Son casi 40 horas de grabación donde la voz de Temístocles Lobos (1928-2012) salta entusiasta de una década a otra. Primero rememora la década de los 50, época dorada de la historieta nacional, para luego sin previo aviso recordar su infancia en San Miguel y después volver a sentir el trago amargo que le dejó la película Ogú y Mampato en Rapa Nui (2002), tras no percibir ganancias. Sentado en el estudio de su casa en Concón, o deambulando por la misma habitación, rodeado por bocetos originales, libros de aventura y enciclopedias, tintas y acuarelas, el historietista, que firmó viñetas como Themo Lobos, habla de las seis décadas que vivió dibujando.
"Fue un poco complicado hablar con él porque era un cinto espacio temporal, un contador inagotable de historias", cuenta el periodista Rafael Valle (1970), quien en 2011 contactó al dibujante para entrevistarlo. La conversación se alargó, se detuvo y continuó el sábado siguiente, y así varios sábados más durante un tiempo. "Me fijé que había una obra gruesa para pulir y escribir una biografía", dice el periodista radicado en Valparaíso.
Puso manos a la obra. Conversó con la familia, colegas, admiradores e investigadores de historietas y tuvo acceso a la carpeta personal del autor. En 2012 postuló al Fondo del Libro, sin éxito. Y, ese mismo año, el creador del mundo de Ogú y Mampato falleció por una insuficiencia respiratoria.
En 2015 Rafael Valle obtuvo recursos del fondo y logró concluir La gran aventura de Themo Lobos. La biografía de 160 páginas que traza la hazaña ilustrada del autor de Lokán, el bárbaro, será presentada el martes 10 de abril, a las 19.00 hrs., en la Librería del GAM.
Viaje en el tiempo
El dibujo era un hobby. El pequeño Temístocles quería ser piloto de avión y recorrer el mundo como Quintín, el aventurero de la revista El Peneca. Pero su camino con el lápiz lo marcó Alejandro Dumas. Los tres mosqueteros llegó a sus manos y rápidamente buscó más. Le siguieron Jack London, Dickens, Salgari y Julio Verne, y aprendió que una buena aventura debía transmitir un abanico de emociones. Esa convicción se mezcló con la idea de escribir historias, pero sabía que las palabras no le hacían justicia a las imágenes en su cabeza. Así que comenzó a dibujarlas.
Diez años después, en 1948, Temístocles publicó por primera vez a Ferrillo y Homero en la edición dominical de La Nación. El mismo año en que Themo, como le decían familiares y amigos, parte con una carpeta a las oficinas de la editorial Zig-Zag y toca la puerta de El Peneca, Pobre Diablo y Topaze.
Así inicia su carrera definitiva como dibujante y entrena el trazo hasta que en 1968 Eduardo Armstrong le pide que se haga cargo de Mampato. Lobos moldea el universo del niño pelirrojo (creado por Armstrong y Oscar Vega), a su amigo Ogú y el cinto espacio temporal.
La gran aventura de Themo Lobos está narrada de manera cronológica y desarrolla el contexto de la historieta de cada década, iluminando anécdotas laborales y los buenos y malos momentos del artista. En sus páginas, repletas de bocetos originales, portadas antiguas, viñetas y fotos, el autor de la biografía repasa el conflicto entre Themo y Pepo (René Ríos), autor de Condorito.
En la carpeta de dibujos que Lobos llevaba para mostrar a los grandes ilustradores, iba el de Sofanor, el Condorito Chileno, protagonista de una tira inédita. Cuando Pepo publicó por primera vez Condorito aventurero (1949), Themo se lo reprochó como un robo, cuenta el biógrafo. Tiempo después, hubo una segunda confrontación, pero todo quedó como un conflicto abierto.
También tuvo roces con Oscar Vega, el primer dibujante de Mampato. "No le gustó mucho cuando Vega regresó a Mampato (1972) a dibujar la serie. Fue una relación ambigua ya que Themo, tiempo después, lo llamó para que trabajaran juntos", explica Valle.
Cuando se trataba de trabajo, el creador de Alaraco era ingenioso y se las arreglaba para salir adelante. Dibujó codo a codo con recordados historietistas nacionales, fundó la revista de ciencia ficción Rocket (1965) que prosperó pero debió abandonar por sobrecarga laboral.
Hizo portadas de libros, se unió al elenco del programa de Canal 9, Gran Sábado Gran (1966), y vivió un par de censuras durante la dictadura militar, con la publicación de un episodio de Mampato, El árbol gigante: La rebelión de los mutantes. La tira tenía una lectura política y debía salir el 12 de septiembre de 1973. Sin embargo, tiempo después dibujó para la revista Dos Puntos, cuya gestora y presidenta era Lucía Pinochet, hija mayor de Augusto Pinochet.
"Themo siempre se declaró de izquierda, pero nunca militó ni lo gritaba a los cuatro vientos", explica Valle. "Era pragmático, trabajaba donde lo llamaran mientras no hubiese nada raro, y cuando sufrió censura tuvo que adaptarse", agrega.
Hacia fines de los 80, con el triunfo del No, nuevas revistas llegaron a los kioskos. Entre esas Cucalón (1986-1990), que recopilaba su trabajo de décadas. El creador de Máximo Chambónez se aventuró con Pimpín (1990), una revista de su autoría, pero fracasó en su cuarta edición. En 1993, tras el mal sabor de las pérdidas y sus problemas respiratorios, decidió ir a vivir a su casa en Concón, que construyó durante el auge de Mampato.
En la V Región, un Themo Lobos de 68 años rejuveneció con la reedición de las aventuras del niño pelirrojo junto a su amigo prehistórico en 1996. Fueron 25 tomos, con 25 historias, mejoras en color y trazos, que devolvieron el nombre del dibujante a una nueva generación de jóvenes lectores e ilustradores.