La trama no estaba del todo resuelta, pero en 2015 los integrantes de la compañía circense Los Nadies habían comenzado a escribir la historia de una chica que sufría un accidente y quedaba en estado de coma. "Nos interesaba ahondar, desde nuestro lenguaje, en ese estado mental y de tránsito que desconocemos absolutamente", recuerda hoy la acróbata Francisca Arce (1987). Un año después, sin embargo, y mientras ensayaba un número en las alturas para un festival en Huechuraba, la misma artista cayó desde un cuadro fijo a cuatro metros y medio de altura. Antes de volver en sí, pasó 30 horas sumida en un coma.
"Por supuesto pensé 'no volveré a hacer esto'. Yo soy dentista también, y quizás era el momento de oír a mi familia y de volver a mi profesión. Pero mientras asumía lo que me había ocurrido, opté por no dejarlo pasar así no más y hacer de esto una recuperación total", comenta Arce, quien este jueves salió nuevamente a la pista para protagonizar Oxida2, 30 horas en mí, el montaje que bajo la dirección de Martín Erazo (La Patogallina) se presentará hasta el 1 de julio en Matucana 100.
"En 2014 dirigí su egreso en el Circo del Mundo, y ahí nos hicimos buenos amigos. Luego me hice cargo de otro número de trapecio suyo (El gran número, 2016), y esta vez acepté volver a dirigirla de inmediato, pues su accidente fue traumático para toda su familia y quienes la conocimos. Desde el primer minuto, además, creí que con esto ella podría volver de lleno a los escenarios. Y así fue", cuenta Erazo (1974).
"Un cuerpo que sufre un accidente, queda en estado de coma, y es su mente la que despierta para decidir si seguir o no", se lee en uno de los primeros borradores del espectáculo que debutó anoche. Cuatro acróbatas (incluida Arce), una cantante lírica y un músico que se alterna entre baterías, guitarras eléctricas y bajo, funden teatro, rock y técnica circense en escena, con virtuosos números de acrobacia, contact, cuerdas y cuadro fijo.
Para Erazo, el mayor desafío era abordar el accidente de su protagonista, "pero no desde lo literal ni obvio", dice. Junto a Arce, el director escribió varios de los textos que aparecen como destellos en medio del espectáculo visual, sostenido en una gran estructura metálica que simula la actividad cerebral y sus misterios.
"Establecimos, con la música y el uso de iluminación (con tubos fluorescentes y luces estroboscópicas), una atmósfera general, porque si bien hablamos todo el tiempo del accidente, nunca lo vemos, sino que es todo más onírico, que es como yo veo el circo", explica Erazo. "También nos dimos varias vueltas en cómo darle un barniz teatral a nivel de actuación e interpretación, y fuimos hacia la naturalidad, intentando alejarnos de esa 'sobreactuación' que tiene el circo. Y no tiene mucho que ver tampoco con el lenguaje de La Patogallina, salvo en lo visual quizás, porque a veces la actuación nuestra va mucho más allá del realismo", agrega.
Mientras los creadores de El húsar de la muerte y Frikchou continúan con su gira de Paloma ausente, el espectáculo callejero que desde el año pasado rinde homenaje a Violeta Parra, también alistan su próximo montaje: 2118 - Geografía de la sangre, que debutará en 2019.
Erazo adelanta: "Estamos trabajando junto a la dramaturga Carla Zúñiga (Prefiero que me coman los perros), y Jorge Baradit (Historia secreta de Chile), que iba a coescribir el texto, finalmente hará de asesor en la investigación del montaje", que se detendrá en episodios ocultos de la bitácora local, como una matanza en la Araucanía a comienzos del siglo pasado y la relación entre Allende y Pinochet previo al Golpe de Estado.