El regreso a casa de Luciano Pitronello

<P>Quién es el joven anarquista acusado de atentado terrorista. Por qué la fiscalía perdió casi todos sus argumentos frente a la defensa. Hubo errores en la investigación o es un problema de interpretación legal. La historia de la única condena por los 148 bombazos conseguida hasta ahora.</P>




Momentos antes de sus detenciones, los estudiantes efectuaban desórdenes en la vía pública, consistentes en lanzar piedras, palos y elementos contundentes a vehículos, poniendo en peligro la integridad física de transeúntes. (...) Al ver la presencia policial, los estudiantes ingresaron a la Universidad de Santiago, donde continuaron con las manifestaciones (...) El personal logró ingresar al lugar, consiguiendo la detención de los imputados", dice el parte policial sobre los hechos ocurridos en la Usach el 11 de septiembre de 2006. En esa jornada resultaron detenidas 100 personas en distintos puntos de la capital y los disturbios en la casa de estudios fueron considerados uno de los focos más violentos.

Los desórdenes causaron gran impacto en la opinión pública, ya que el día anterior, un grupo anarquista había lanzado una molotov a un ventanal de La Moneda.

Un mes después, siete de los detenidos en la Usach fueron declarados sin discernimiento y el 14 de diciembre de ese año, sobreseídos definitivamente. Uno de ellos era Luciano Pitronello Schuffeneger (23).

Esa detención a los 17 años, fue la primera anotación en su prontuario que -hasta el año pasado- incluía esa protesta, tres hurtos en supermercados y una detención por ocultamiento de identidad. Pero el 1 de junio de 2011, Pitronello se transformó en el protagonista de un caso emblemático en las investigaciones por los 148 bombazos que se han registrado en los últimos seis años.

Esa madrugada, el joven llegó hasta la sucursal del Banco Santander ubicada en Vicuña Mackenna 1347 con un extintor cargado con un kilo de pólvora negra, el que explotó en sus manos antes de que terminara de depositarlo en el frontis de la entidad. Pitronello resultó con el 32% de su cuerpo quemado, perdió la mano derecha, tres dedos de la izquierda y parte de la visión en un ojo.

El miércoles pasado, 14 meses después del bombazo, el imputado compareció en el Cuarto Tribunal Oral de Santiago -mostrando una avanzada recuperación- para escuchar la sentencia que lo absolvió de haber cometido delito terrorista y lo condenó a 3 años y un día por posesión de bomba, a 541 días por uso de placa patente falsa y a 41 días por daños. Los jueces le concedieron libertad vigilada por 6 años.

El fallo fue criticado por sectores de la oposición y la Alianza, y reabrió el debate sobre los cambios realizados el 2010 a la ley Antiterrorista y las fallas en la investigación de la Fiscalía Sur.

El ministro de Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunció que el gobierno pedirá la nulidad del juicio -al igual que la fiscalía- y lamentó que el proceso no haya podido establecer quién era la persona que acompañaba a Pitronello.

Al concluir la audiencia, que se produjo en medio de un falso aviso de bomba, el acusado mostró una leve sonrisa al retirarse de estrados y regresó a su hogar en calle Las Amapolas, comuna de Ñuñoa, donde cumple arresto domiciliario.

Allí, y desde que salió de prisión hace una semana, vive con su madre, Erika Schuffeneger, dedicado a su recuperación y a compartir con su hija de cuatro años, a quien ha cuidado todos los días que lleva fuera de la cárcel.

Desde el 2008 que mantenía esporádicas relaciones con su familia después de haber sido internado en una clínica siquiátrica por su padre, Herbert Pitronello, quien rechazaba su adhesión a los movimientos anarquistas, su nulo interés por el colegio y su activa participación en protestas. Pero desde esa fecha en adelante, estas conductas sólo fueron acrecentándose, hasta transformar al estudiante en un asiduo integrante de las casas ocupa Sacco y Vanzetti, La Crota, Cueto-Andes y Las Torres, todas mencionadas en el caso Bombas como los "centros de poder" donde se reunían los líderes de la asociación ilícita terrorista que acusó el ex fiscal Alejandro Peña, pero que fue desechada por la justicia.

Esa investigación y el caso Pitronello constituyen hoy el principal fracaso de la fiscalía en sus intentos por descubrir y condenar a los responsables de los bombazos.

Todas las fuentes consultadas -familiares, amigos y cercanos al joven- coinciden en describirlo como un niño normal y de bajo perfil hasta aproximadamente los 15 años. El es el segundo hijo del matrimonio entre Herbert Pitronello y Erika Schuffeneger. Romina es la hermana mayor y Franco, el menor.

El 2002, al terminar su educación básica en el colegio Santa Marta, Pitronello obtuvo un 5,3 de promedio general. Según una de sus profesoras, se trataba de un niño marcado por problemas familiares.

El 2003, ingresó al colegio Teresiano Enrique de Ossó (TEO) de La Reina, donde estuvo hasta tercero medio, cuando se le canceló la matrícula. En el recinto lo recuerdan por su buen rendimiento en filosofía (con notas sobre 6) y por ser un activo participante de las marchas "pingüinas".

"Era un niño relativamente normal, con problemas como todos, nunca me habló mal de su familia; de hecho, la quería harto, y a su hermano chico también. Cuando llegamos a tercero medio escuché que había cambiado y que no tenía buenas juntas. De a poco se empezó a perder, hasta que el colegio se dio cuenta que había rayado la fachada y después apareció en la portada de un diario tirando piedras a carabineros. Lo descubrieron porque fue con el pantalón del colegio que decía TEO y el gil le puso una A adelante. Era el único que lo tenía así", cuenta Aldo Albertini, ex compañero.

En esa época, la familia vivía en un condominio de calle Emilia Téllez. Allí los vecinos cuentan que Pitronello -con el pelo teñido de diferentes colores- era visto en los jardines pintando lienzos para las marchas del Joven Combatiente o pidiendo "monedas" a los conserjes "para la micro".

Fue en esa época en que "el Tortuga" se hizo vegano y anarquista. El año 2005, un día antes de Navidad, el joven escribió su manifiesto en un blog: "Soy un anarquista de tan sólo 17 años, pero tengo el criterio bien formado para tomar mis decisiones (...) un ejemplo claro de no estar de acuerdo con las injusticias del mundo es por ejemplo estar a favor de los boicots contra empresas que hacen de este mundo una gran injusticia… ejemplo: la COCA-COLA (...) financió la guerra de Irak (...) ¿pero qué ganamos con no consumir productos de empresas como ésta? No ganamos nada, sólo hacemos del mundo un lugar mejor para vivir".

El 2006, su postura se radicalizó en las marchas "pingüinas" y en septiembre, participó en los disturbios de la Usach. No terminó tercero medio, pues fue expulsado. Además, en esa época y según señala el informe de Gendarmería que recomendó no otorgarle libertad vigilada, él reconoce haber tenido "policonsumo de diversas sustancias".

A finales de ese año, sus padres se denunciaron mutuamente por violencia intrafamiliar en tres ocasiones, y al tiempo se separaron. El mismo informe de Gendarmería señala que durante la adolescencia, "se generó un desarraigo de los padres en las labores de cuidados de los hijos, y que hasta hoy la familia se encuentra "disgregada". En el mismo texto comenta que vivió "fuertes episodios de maltrato parental y conyugal", e incluso describe el "uso de armas".

"Con mi hermano no teníamos buena relación, por cuanto teníamos distintos pensamientos respecto de nuestros planes en la vida. Lo anterior, debido a que junto a mi padre somos gente honrada, de trabajo, distinto de Luciano, quien desde sus quince años se ha estado involucrando en actividades políticas, según comprendo de índole anarquista. (...) Hasta esa edad Luciano era un niño normal, la separación de mis padres lo afectó en demasía, quedando sentimentalmente a la deriva, apegándose a estos grupos anarquistas", declaró Franco Pitronello a la policía al día siguiente del estallido de la bomba.

Agregó que el año 2007, su hermano mayor fue detenido como uno de los participantes en el apedreo al auto de la ministra Gloria Ana Chevesich. "En aquella ocasión logramos darnos cuenta de lo involucrado que estaba con sus ideologías (...), comenzando un largo camino de desvinculación familiar. Posteriormente, mi padre lo internó en una clínica siquiátrica, a fin de que retomara un camino de trabajo honrado y esforzado, lo cual no tuvo los resultados esperados", señaló Franco Pitronello.

A mediados del 2008, tras salir de la clínica, el autor del bombazo discutió fuertemente con su padre y hermano. "Decidió irse de la casa. Desde ese momento dejamos de tener control sobre él, desconociendo con exactitud sus actividades o dónde vivía", sigue el testimonio judicial.

Según los datos policiales, en abril y octubre de 2008, Pitronello fue detenido por hurto. El último de ellos corresponde al robo de dos spray de pintura en el Líder de Tomás Moro, por lo que fue castigado con 1 UTM de multa. Al ser detenido, dio como domicilio la dirección de Roxana Navea, en Puente Alto, su pareja desde 2007 y madre de su hija. Con ella solían frecuentar las diversas casas ocupa y participar en marchas junto a otros anarquistas. Ante la policía, Navea declaró haber asistido a la última actividad realizada por Mauricio Morales en la casa ocupa Cueto-Andes, antes de morir cuando la bomba que transportaba explotó en su espalda frente a la Escuela de Gendarmería, en mayo de 2009.

Tras el nacimiento de su hija, Pitronello decidió terminar la enseñanza media en la jornada vespertina del liceo José Victorino Lastarria. El profesor Inmanuel Molina señala que era rebelde y polémico en clases, marcando siempre su postura antisistema. "Tenía buen rendimiento, pero problemas de sociabilización. En diciembre de 2008, para la graduación, recibió el diploma y bajó del escenario para gritarle a la directora '¡Vieja de mierda! ¡Al fin me voy de este colegio!'", relata.

A fin de mes dio la PSU, donde obtuvo entre 508 y 581 puntos.

Al año siguiente estudió tres meses de Periodismo en la Diego Portales, financiado por su padre, pero se retiró. En paralelo, tenía esporádicas visitas a su familia y alojaba en la casa de su pareja o de amigos.

Por negarse a un control de identidad y huir de carabineros, fue detenido en octubre de 2009 en La Florida. En su mochila se encontraron afiches anarquistas .

Otro antecedente manejado por la policía era que en enero de 2011, el autodenominado anarquista asistió a una tallarinata en la casa de Cueto-Andes en apoyo a los detenidos por la operación Salamandra (detenciones masivas ordenadas por el ex fiscal Peña). Un mes después, su hermano tuvo el primer indicio de lo que venía, cuando decidió encarar a Pitronello tras detectar en su computador un panfleto similar a los encontrados luego de un atentado al BBVA. Pero era tarde, el anarquista ya había echado su suerte.

El 22 de mayo -nueve días antes del ataque donde resultó mutilado-, Pitronello fue grabado en la plaza Yungay durante un acto por el segundo aniversario de la muerte de Mauricio Morales. Dos días después, su nombre apareció en una página web como uno de los investigados en el caso bombas y su padre y hermano lo enfrentaron. El negó todo y dijo que estaba dedicado a los estudios de electricidad en el Inacap que -una vez más- pagaba su padre. Según Franco Pitronello, no le creyó y le pidió de regreso el celular que le había comprado y la moto que era de su propiedad.

Una semana después, el 31 de mayo por la tarde, Luciano Pitronello llegó al departamento de su padre en calle Helvecia y sacó la moto sin permiso. Horas después, a las 2.24 am del 1 de junio, la bomba que pretendía instalar en el Santander le explotó en sus manos.

Luego de la detonación, el joven fue trasladado en estado grave a la Posta Central.

Su madre se enteró a las 4.15 horas de lo que había ocurrido. De inmediato se trasladó al lugar y solicitó que el joven fuera llevado a la unidad de pacientes críticos de la Clínica Indisa, lo que se concretó horas más tarde. Ese mismo día, la clínica recibió una llamada anónima con amenazas de muerte en su contra, por lo que se le otorgó protección policial las 24 horas.

Cuando diez días más tarde despertó del coma inducido y los médicos le preguntaron si recordaba algo de lo ocurrido, él aseguró que "iba pasando" cuando explotó la bomba. Durante los casi tres meses en que estuvo hospitalizado, su madre restringió las visitas y su pareja no podía ingresar sola la pieza.

Según declaró personal de la clínica en el juicio, en su proceso de recuperación el acusado recibió antipsicóticos y "fue una persona cooperadora". Su evolución fue favorable y el 20 de agosto de 2011 fue dado de alta, siendo trasladado al hogar de su madre bajo arresto domiciliario. Las circunstancias del accidente hicieron que madre e hijo se reencontraran después de años de distanciamiento.

En Las Amapolas, Pitronello siguió con su rehabilitación, distrayéndose con música -le gusta el grupo de punk chileno Fiscales AdHoc- y retomando la relación con su hija.

Por tratarse de un paciente "gran quemado", alrededor del 80% del costo de los tratamientos e intervenciones ha sido cubierto por el Auge, mientras que el tratamiento ocular fue financiado por su hermano Franco.

Una semana antes de la formalización del 22 de noviembre del año pasado, La Tercera se contactó con el padre del anarquista, quien se identificó como "militante de la UDI y empresario". Aseguró que su hijo "ya pagó con su cuerpo la estupidez que cometió" y que a pesar de que no lo visitaba frecuentemente, era él quien le "pagaba los mejores médicos de Chile".

Tras la formalización por colocación de artefacto explosivo bajo la ley Antiterrorista, Pitronello quedó con prisión preventiva en el área de Salud del penal Santiago Uno. Por su estado de salud y los tratamientos que necesitaba para recuperarse, en febrero de este año se le concedió arresto domiciliario, medida que fue revocada cinco días más tarde por considerar que el joven podría usar su pasaporte italiano para fugarse del país. La semana pasada, logró salir de la cárcel cuando se conoció la sentencia que lo absolvió de delito terrorista y volvió al régimen de arresto domiciliario. Su familia celebró la decisión, menos Romina, quien twitteó que su hermano "sí es un peligro para la sociedad".

Durante todo el proceso de investigación, el imputado nunca declaró sobre el bombazo ni se manifestó arrepentido. Además, no entregó la identidad de su acompañante la noche del estallido. De acuerdo al informe de Gendarmería antes mencionado, manifestó que a futuro le "gustaría vivir en el extranjero y realizar publicaciones de carácter ideológico como catalizador de sus ideas."

El 10 de febrero de 2012, la Fiscalía Sur presentó la acusación contra el anarquista en un documento de 27 páginas. Era la primera vez que se imputaba un atentado terrorista en flagrancia y con la participación acreditada de un activista anarquista.

Su apuesta era alta, pues en octubre de 2011, la Corte de Apelaciones había absuelto a los 14 imputados como miembros de una asociación ilícita terrorista en el denominado caso Bombas. Tras ese fallo, sólo quedaron seis acusados vigentes, los que también fueron absueltos el 1 de junio de este año en uno de los golpes más duros que ha recibido el Ministerio Público.

Por esto, el 1 de julio, cuando partió el juicio oral contra Pitronello, no había ningún condenado por los 148 bombazos que se han registrado desde 2006. Entonces, la fiscalía y el gobierno apostaron que esta debía ser una causa emblemática para dar una señal de éxito en las labores investigativas.

Durante los 12 días de juicio, la fiscalía se centró en demostrar que el acusado buscó cometer un acto terrorista al tratar de infundir temor en la población con su acción antisistémica, que la bomba era de alto poder destructivo y que el ataque se enmarcó en un plan premeditado. Todos requerimientos obligatorios de la ley Antiterrorista para lograr acreditar hechos de esta calificación. Desde la modificación impulsada por La Moneda el 2010 -en medio de la huelga de hambre de 34 mapuches-, la norma dejó de considerar la mera colocación de una bomba como acto terrorista. Uno de los cambios que se introdujo fue establecer que el dolo o intención terrorista del autor del ataque debía ser demostrado por la parte acusadora.

En la sentencia que absolvió a Pitronello del delito terrorista, los jueces citan las intervenciones en el Congreso de los ministros Hinzpeter y Felipe Bulnes al momento de apoyar la tramitación de las mencionadas modificaciones. "Me parece fundamental entender que no hay conductas terroristas per se. (...) Se establecen los estándares para asegurar la convicción de que quienes resulten sancionados sean los que de verdad buscan una finalidad terrorista y no quienes cometen un acto esporádico o eventual", dijo Bulnes.

Según la fiscalía, la bomba causó temor en personas vinculadas a las instituciones bancarias cercanas a la sucursal atacada y en sus clientes, y fue colocada por un militante anarquista de "corriente insurreccionista".

Sin embargo, la sentencia del Cuarto Tribunal Oral de Santiago, con el voto de mayoría de los jueces Mauricio Olave y Graciela Gómez, desechó todas sus pruebas y descartó que se haya tratado de un acto terrorista. Como sus antecedentes judiciales sólo incluían faltas y no condenas penales, el tribunal apeló a su irreprochable conducta anterior para darle seis años de libertad vigilada.

El voto disidente, del juez Antonio Ulloa, estuvo por acoger completamente la tesis de la fiscalía y por condenar a siete años de cárcel a Pitronello como autor de un atentado terrorista. Para él, los pruebas presentadas fueron suficientes y acreditaron el temor que pretendía causar Pitronello.

Desde que partió el juicio, la fiscalía tuvo una serie de reveses. Primero fue el rechazo como prueba de una carta atribuida a Pitronello en enero, donde éste señalaría que: "Mientras esté vivo, yo planeo seguir luchando (...) ¡Nunca derrotados, nunca arrepentidos! (...) Presos en guerra a la calle. Contra toda autoridad". Las razones del tribunal para dejarla fuera fue la falta de pruebas que demostraran su autoría.

Otro episodio complejo fue cuando declaró el taxista Rodrigo Vargas, quien roció al joven herido con un extintor y le salvó la vida. La apuesta de la fiscalía era que éste señalara el trauma que sentía al recordar el episodio o pasar frente a la sucursal del Santander, como muestra del temor infundido por el bombazo. Pero sorpresivamente, el testigo terminó abrazado al joven anarquista cuando éste le agradeció su acción.

Para demostrar su afinidad con el anarquismo, la fiscalía presentó los afiches, panfletos y textos incautados en la casa de Roxana Vera con consignas alusivas a la lucha anarquista . Entre éstos destaca el libro "Hacia una Milicia Ciudadana, alternativas anarquistas a la Otan y al Pacto de Varsovia", editado en España por la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. El texto defiende la lucha armada del anarquismo y entrega nociones de cómo organizar pequeñas guerrillas "para enfrentar al enemigo".

También declararon carabineros que apuntaron a Pitronello como uno de los sospechosos de haber acompañado a Mauricio Morales la noche de su muerte. Sin embargo, los jueces señalaron que no había pruebas para demostrarlo.

La postura de la defensa frente a estos argumentos fue señalar que la bomba era de baja intensidad, que la población cercana no cambió su rutina por temor y que la bomba iba a ser instalada en un horario sin concurrencia de público, asignando a Pitronello la intención de causar el menor daño posible. Su tesis fue acogida.

Al desvirtuar su participación en un grupo terrorista, la sentencia apunta que "no se ha logrado determinar la existencia de una base revolucionaria de corte anarquista en Chile".

Los panfletos y textos incautados en la casa de Navea tampoco bastaron. Según los jueces, "la literatura incautada fue hallada en el domicilio de una persona ajena la juicio".

La sentencia cuestiona que la fiscalía haya intentado "penalizar" el solo hecho de ser anarquista, es "una forma de vida que podrá ser considerada fuera de los márgenes convencionales, pero que no por eso debe ser estigmatizada".

Para desvirtuar que el bombazo hubiese sido parte de un plan premeditado, los jueces dijeron que éste no intentó ocultar su identidad, pues traía su carné de identidad y demostró ser un inexperto en este tipo de delito.

Por esto, la conclusión de la sentencia fue que se trató de "un acto privado y personal del acusado", en el que no se probó "más allá de toda duda razonable" su pertenencia a una organización anarcoinsurreccional.

El miércoles, el fiscal jefe de la zona Sur, Raúl Guzmán, y el ministro de Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunciaron que recurrirán de nulidad ante la Corte de Apelaciones. La discusión técnica que pretenden plantear es que no hubo una correcta ponderación de la prueba al desechar la tesis de que: Pitronello buscaba provocar temor con su accionar (intención terrorista) y que sí pertenece a un movimiento que promueve los atentados.

Según el ministro, quien coloca una bomba siempre está pensando en causar alarma.

Por su parte, Guzmán asegura que hay un error grande en el fallo que desecha la ley Antiterrorista y aplica la ley de Control de Armas. Esta última sólo sanciona la posesión y tenencia de bombas, "pero no su colocación o activación, que es lo que en los hechos ocurrió. La ley requiere modificaciones". Sobre las debilidades de la investigación, señala que no las hubo, y que toda la discusión radica en un problema de apreciación de los jueces.

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