Cinco años después de recibir el Premio Nobel de Literatura en 1923, el poeta inglés W. B. Yeats (1865-1939) publicó La Torre (1928). Una colección de 21 poemas que versan sobre la vejez y la eventual muerte, y que lleva por título el nombre del segundo escrito que lo compone. En dicho poema, en sus últimos versos, el también dramaturgo y figura mayor de las letras inglesas, recita: "Y les declaro mi fe:/ me burlo del pensamiento/ de Plotino y vocifero/ en los dientes de Platón, muerte y vida no existieron/ hasta que el hombre las forjó/ e hizo de su amargo ser (...) Y añadir, además/ que, muertos, resucitamos/soñamos y así creamos/ Paraíso translunar".
Ocho décadas más tarde, ese lugar descrito por Yates tomó sentido en la mente del actor y escritor británico George Mann . "Lo interpreto como un lugar donde todos y todo lo que alguna vez amamos, y ya no está, permanece", dice, intentando poner en palabras cómo imagina el Paraíso translunar del poeta irlandés y que inspiró la obra homónima que estrenó con éxito en 2011.
Fue a raíz de la pérdida de su padre a causa de cáncer de pulmón, que Mann se cuestionó cuáles eran los espacios que la sociedad ofrecía para lidiar con el dolor de la muerte de los seres queridos. Y concluyó que estos no existen. Así, "desde el sentimiento de pena -que sentí antes de su muerte y también cuando falleció- me propuse crear una obra que hablara del amor, la pérdida y el dejar ir", cuenta. Con ese objetivo en mente, las palabras del autor de Leda y el cisne cobraron forma sobre el papel y las tablas.
Translunar paradise cuenta, sin palabras, la historia de William (George Mann). Un hombre viejo que, luego de perder a su esposa Rose (Deborah Pugh) por culpa del cáncer, decide escapar a un lugar de fantasía. En ese paraíso, William puede revivir viejos momentos junto a su pareja. Uno tras otro se agolpan en su memoria: un baile, un beso, una separación por la guerra o la hora del té.
Pero mientras Will se refugia en la memoria y se aleja de la realidad, Rose, en un último acto de amor, vuelve para ayudarlo a superar su muerte.
Sin hablar, los protagonistas cuentan una historia de amor que pasa por momentos cruciales en la vida de la pareja como el primer cortejo, el embarazo, el aborto y la pérdida. Es el lenguaje no verbal, el movimiento, la respiración y el uso de máscaras, marcados por la música en vivo del acordeón de Sophie Crawford, los elementos que se encargan de narrar la trama.
"La voz que habla en el poema de Yeats inspiró al personaje de Will. Un hombre que lucha por no soltarla, y prefiere ese paraíso antes que enfrentar la realidad de dolor y muerte", reflexiona el actor, escritor y director de la obra.
Estrenada en 2011 en el Festival de Edimburgo, la obra ha ganado nueve distinciones, entre ellas el Argus Angel Award del Festival Brighton Fringe (2012), y ha sido bien recepcionada por la crítica de distintos medios británicos, como The Stage, que reseñó: "Realmente no puedo recomendarla lo suficiente - no es solo uno de los mejores espectáculos que he visto esta temporada, sino en cualquier temporada".
En Santiago y Talca
Celebrando diez años desde su creación en 2007, la compañía de teatro Ad Infinitum, cofundada por Mann y Nir Paldi, anunció durante el año pasado una gira por Reino Unido y Chile. Con su elenco y puesta en escena original, Translunar paradise llegará al Teatro Municipal de Las Condes este martes 13 a las 20 horas.
"Estamos ansiosos de llegar y aprender más de Chile", comenta George Mann a La Tercera. Agregando que cada público frente al que se han presentado reacciona diferente y lo único que espera es que "(la obra) conmueva, los haga reflexionar sobre la pérdida, el amor y cómo todos tenemos que aprender a dejar ir", concluye.
Sobre las tablas santiaguinas, el teatro de máscaras -sello que la compañía con sede en Bristol (Reino Unido) ha usado en otras ocasiones- tendrá 10 funciones hasta el sábado 24 de marzo. También contará con un estreno único en el Teatro Regional del Maule el martes 27 a las 20 horas.