Todo partió cuando el profesor emérito del Jesus College de Oxford Michael Vickers le preguntó a la chilena Valeria Riedemann sobre las obras que habían sido donadas desde el Ashmolean Museum a la Municipalidad de Santiago. La conversación tuvo lugar en 2013, cuando el británico daba una charla en Oxford y Riedemann era una de las asistentes. Él le contó sobre aquella iniciativa de 1992, cuando el alcalde de Santiago era Jaime Ravinet.
¿Cuál era el propósito de la donación? La creación de lo que sería el CEDAC: un Centro de Estudios y Difusión de Arte Clásico que se ubicaría en Quinta Normal, pero que nunca se construyó.
Riedemann, quien hoy vive en Seattle y es doctorada en Arqueología de esa casa de estudios, se sorprendió: "Hice clases un montón de años sobre arte clásico en Chile, conozco todo lo que hay y jamás vi esas obras". Entre las piezas a las que se refiere la académica -y que respalda en documentos proporcionados por Vickers- figuran varias lámparas romanas que datan del siglo I D.C., además de fragmentos de cerámica de más de dos mil años de antiguedad.
Su valor, dice, es incalculable. Tal como relataba el inglés en una carta enviada el 6 de julio de 1993 a Rafael Vargas Hidalgo, principal gestor del proyecto en Chile: "Pese a que la cerámica está en fragmentos, son al menos artefactos originales y podrían alentar algún día a un estudiante a interesarse por la antiguedad griega".
Según Michael Vickers dijo ayer a un medio local, las piezas no tendrían un alto valor. Sin embargo, Riedemann matiza: "Probablemente si Oxford los donó es porque no le interesaban. En una excavación se pueden sacar cajas con cientos de trozos de cerámicas, pero para un estudiante tener algo así no tiene palabras".
Misma opinión, le merecen las réplicas de esculturas que habrían llegado a Santiago, entre ellas una copia original de la cabeza de la diosa Atenea Lemnia: "Claramente no es el original de la Venus de Milo, pero su valor educacional es enorme".
Tras el encuentro con Vickers, Riedemann cuenta que buscó por años las piezas en sitios como el Museo Bellas Artes o el Museo Casa Colorada. El infructuoso rastreo, hizo que en marzo pasado realizara una solicitud por medio de la Ley de Transparencia para conocer su paradero.
El municipio deberá responder por el requerimiento durante el transcurso de este mes. "A pesar de que es un hecho completamente ajeno a la administración actual (...) se solicitó un sumario interno para determinar los hechos y eventuales responsabilidades administrativas", declaran desde la alcaldía.
Según Riedemann, las donaciones del Ashmoleam Museum no son las únicas. En un inventario que Vargas envió a Vickers en los 90, y al cual tuvo acceso La Tercera, figuran más de 50 instituciones -el Museo Vaticano, el de Historia de Viena y la Universidad de Manchester- que apoyaron al proyecto, algunas no solo donaron piezas, sino también fotografías históricas e, incluso, cerca de 500 libros. Su paradero se desconoce.