Algunos lo recuerdan por su despeinada cabellera. Otros porque comenzó a hacer unos riffs propios de guitarra eléctrica con su violín fabricado por el lutier italiano Sergi Persson. Los que lo han visto en el extranjero también han apreciado su fluidez en un violín eléctrico construido por James V. Remington. Con aquel instrumento toca a Led Zeppelin o a Van Halen. Con el primero a Paganini o a Tchaikovsky. A Chile, Alexander Markov (1963) viene ahora en plan clásico y hoy interpretará el Concierto para violín N° 4 de Mozart, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile que dirige Max Valdés.

Con una destacada participación en la prestigiosa Competencia Paganini de 1982, el ruso-americano Alexander Markov ha combinado en su carrera los intereses clásicos y rockeros. Eso sí, sus botas puntiagudas son siempre parte de su indumentaria y dan una pista de que la libertad interpretativa es esencial en su personalidad artística.

Con su padre músico llegó a los 12 años a Estados Unidos y en la calidad de disidentes pudieron apreciar ciertas manifestaciones culturales que en la Unión Soviética eran un bien escaso. Una de ellas fue el rock, insumo básico en la dieta artística con la que Markov creció en América. El mismo instrumentista lo ha recalcado varias veces : "Cuando llegué a la escuela secundaria en Estados Unidos descubrí el rock and roll".

A dos años de haber tocado en Chile el poco conocido Concierto para violín de su compatriota Alexander Glazunov, Markov retorna con un clásico entre clásicos: el mencionado Cuarto concierto de Mozart, para algunos el más difícil de interpretar de los cinco que creó. El músico repite la presentación de ayer en el Teatro U. de Chile junto a la Sinfónica, donde también se tocan otras dos obras, una de ellas considerablemente diferentes a la creación mozartiana.

Se trata de la Primera Sinfonía de Dmitri Shistakovich (1906-1975), compuesta por el músico soviético a los 18 años, la misma edad a la que Mozart creó su obra concertante. La primera de las 15 sinfonías de Shostakovich fue su prueba de graduación del Conservatorio de Petrogrado y, al mismo tiempo, una de las más agresivas e irreverentes, con un estilo musical novedoso e influido por Stravinsky y Schoenberg. En ese momento, Shostakovich aún no era censurado por el régimen de Stalin y podía crear sin seguir modelos tradicionales. Max Valdés y la Sinfónica también dirigen la Obertura en re mayor En estilo italiano de Franz Schubert (1797-1828). Se trata de una creación que sigue deliberadamente los cánones de la música de Rossini, muy popular en la Viena de 1817.

El concierto es a las 19.40 h, con entradas de 6 mil pesos para público general.