Francisco I, rey de Francia, le ofreció a Leonardo da Vinci en su vejez (de hecho, su último año) un mecenazgo casi sin obligaciones. Según la leyenda, el rey habría acunado la barbuda cabeza del artista al morir éste, en 1519.

No era fácil prever este regio final -si bien no fue el único encuentro con poderosos de Leonardo, quien conoció a Nicolás Maquiavelo y a Ludovico Sforza- porque, como señala el último biógrafo del artista italiano, Walter Isaacson, él enfrentó en su vida una serie de dificultades por sus orígenes o por opción. Fue hijo ilegítimo, zurdo (con problemas para escribir, excepto al revés), homosexual, autodidacta, vegetariano, errático en su forma de trabajar, distraído, incumplidor de plazos, más interesado en iniciar proyectos que en terminarlos. Por otra parte, aprendía idiomas rápidamente, fue un músico competente y no obstante carecer de una educación formal, se interesó en todas las ramas de las ciencias y de las artes. Creó vestuarios, mecanismos escénicos, diseñó máquinas voladoras y ballestas gigantes. Fue pionero de la ingeniería, la anatomía, la óptica, además de pintar algunas de las obras maestras de la historia del arte universal.

En su detallada biografía, disponible ya en Chile, Isaacson (1952) pone a disposición del público los hallazgos de los estudios especializados más recientes, además de un relato completo y atractivo. Se detiene tanto sus intereses científicos como en los artísticos. Ocupan un lugar central las más de 700 páginas conocidas como los "cuadernos de Leonardo", que contienen apuntes y bocetos sobre asuntos de geología, geometría, luz, anatomía, astronomía, historia bíblica, estrategia militar, hidrodinámica, vuelo y muchos otros. Señala que sus observaciones científicas se adelantaron al futuro y uno de los mejores capítulos está dedicado a sus estudios sobre el agua (vórtices, inundaciones, formación de nubes). Pero también aborda las discusiones sobre las técnicas pictóricas o la identidad de la mujer conocida como la Mona Lisa.

Después de 500 años, la autenticación de la obra de Leonardo sigue siendo un problema. Isaacson refiere las recientes controversias sobre dos pinturas atribuidas a él: La Bella Principessa y Salvator Mundi. En la última, autenticada en 2011, aparece Cristo haciendo un gesto de bendición con la mano derecha mientras sostiene un orbe de cristal en la izquierda. La pintura tiene una anomalía, porque el orbe no refracta ni distorsiona la luz que la atraviesa, como debería hacerlo y el artista nacido en Vinci saberlo. El autor sugiere que, o bien se pintó así para evitar que se viera extraña o bien para implicar algo milagroso. Pero esas explicaciones son algo contradictorias: la primera asume que el espectador sabe muy poco de óptica mientras que la segunda que sabe demasiado.

Isaacson, quien ha dirigido el Aspen Institute y ha tenido papeles directivos en CNN y la revista Time, ha escrito sobre la vida de algunos grandes innovadores, genios, "sabios" de variada índole y que incluyen a políticos como Dean Acheson y Henry Kissinger, pero también a Benjamin Franklin, Steve Jobs y Albert Einstein, los que en algún sentido podrían llamarse "hombres renacentistas".

¿Por qué eligió ahora a un auténtico hombre renacentista?

Siempre me han interesado las personas que se encontraban en la intersección de las artes y las humanidades y la ciencia y la tecnología. Steve Jobs hizo eso. Benjamin Franklin hizo eso. Es la mejor receta para la creatividad. El ejemplo definitivo en la historia de la humanidad es Leonardo Da Vinci. El se sumergió en todo los temas que podrían ser conocidos. Y eso lo convirtió en el genio más creativo del mundo.

Menciona una serie de condiciones que dificultaron su vida. ¿Cómo logró superarlas?

Leonardo da Vinci llegó a Florencia cuando era un adolescente, y era un inadaptado: ilegítimo, gay, zurdo, vegetariano y distraído. Sin embargo, fue aceptado y amado en Florencia cuando ya era un hombre joven, porque la ciudad era un bastión de la aceptación y la tolerancia. Eso ayudó a hacer de Florencia una cuna de la creatividad. Y llevó a Leonardo a ser un innovador: era autodidacta, un poco rebelde y alguien que sabía que era un forastero pero que, sin embargo, podía calzar allí.

No está de acuerdo, supongo, con que la idea de que desperdició su talento en diversas distracciones...

Creo que al sumergirse en todos los temas, desde la anatomía hasta la zoología, Leonardo desarrolló una visión profunda de los seres humanos y de cómo encajamos en el cosmos y la creación. Eso se refleja en sus grandes obras, de manera notoria en la Mona Lisa y en su dibujo del hombre de Vitruvio parado desnudo en el círculo y el cuadrado.

Las observaciones científicas de Leonardo son asombrosamente adelantadas. ¿Cómo lo logró?

Al estudiar tantos campos distintos, desde el flujo de fluidos hasta el arte y las matemáticas de espirales, pudo ver -e intuir- los patrones subyacentes a través de la naturaleza.

El podía conservar algunas pinturas durante años, incluso décadas, ¿por qué?

Leonardo fue un perfeccionista. Estaba obsesionado con los detalles. Siempre sintió que había una manera de mejorar algo de aquello en lo que estaba trabajando. Además, se distraía fácilmente.

Aún se discute la identidad de la Mona Lisa, o por qué el artista nunca le entregó el retrato al marido. ¿Qué opina?

Yo creo que la Mona Lisa era la joven esposa de un comerciante de telas de Florencia, y que nunca lo entregó porque lo retuvo queriendo perfeccionarlo por más de 15 años, hasta que estuvo junto a su lecho, cuando murió.

¿Está convencido de que Salvator Mundi es de Leonardo?

Sí, es su concepción, y creo que la pintura original, ahora muy restaurada, fue principalmente hecha por su mano.

Las explicaciones que sugiere para la anomalía de esa pintura, ¿no le parecen algo contradictorias?

Prefiero la explicación de que él estaba tratando de mostrar un pequeño milagro, que todo lo que Jesús tocó no podía estar distorsionado.

¿Cuál sería la principal lección que deja Leonardo?

Ser curioso. Apasionadamente curioso acerca de todas las cosas.