Lo que sucede en Chile con la danza se puede comparar con el esparcimiento de las semillas de un gran árbol. Estas viajaron de Santiago a distintas regiones para enraizarse y germinar en festivales y escuelas. A través de ellos, la disciplina se desenvuelve y manifiesta, aumentando el número de funciones y asistentes, y propiciando la aparición de academias para la formación amateur.
"Hay un movimiento que lleva décadas y está dando este resultado fantástico", dice Luz Lorca, subdirectora del Ballet de Santiago. Si bien se refiere al trabajo formativo de antiguos miembros del cuerpo estable del Teatro Municipal que han abierto estudios, sus palabras bien pueden dar cuenta del panorama general.
Si en 2006 el Informe Anual de Cultura y Tiempo Libre del Consejo de Cultura registraba casi 2.500 funciones de danza a nivel nacional, para el 2016 el número aumentó en un 40%, sumando las disciplinas de ballet, danza moderna o contemporánea, y la danza regional y folclórica.
El público también ha crecido de manera sostenida: en una década, pasó de 900 mil a casi un millón 200 mil personas. "Creo que la sociedad se está dando cuenta de que la danza congrega y abre puertas... es un lenguaje universal", opina Lorca.
Hoy, en recuerdo del natalicio de Jean-George Noverre, bailarín y coreógrafo francés que sentó las bases del ballet moderno, la comunidad dancística, con gestión gubernamental, organizó actividades de norte a sur. Las celebraciones, centralizadas en Magallanes, incluyen talleres y presentaciones con un amplio abanico de exponentes.
Todos los estilos se celebran. Sin embargo, a nivel local, los indicadores de consumo del Ministerio de las Culturas muestran que las danzas contemporánea y moderna llevan la delantera. Mientras en 2006 las funciones llegaban a 639, diez años después hubo 1.426 shows, gratuitos y pagados. A su vez, el público pasó de 130 mil personas a casi 300 mil, llevando mayor oferta programática a regiones.
Danza para todos
Sin cifras a mano, para los docentes del área la oferta de academias y escuelas de contemporáneo y moderno, tanto en la capital como en regiones, ha crecido.
"El interés y el aprecio por la disciplina han ido, sin duda, en aumento", dice Paola Moret, ex bailarina del Ballet Nacional de Chile y actual coordinadora de danza del ministerio. Y agrega que, por lo mismo, crear un estándar relativo al funcionamiento en materias metodológicas de escuelas y academias, es parte de las medidas de la Política Sectorial 2017-2022.
"Hay un crecimiento notable: mucha gente quiere estudiar danza y lo quiere hacer de hobby", asegura Ana Luisa Baquedano, directora de la Compañía Mo-Mo, donde hace clases de ballet moderno y contemporáneo. Para ella, el cambio no fue abrupto, pero sí notorio. De los 70 alumnos que solían matricularse, la suma asciende hoy a los 100.
Agrega Baquedano que en 2008, cuando abrió, había menos academias y agrupaciones, y que la oferta actual es amplia y variada en cuanto a enfoques y estilos. Sin embargo, la corriente contemporánea ha conseguido visibilidad y posicionamiento porque "es bastante más libre, expresiva y natural en cuanto al movimiento". Y remata: "Creo que la danza contemporánea es más realista para la sociedad actual, fuerte y violenta. La gente busca lugares donde expresarse".
Por su parte, Francisca Fuenzalida, bailarina y profesora de danza de la academia Pulso, no ha visto crecer la matrícula en la escuela donde enseña. Eso sí, cuenta que "se habla más de danza y la gente está más enterada".
Isabel Carvallo, jefa de la carrera de Danza en la U. de Chile, una de las siete instituciones formales del país con una malla curricular en el área, sostiene que el aumento en el interés responde a que antiguos alumnos se convirtieron en semillas que llevaron el baile a otras regiones. "Muchos postulantes llegan porque tuvieron algún profesor egresado de aquí. De nuestros antiguos estudiantes, la mayoría se dedica a hacer clases y muchos vuelven a sus ciudades y llevan la danza", cuenta, añadiendo que el perfil de la carrera apunta a la danza contemporánea.
Desde el sur, la directora de la Escuela de Danza del Teatro del Lago, Macarena Montecinos, se muestra convencida de los efectos positivos de la danza en los alumnos, niños, adultos y jóvenes que recién comienzan a familiarizarse con esta práctica. "La danza aporta a la preparación completa de las personas", afirma, "porque ayuda a desarrollar competencias distintas: disciplina, confianza, valores, forma física y control motor".
En particular, Montecinos se maravilla con la incursión de jóvenes aficionados en la corriente contemporánea a través del ciclo "Puedes Bailar": un programa de integración social del teatro frutillarino que usa la danza como motor de crecimiento creativo y que este año prepara su sexta versión.