Diamela Eltit
Profesora de Castellano, la escritora Diamela Eltit (68) irrumpió en la escena nacional en los 80 con la novela Lumpérica (1983) y como integrante del CADA (Colectivo de Acciones de Arte).
"Tiene una obra sólida y coherente, que cuestiona al poder y sus instituciones, siempre desde un punto de vista inesperado", señala Luis López-Aliaga. "Sería todo un signo que se le otorgara el premio, tomando en cuenta que ella ha sido una de las mayores representantes de las luchas feministas en Chile. Además se mantiene plenamente vigente a la luz de Sumar", agrega sobre la última novela, presentada el miércoles pasado, y protagonizada por un grupo de vendedores ambulantes. "Esta es la gran marcha de los postergados", apunta el ejemplar de Eltit, quien alterna su labor académica entre Chile y la U. de Nueva York (EEUU).
La trascendencia de su obra implicó que la U. de Princeton, en 2013, adquiriera su archivo compuesto de manuscritos, fotos y objetos.
"Es una narradora e intelectual que ha marcado a varias generaciones, incluyendo a la mía", dice la autora María Paz Rodríguez. "Es una escritora sólida, con una obra importante, que ha sostenido su proyecto de escritura", afirma Claudia Apablaza.
"Su escritura es desafiante y lúcida. En Sumar llega incluso a mezclar el tema de la lucha social, las marchas y la precariedad económica, con drones invisibles y archivos fracasados", destaca María José Navia. "Su obra es inspiradora, compleja y única", cree Paula Ilabaca. "En ella hay una voz auténtica que ha instalado una mirada política sobre lo precario y lo resistente en nuestra sociedad con metáforas poderosas", opina Andrea Jeftanovic.
"Eltit inventó una narrativa postdictadura con fuerza e imaginación, instalando una voz no solo en Chile, sino en Latinoamérica, que va más allá de la ficción, dialogando con el ensayo y las artes visuales", dice Sergio Parra. "Ha influido en nuevas generaciones de narradoras como Lina Meruane, Nona Fernández y Paulina Flores, transmitiendo un compromiso intelectual con la escritura", añade.
Germán Marín
En 2014 el favorito para obtener el premio entre sus pares fue el cronista Pedro Lemebel, quien murió sin galardón en enero de 2015. Hace cuatro años Germán Marín (84), acaso el más prolífico entre los narradores vivos del país, fue postulado al Premio Nacional por editorial Alfaguara y respaldado por la U. Diego Portales y autores como Alvaro Bisama, Roberto Merino, Alberto Fuguet y Rafael Gumucio.
A inicio de los 90 Marín aterrizó desde el exilio y su producción comenzó a crecer con la edición de cuentos, memorias y novelas. Ahora dos títulos llegan a librerías. La novela Póstumo y Sospecha por Seix Barral y la reedición de su primer libro, Fuegos artificiales (1973).
En Póstumo y Sospecha Marín vuelve a describir fragmentos de realidad de la sociedad del Chile postdictadura y de los actuales bajos fondos. Autor de la trilogía Historia de una absolución familiar, su obra ha sido elogiada por escritores como el argentino Alan Pauls, el boliviano Edmundo Paz Soldán y el crítico español Ignacio Echevarría.
Entre los autores consultados, María José Ferrada se inclinó por Marín. "Creo que sus libros nos ayudan a observar la historia reciente, esos cruces entre memoria colectiva e individual", afirma y cree que sin duda Marín merece ganar el Premio Nacional 2018. "Su proyecto demuestra que la escritura puede ser intelectual sin perder por eso la vitalidad", agrega.
"Marín ha dicho tantas veces que no quiere el premio que sería una maldad dárselo", opina hoy Rafael Gumucio, quien este año apoyará a Roberto Merino.
Ya en 2014 Germán Marín decía a este diario: "Estoy acostumbrado a perder".
El poeta y librero Sergio Parra, quien este año respaldará a la narradora Diamela Eltit, dice que lamentablemente Marín no ha estado atento a los cambios sociales. "Marín transmite admiración entre sus pares, pero no logra influir. Creo que Roberto Bolaño, incluso Manuel Rojas, influye más en las nuevas generaciones, pero no Marín", comenta Parra.
Enrique Lafourcade
Polemista y crítico, Enrique Lafourcade cumplió en octubre pasado 90 años. Hace justo una década el autor de Palomita blanca (1971) fue diagnosticado con la enfermedad de Alzheimer. Dos años después de esa noticia, en 2010, el creador de la Antología del nuevo cuento chileno se trasladó a vivir junto a su esposa, la pintora Rossana Pizarro, a la región de Coquimbo.
"Enrique siempre estuvo en contra de que los mismos escritores tuviesen que hacer lobby, golpear puertas, recolectar firmas y presentar sus propias candidaturas, para conseguir un reconocimiento que debiera ser por el peso de la obra", comenta desde el norte vía email, Rossana Pizarro.
Sobre el presente del autor, el ex columnista dominical, que se desenvolvió en la crónica, la novela y el cuento, Pizarro cuenta: "Enrique luchando contra el Alzheimer, a sus 90 años se encuentra más o menos bien. La enfermedad ha progresado lentamente".
Autor de una treintena de títulos, el último libro que publicó fue Los potos sagrados, en 2006. Una recopilación de crónicas sobre diversos temas, donde apunta sobre Santiago: "Es una confusa reunión de cosas y casas (...) ya no tiene olor de identidad". Antes, editó El inesperado (2004), novela sobre Rimbaud.
Uno de los escritores consultados, Jorge Marchant Lazcano, cree que Lafourcade es "el caso del autor injustamente postergado". Mientras que el poeta y periodista Cristóbal Joannon comenta que "Germán Marín y Lafourcade también son de calidad, a mi parecer, pero Merino creo que es superior".
Siempre cercano a la polémica, en 2002, antes de que el jurado diera su veredicto (que consagró a Volodia Teitelboim), Lafourcade dijo que "el premio está dado por decreto administrativo, por instrucciones, tal vez de palabra, del Presidente de la República, a la Ministra de Educación y de ésta al censor (Raúl) Zurita", en referencia al poeta ganador del Nacional 2000. De pasada atacó a Antonio Skármeta: "Le podrían dar un premio por uno de sus programas televisivos".
Roberto Merino
Comenzó publicando un particular título de poemas. Roberto Merino (56), amigo de poetas de diferentes generaciones como Rodrigo Lira y Enrique Lihn, editó Trasmigración, en el sello Archivo, de Juan Luis Martínez, en 1987.
Sin embargo, se ha destacado por su labor de cronista tanto como por su trabajo de columnista y autor de ensayos periodísticos y literarios. Seguidor de la tradición de agudos obervadores como Joaquín Edwards Bello, los primeros libros reconocidos de Merino fueron Santiago de memoria (1997) y Horas perdidas en las calles de Santiago (2000). Después se sumaron títulos recopilatorios de sus crónicas cuyos temas trascienden la contingencia, como Pista resbaladiza (2014) y el recién publicado En busca del loro atrofiado (2018).
Considerado en 2016 "el secreto mejor guardado de la literatura chilena" por el diario británico The Guardian, es para muchos el mejor narrador vivo local. Su prosa igualmente ha sido desarrollada en los libros Luces de reconocimiento (2008); Padres e hijos (2015) y Lihn, ensayos biográficos (2016).
"Merino es el prosista más dotado que tenemos, sin que por eso menosprecie el habla de la calle, con la comicidad de sus giros", opina Ernesto Ayala, investigador del CEP. "Sus crónicas describen con lucidez la modernidad del Chile contemporáneo y sus intrincadas conexiones con el pasado, que por ignorancia solemos pasar de largo", añade.
"Tanto su poesía como su prosa me parecen de extraordinaria calidad. Supongo que eso es lo único que importa", opina Cristóbal Joannon.
Mientras Gumucio cree que Merino "es un gran escritor, un cronista único, el mejor prosista en castellano vivo y una personalidad única de la literatura chilena". Y agrega: "El premio a Diamela Eltit sería justo y digno, pero es premiar un clásico, prestigioso y consagrado".
"Merino, sin duda, es lo más cercano a mi gusto y admiración, pero alguien así, con una obra tan reducida, no sé si corresponde", cree Sergio Gómez.