Pasaron demasiadas cosas para Sebastián Lelio (1974) después de que filmó Una mujer fantástica (2017). En realidad, ya venían sucediendo vertiginosamente hace cinco años, desde que Gloria (2013) se llevó el Oso de Plata a Mejor Actriz en el Festival de Berlín. Para empezar lo contactaron dos actrices. Nada menos que Rachel Weisz y Julianne Moore. La primera quería que la dirigiera en un filme que ella produciría. La segunda sería la protagonista del remake de Gloria. Lelio, con mente fría envidiable, se tomó las propuestas con calma y antes rodó Una mujer fantástica en Chile. Luego hizo Desobediencia (2017) y después la nueva Gloria (2018).
"Y pasó que después del Oscar a Una mujer fantástica ya tenía dos nuevas películas filmadas. Algo bastante raro", comentaba ayer el cineasta chileno en el auditorio de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica. Ahí, frente a un voraz público de estudiantes de Dirección Audiovisual, Publicidad y Periodismo, el director ofreció una charla en la inauguración del Festival Académico de Cine Universitario (Faciuni).
Habló de sus inicios errabundos en el oficio de escribir, de cómo su segunda película Navidad (2009) nunca lo dejó contento ("apuramos demasiado el montaje para mandarla a Cannes") y de que, siendo fiel a su lema, "cada película es un salto al vacío". "Por eso digo que Gloria, con Julianne Moore, es mi séptima nueva película", recalcaba en la conversación que mantuvo con el periodista René Naranjo.
Sebastián Lelio, flamante ganador del Oscar extranjero el 4 de marzo por Una mujer fantástica, retorna la próxima semana a Estados Unidos para promocionar el estreno de Desobediencia, la cinta que filmó con Rachel Weisz, Rachel McAdams (Spotlight) y Alessandro Nivola (Escándalo americano). Luego vuelve para su estreno chileno el 17 de mayo.
"Hay una buena temperatura en torno a Desobediencia. Tuvo un paso breve, aunque con críticas muy positivas, en el Festival de Toronto en septiembre. Será también una buen manera de dar vuelta la página de Una mujer fantástica", comentaba luego de la masterclass frente a un reducido grupo de periodistas.
La película, escrita junto a Rebecca Lenkiewiz (guionista de Ida, ganadora del Oscar extranjero 2015), es la historia de un retorno sin gloria y de una mujer de espíritu libre: Esti (Rachel Weisz) vuelve a Londres tras la muerte de su padre y se reencuentra con su amiga Ronit (Rachel McAdams), con quien flirteó en la adolescencia. El amor entre ambas parece renacer, pero también está presente el rabino Dovid Kuperman (Alessandro Nivola), completando el triángulo. Todo ocurre en un barrio del norte de Londres, en medio de una ultra ortodoxa comunidad judía.
"Hay puntos en común entre el personaje de Rachel Weisz en Desobediencia y el de Daniela Vega en Una mujer fantástica en la medida que ambos desafían al entorno", responde el cineasta acerca de las eventuales coincidencias entre ambos largometrajes. "Ahora, en Desobediencia, Rachel Weisz tiene un rol equivalente a la hija de un rey que ha vivido exiliada en Nueva York y que en un momento vuelve a su barrio natal de Londres", matiza Lelio.
Y en ese choque entre la liberal Esti y la inamovible comunidad se produce el conflicto que a Lelio lo motivó en el proyecto: " Acá se encuentra con los fantasmas del pasado, con fuerzas que parecen no cambiar. Lo que me interesó fue la rebeldía de su personaje y el de los otros dos, que también están en desajuste con esas verdades eternas. Son rebeldes en un mundo opresor, protector y conservador. Después de todo, lo que me gusta en mis películas es mostrar cómo los personajes pagan un precio por ser lo que son. Se los observa caer y levantarse en ese ritual".
El director de El año del tigre también desliza una curiosa comparación. "De cierta manera fue como hacer una película de ciencia ficción. Hay leyes de conducta diferentes, vestimentas distintas y hasta un Dios al que se adora de otra forma. Se sabe poco del mundo de la ortodoxia judía del norte de Londres. Es un universo fascinante, con sus luces y sombras. Ni los londinenses lo conocen demasiado".
Aunque el director es cauto a la hora de referirse a Gloria ("no es mucho lo que puedo hablar por ahora"), da algunas pistas sobre la cinta que se estrena a fin de año: "Este remake en Estados Unidos fue como hacer un cover. Como cantar la misma canción, pero con otra banda. Fue una experiencia gozosa y ahora estamos en la posproducción en Chile (en Fábula Producciones), con los últimos retoques, en plena cocina".
Lo que sí puede hacer es aventurar un breve análisis comparativo de actrices: "Es un lujo trabajar con Julianne Moore, Rachel Weisz o Rachel McAdams. Con ellas, cada toma siempre es una variante mejor que la anterior". Luego se detiene en Moore, que en el remake de Gloria reinterpreta el rol que antes hizo Paulina García: "Todo lo que hace ella es de excelente para arriba. Eso es producto de una dedicación absoluta y haberla tenido en este momento de su carrera fue magnífico. Sentía que todos los días aprendía algo".