No debería calificar de spoiler contar el epílogo de The Post: Los oscuros secretos del Pentágono. En los planos finales de la última película de Steven Spielberg se ven los cuarteles centrales de la Convención Nacional Demócrata en el complejo de oficinas Watergate (Washington) y a un grupo de desconocidos con linternas indagando el lugar, el 17 de junio de 1972.
Al hacer lo que hace, la cinta conecta su hilo argumental con un episodio decisivo de la política estadounidense, sumándose así a la lista de filmes históricos de Spielberg, quien en años recientes ha aportado con títulos como Lincoln y Puente de espías. En el mismo gesto, además, The Post tributa la visualidad del caso Watergate (coronada en Todos los hombres del Presidente y objeto de un guiño en Forrest Gump) y por esta vía explora un territorio argumental nuevo para el cineasta: el periodismo como oficio y como industria. Le ha parecido que era el tiempo de hacerlo.
"¿Cuándo el periodismo no fue importante para ayudarnos a encontrar la verdad?", se preguntaba Spielberg días atrás en Nueva York, según publica La Nación de Argentina. "El periodismo es la piedra fundamental de la verdad. Cuando hay múltiples fuentes detrás, todo lo que se publica sobre temas importantes nos resulta esclarecedor".
Junto con ensayar una respuesta, el director más clásico y popular en actividad asume, sin embargo, que los tiempos son otros. Que estamos invadidos por medios, plataformas, RRSS, opinólogos y demases. Que la verdad está devaluada, como lo están los hechos, ahora desafiados por la propia administración Trump, por sus "hechos alternativos" y su pertinacia en acusar al resto de propagar noticias falsas.
De ahí la urgencia y la necesidad de una película que al realizador le llegó un poco de golpe y porrazo, en medio de su adaptación de la novela de ciencia ficción Ready player one (con estreno en marzo). Lo que no significa en absoluto, contra lo que dijo cierta crítica, que se vea hecha a la rápida. O desprovista de esa cualidad spielbergiana de conferir elocuencia y sentido a los rostros, a los objetos y a las acciones.
Graham y Bradlee
"Leí el guión en febrero de 2017 y la filmamos en junio", explica Spielberg, quien pide tomar nota de que la película "no se hizo sólo a partir del deseo de hablar de una verdad que merecía ser dicha a pesar de que un gobierno trató de impedirlo. También es una historia que habla del feminismo. Sobre lo que significaba ser mujer en 1971".
Ambos elementos cristalizan en la figura de Katharine Graham (Meryl Streep). Periodista que enviudó en 1963 del abogado Phillip Graham y mandamás desde 1967 del principal diario de Washington -que aún no estaba entre los grandes periódicos nacionales-, Graham se vio a la cabeza de un medio que salía a la bolsa y en junio de 1971 se encontró con un fierro caliente: The Pentagon Papers
Los "papeles del Pentágono", 47 volúmenes que reportan e interpreta la participación militar en Vietnam entre 1945 y 1967, habían sido encargados ese último año por el Secretario de Defensa, Robert McNamara, sin informar siquiera al presidente Lyndon Johnson. Un ex analista que participó en su elaboración y que combatió en Vietnam, Daniel Ellsberg, entregó parte de esas 4 mil y más páginas a The New York Times, que inició la publicación de los extractos.
¿Qué haría el Post, considerando además la íntima amistad que unía a Graham con McNamara? Gracias a Ben Bradlee (Tom Hanks), el otro protagonista de la cinta, hacer lo que debe hacer un medio periodístico: dar a conocer información de interés público. Así, mientras el Gobierno de Nixon intentaba bloquear la publicación vía tribunales federales que ordenaron al Times ponerles fin (el diario consiguió en otra corte una orden que anulaba la primera y el caso fue llevado a la Corte Suprema), el Post se ponía a la cabeza de la cobertura.
Lo anterior no sería fácil, pues la mesa directiva estaba en contra de la decisión de publicar, temiendo fugas de inversionistas que no desearían indisponerse con los poderes político y judicial. De ahí toda la presión en los hombros de la protagonista, que se convirtió en una aliada clave de la libertad de expresión.
Por la lucidez de sus observaciones, lo expedito de su narrativa y el peso histórico que revela su andadura, The Post se emparenta con algunas de las cintas más respetables acerca del oficio. Por ejemplo, con dos que una reciente encuesta del propio diario entre sus críticos situó en el Top 10 de las cintas hollywoodenses sobre el periodismo: Todos los hombres... (estelarizada por dos periodistas del Post) y En primera plana. Eso sí, repara menos que ellas en las severidades del día a día en la sala de redacción o en el proceso que toma hacer un reportaje. Nada, sin embargo, que la haga verse menos urgente.