"Estuve en un teatro presentando mi libro ante 600 personas. Allí cantó Carlos Gardel en 1914", dice sonriendo Leonardo Padura (63) sobre una actividad ocurrida la semana pasada, en la ciudad argentina de Córdoba.
El reconocido escritor cubano, que suele fundir en su narrativa la historia con la contingencia social, llegó el sábado a Chile para promocionar su más reciente novela, La transparencia del tiempo.
Es el noveno título de la saga protagonizada por el detective Mario Conde, que incluso debutó como miniserie en Netflix en 2016.
Esta vez la historia comienza con un decaído Conde, dedicado a la reventa de libros en La Habana, ante la inminencia de cumplir 60 años, además de "dolores físicos y frustraciones existenciales". Corre el año 2014 y el detective recibe la inesperada llamada de un ex compañero de estudios, Bobby Roque, quien ahora tiene "el pelo decolorado y teñido y las cejas delineadas".
Bobby le cuenta a Conde que su pareja se ha ido y le ha robado casi todo de su departamento. Entre los objetos más preciados, una figura negra llamada la Virgen de la Regla de incalculable valor histórico. Conde deberá recorrer los bajos fondos de La Habana en su búsqueda.
Entre las novedades en torno a su obra, Padura cuenta que su premiada novela El hombre que amaba a los perros (2009), sobre el asesinato de León Trotsky, se convertirá en serie o película dirigida por José Padilha, realizador de la serie Narcos.
Sobre su presencia en librerías cubanas, dice tomando un ejemplar de su última novela editada por Tusquets. "En Cuba no se importan libros. Imagínate éste, si vale 25 dólares, es el salario de un mes de un cubano. Es un objeto absolutamente incomprable para el 90% de la población".
¿Conoció a muchos Bobby Roque en su juventud?
La historia de Bobby Roque, que de niño tiene inclinaciones homosexuales y debe ocultarlas, es muy común en Cuba. Por muchas razones, entre ellas, de carácter histórico culturales de moral judeocristiana, que condena la homosexualidad. Y en Cuba se crearon unos campos de trabajo donde eran enviados los homosexuales porque esos prejuicios consideraban la homosexualidad como una desviación moral, vueltos seres no confiables, e incluso como una enfermedad. Recuerdo comentarios de mayores, cuando un joven tenía otra tendencia, que los llevaban al médico, al psicólogo, para que los curaran. Fue una etapa muy dura que a fines de los 80 comenzó a cambiar.
¿Y hoy cómo se aborda la homosexualidad en la isla?
Ya no es problema. Por ejemplo, nosotros en Mantilla teníamos dos vecinas, una pareja lesbiana, que creo son una de las mejores vecinas del barrio que hemos tenido en muchos años. Para nada su homosexualidad constituía algo que la gente rechazara. Creo que eso se ha superado bastante.
¿El movimiento feminista tuvo repercusión en Cuba?
No, porque creo que el papel de la mujer en Cuba se resolvió hace bastante tiempo. Al proceso revolucionario cubano se le pueden hacer muchas críticas, pero hay cosas que fueron ganancias que cambiaron la sociedad, y una de ellas fue el papel de la mujer, a quienes se le dieron todos los derechos civiles, sociales y jurídicos. De todas maneras, la cubana es una sociedad machista. Es contradictorio, pero es una percepción cultural, donde no se puede obviar el origen de sociedades patriarcales.
Ud. también ha hablado del deterioro moral cubano...
La Habana es una ciudad que se ha detenido en el tiempo, en los últimos 25 años ha habido un rescate histórico solo en parte de ella. Pero en general, en La Habana ha existido un deterioro notable. Han surgido cinturones de miseria, y eso en los 70 y 80 no existía. Había barrios de carácter más aristocrático y otros más populares, pero han empezado a aparecer estos asentamientos que es lo que llaman en algunos países poblaciones o villas miserias. Son lugares habitados por personas que vienen del oriente del país y eso está produciendo división social y la precariedad también afecta los comportamientos.
¿Y en qué se aprecia esto?
El reggaeton es un elemento revelador. Una música de muy poca elaboración sonora y de textos que, por lo general, son muy pobres literariamente y muy agresivos. Ahí aparece el machismo, la discriminación y las divisiones sociales.