Lo llaman Eminencia, y sus fieles aún besan sus manos y quieren oír sus prédicas. El obispo del llamado Vaticano chileno será homenajeado por su rebaño y por el país entero, que aún recuerda su pasado como detenido en dictadura y su lucha por los derechos humanos, además de su rol como benefactor de niños haitianos y de otros países. Rodeado de un séquito de sacerdotes que le sigue el amén en todo, Eminencia luce preocupada: cree que ante la llegada de un investigador papal haya quienes quieran manchar su nombre con el peor de los sacrilegios.
A solo días de que el Papa Francisco decretara la expulsión de Cristián Precht y Fernando Karadima de la Iglesia Católica, el GAM presenta Fe de ratas, el nuevo montaje de Teatro La María que se presenta hasta el sábado 20. Escrita y dirigida por Alexis Moreno (1977, Trauma), la obra cierra la trilogía precedida por Los millonarios (2014) y El hotel (2016): con fuertes dosis de humor negro, el texto indaga en abusos a menores, la Iglesia, la crisis del Sename, el racismo y la fe.
"Un par de toqueteos en el culo y arman la grande. ¡En su vida les hicieron cariño a esos mocosos de mierda y ahora se escandalizan porque uno fue cariñoso!", dispara el obispo, cuyas piernas desnudas asoman por debajo de la sotana y que cada tanto toma su guitarra para cantar La muralla de Quilapayún. Los demás intentan no lucir aterrados: saben que Eminencia está acusada de abusos contra niños, pero están dispuestos a negociar con quien sea para impedir que todo salga a la luz.
"Queríamos revisar los últimos años de este país hipócrita llamado Chile, y reflexionar en torno a un Estado que ha sido incapaz de dar solución y respuesta profunda y contundente a problemas históricos", dice Moreno. Protagonizada por Elvis Fuentes, Juan Gálvez, Manuel Peña, Rodrigo Soto y Alexandra Von Hummel, quien se luce con la brillante interpretación de una religiosa que sufre una epifanía marxista, Fe de ratas toma los abusos como pretexto para poner la fe en tela de juicio. "Creer es una palabra compleja", se repite en escena.
"La obra estaba escrita hace un año, pero ahora que caen Precht y Karadima es lógico que hagan el vínculo, aunque aquí el gran tema sigue siendo el creer: en qué nos han hecho creer luego de habernos hecho masticar y tragar toda esa idea de la democracia ", opina el autor, que para el 2019 anuncia una versión de El pato salvaje de Ibsen: "Descansaremos un rato de las obras que escribo", añade.
En Fe de ratas el grupo apostó por prescindir de varios recursos. Los actores salen a un escenario prácticamente vacío, irresuelto y con texto en mano. Y, al igual que en El hotel, solo hacia el final se revela un decorado rojo y un hipnótico letrero de neón con un encendido "God forgives", donde será el homenaje al obispo. "La idea era tener un montaje que evolucionara y se descubriera a sí mismo, como pasa con los abusos. Por eso parte desde lo ultra básico, que es leer el texto, hasta desplegar toda la visualidad estética", explica Moreno. "La puesta en escena refuerza además el argumento que planteamos: no hay quién se salve de tener las manos sucias", concluye.