Le interesa hablar de cifras. Las mismas servirían para graficar el sostenido crecimiento que ha experimentado el Centro Cultural Gabriela Mistral desde su apertura, en septiembre de 2010 y hasta la fecha, dice el gestor cultural y licenciado en Arquitectura de la U. Andrés Bello, Felipe Mella (46), a dos años y medio de asumir la dirección ejecutiva. En una de las oficinas subterráneas del edificio de la ex UNCTAD III, Mella mira constantemente y de reojo las paralizadas obras de la segunda etapa, que albergará a la gran sala con 1.853 butacas por llenar.
"Sacarla adelante era el gran desafío que tendría que enfrentar el nuevo director tras la salida de Alejandra Wood (en septiembre de 2015), pero siempre teniendo claro que la construcción no nos correspondía a nosotros sino que venía de la mano del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y particularmente de su Dirección de Arquitectura", comenta. "Mi rol era supervisar las obras, pero como además tengo conocimientos de arquitectura supe pronto que el proyecto no avanzaba e informamos al directorio y a la contraparte, que eran el MOP y el entonces Consejo de la Cultura", agrega.
Lo conversó con el ex ministro Alberto Undurraga y, tras el cambio de mando del 11 de marzo pasado, con el actual titular, Juan Andrés Fontaine. "Les sugerimos en su momento que ojalá se cortaran los contratos con la constructora ECISA -licitada en 2015- por no cumplimiento de fechas establecidas, y que se retomara con otra empresa. Y hace unos días, el ministro Fontaine confirmó que de aquí a fin de año el proyecto será vuelto a licitar, pero no hay aún fecha de apertura".
En el mejor de los escenarios, dice, los nuevos 15 mil metros cuadrados, con una inversión estatal de $41 mil millones, podrían inaugurarse "recién en 2020. Lo que sí está confirmado es que abriremos con Exodo de Manuela Infante, pero hubo que reagendar otros espectáculos también".
A la par de los retrasos, tuvo que revisar además el plan estratégico que el ex ministro Ottone le encargó al momento de asumir las riendas del GAM, en marzo de 2016: "Fue diseñado con cierta flexibilidad pues asumíamos que podía haber retrasos. Suele haberlos. Pero al margen de eso, trabajamos en un proyecto a nivel interno y participativo que integró además a los artistas, que era algo que no se había hecho antes", comenta.
La circulación era uno de sus ejes centrales. "Pasamos de tener poco más de 20 producciones nuestras girando en regiones y el extranjero, a 33 y con 152 funciones fuera de GAM. Eso gracias a distintos convenios que hemos firmado tanto con comunas de la Región Metropolitana (entre ellas Quilicura, Renca e Independencia), como con regiones. Los nuevos centros culturales de Arica y Punta Arenas, por ejemplo, abrieron con una producción nuestra, Radiotanda, y el 9 de noviembre y por primera vez en estos años, otra obra producida por GAM, Hedda Gabler (de Henrik Ibsen, que será dirigida por Claudia Di Girolamo y protagonizada por Amparo Noguera), debutará en el Teatro del Biobío antes de su temporada en nuestra sala", revela.
Nuevos peldaños y desafíos
9 millones de personas han visitado el GAM en sus 8 años, y cada vez se han vuelto más frecuentes los carteles de "Entradas agotadas" en sus boleterías. "Hoy tenemos un 75% de ocupación de sala, lo cual es muy bueno: en la calle Corrientes de Buenos Aires están entre el 30% y 40%, y en Londres por el 70% y 75%. Ha sido muy satisfactorio, pues quiere decir que nuestra programación, que cada vez le toma más el puso al país, es de interés del público", opina.
"Cuando llegué no solo había un déficit de $100 millones que pudimos revertir con $120 millones adicionales en 2017, sino que lo que más curioso era que el público de GAM era en su mayoría del segmento ABC1", agrega. Hoy, y aunque las entradas pueden llegar a rondar los $8.000, "un precio que no es popular pero que asegura un alto nivel artístico, los segmentos C1 y C2 corresponden al 60% de nuestra audiencia".
Pero seguía habiendo públicos ausentes. Ayer, a las 16.30 horas y en el ala oriente del edificio B, se inauguró una nueva Zona interactiva, permanente y gratuita enfocada en los más pequeños. En alianza con la Fundación Mustakis y la productora Pi, cuatro módulo fueron instalados detrás del mesón de informaciones para que los niños conozcan más sobre teatro, danza, música y literatura, con un gabinete adicional dedicado a Gabriela Mistral.
"Los niños y toda la familia, en realidad, estaban entre las grandes deudas como centro cultural, y aprovechamos de sumar estos públicos y de fortalecer nuestra línea de innovación y tecnología, además de establecer una alianza con el sector privado, que nos ha sido muy esquivo", confiesa el director, quien a poco de asumir cortó los contratos con la tienda Puma Lab, vigentes desde su inauguración. En su lugar se instaló E.N.D. (Espacio Nacional de Diseño).
"Siempre consideré que no era un espacio ideal para un centro cultural como este, no al menos después de que el concepto Puma Lab, que además de la tienda incluía workshops, quebrara", apunta.
"Hay que entenderlo de manera muy respetuosa, pero hay lugares para tiendas como esa en los centros comerciales. A mí me parecía que esa vitrina, que da hacia la Alameda, debía potenciar algo más nuestro, como el diseño".
En marzo, Mella fue el primer director de un centro cultural en reunirse con la ministra Alejandra Pérez. "Con ella estamos bien alineados en cuanto a lo que esperan del GAM y lo que nosotros hemos ido forjando con los años, que es un espacio de acceso popular y que no se desentiende del presente", comenta, y asegura mantener buenas relaciones con el directorio encabezado por Ramón López: "Nunca nos han puesto un pero y contra todo lo que se decía, me encontré con un directorio mucho más propositivo y dialogante. Mi contrato aquí es por 8 años, y nuestros números son positivos y siguen en alza. Sería raro que nos sacaran", dice.
Así también ha visto las salidas de Alejandra Serrano del Centro Cultural La Moneda, además de las de los directores del Museo Histórico Nacional y el Bellas Artes. "La de Serrano es la más similar a mi caso, pues los otros son cargos públicos. Ella estuvo por casi 11 años en el CCPLM, y creo que ya había cumplido un ciclo al posicionar a un espacio como ese. Pero claro, depende mucho de las relaciones que mantengas con el ministerio y tu directorio. Las confianzas siempre pueden quebrarse y uno debe estar dispuesto a los cambios".