las convenciones sociales y éxito", cuenta el galerista Tomás Andreu, quien manejó su trabajo y lo presentó en 2001 como candidato al Premio Nacional de Arte. "Me pidió que no lo hiciera, me dijo que por ningún motivo, pero yo lo hice de todas maneras. Estaba furioso, pero luego me perdonó y justamente él terminó ganando ese año", agrega Andreu.
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Obra de Rodolfo Opazo[/caption]
Maestro de artistas
Nacido en Santiago, en 1935, Rodolfo Opazo inició su trayectoria artística en 1957, a los 22 años, como grabador en el Taller 99. Un viaje a Italia lo marcó como pintor, teniendo como referentes la obra de Modigliani y de los chilenos Roberto Matta y Enrique Zañartu. En 1961 obtuvo la beca de la Unión Panamericana que le permitió perfeccionarse en el Pratt Graphic Center de Nueva York.
A su regreso, ingresó como profesor de pintura en la Universidad de Chile, hasta 1993, donde influyó sobre todo en la llamada Generación de los 80, donde suscribieron pintores como Samy Benmayor, Bororo y Matías Pinto D'Aguiar.
"Fui alumno de él dos años en la escuela de la Universidad de Chile. Era un tremendo artista pero además fue un gran profesor y formador de nuevas generaciones", cuenta Samy Benmayor. "Era una persona muy generosa y que compartió sus conocimientos, no solamente de pintura ni arte en general, sino de literatura, de música. Fue un tipo que nos formó culturalmente a varios. Yo cuando llegué a la escuela era absolutamente ignorante, no tenía idea de nada, y entre varios otros profesores maravillosos que tuve, Rodolfo fue uno de los que más me marcó", agrega.
Perteneciente a la Generación del 60, junto a artistas como José Balmes y Roser Bru, la obra de Opazo tuvo toques surrealistas, pero siempre estuvo relacionada con sus experiencias personales y con sus reflexiones espirituales y metafísicas en torno a cómo debía ser el tránsito del ser humano sobre la Tierra. Sus lecturas pasaban desde poemas de T.S Elliot a César Vallejo y ensayos de Michel Foucault.
Para el artista y director del Museo de Arte Contemporáneo, Francisco Brugnoli, Opazo "puso en escena una pintura que podríamos llamar surrealista pero que luego fue llegando a los conceptos metafísicos más próximos a los lineamientos de Magritte, siempre ligado a un colorido y a un imaginario local. Eso es lo que hacía interesante su obra. Y también a ciertas circunstancias subjetivas de nuestra localidad, como el problema de la soledad, las distancias, los aislamientos y silencios. Su partida es una desgracia lamentable".
Quizás su trabajo más conocido por el público es el mural Imágenes de barrio que instaló en la Estación del Metro El Golf en 2006.
El devenir del hombre contemporáneo ha sido tema recurrente a partir de los años 80, donde cabezas derrotadas, rostros desencajados, bocas con la lengua afuera, dedos en los ojos o un puntapié en la cara se tomaron sus óleos. Su trabajo ha sido expuesto y parte de la colección de importantes instituciones como el Museo Metropolitan y MoMa de Nueva York, el Museo de Arte Moderno Latinoamericano de Washington, el Museo de Arte Moderno de Bogotá y el Malmö de Suecia.
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Tentación de San Antonio, 1994[/caption]