Joaquín Lavín: "Hay que 'mapuchizar' a los chilenos"

<P>El ministro de Desarrollo Social habla de sus planes para importar a Chile el modelo de integración de pueblos originarios de Nueva Zelandia, país al que viajará antes de fin de año para sellar acuerdos de cooperación en este tema. Por ahí confía en encontrar una solución al conflicto mapuche. </P>




NUEVA Zelandia es un país pequeño, rico en recursos naturales y estable política e institucionalmente. Hasta ahí se parece a Chile. También podría haber semejanzas entre el tono de las demandas ancestrales de sus pueblos originarios y el proceso que iniciaron hace 30 años para reivindicar al pueblo maorí y el momento que atraviesa hoy el tema en Chile. El gobierno de Sebastián Piñera está mirando esa fórmula como posible solución al conflicto mapuche, que en las últimas semanas ha escalado en violencia.

El ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín, está empeñado en sacar el tema del empantanamiento actual. Y reconoce abiertamente su inclinación por importar lo hecho en Nueva Zelandia. Tanto así, que está programando un viaje con una delegación multisectorial para conocer de cerca la experiencia y facilitar los consensos necesarios para implementarla. No es simple. El régimen parlamentario neozelandés resultó más flexible de lo que podría ser nuestro presidencialismo a la hora de tomar definiciones.

Lavín reconoce que su visión sobre los alcances de la problemática mapuche ha cambiado desde que asumió este ministerio, hace un año. "Generalmente, la visión de la centroderecha y la mía propia en mi época de candidato presidencial era más bien ver el tema mapuche sólo en términos socioeconómicos y de pobreza. Si tú miras el ranking, claro, es la región más pobre, pero el asunto va más complejo y va mucho más allá. También tenía una visión sobre la integración que he cambiado. Recuerdo que en la primera reunión que tuve con dirigentes mapuches hablé de la integración y ellos me dijeron 'ministro, nosotros no queremos integración, queremos complementariedad', o sea, que Chile los acepte como pueblo, con su cosmovisión. No quieren ser 'subsumidos' por la cultura chilena, sino mantener su propia identidad. Ese es un cambio", explica.

¿Qué significa que el tema sea mucho más que sólo pobreza?

Lo es también porque evidentemente esas son las comunas más pobres de Chile y eso es un hecho objetivo, pero no se resuelve sólo por ese lado. Es un problema que tiene que ver con el reconocimiento de un Chile multicultural y el reconocer al pueblo mapuche como un pueblo con su lengua, sus costumbres, tradiciones, autoridades, todo. Como le escuché el otro día al periodista Pedro Cayuqueo: hay que "mapuchizar" a los chilenos. Y el punto principal es transformar eso en parte de la riqueza de Chile, como Nueva Zelandia lo hizo con los maoríes.

El modelo del Ministerio de Desarrollo Social viene de Nueva Zelandia…

Sí, efectivamente.

Allá es ese ministerio el que maneja la globalidad del tema indígena. ¿Su cambio de mirada se inspira en ese modelo?

Cambiando la mirada empezamos a ver qué países tenían experiencias que uno pudiera observar para aprender de sus procesos, y ahí surgieron dos: Nueva Zelandia y Canadá. Personalmente me siento más cercano a la primera, porque es un país de ingreso per cápita parecido al de Chile; Canadá es mucho más desarrollado, con gran riqueza acumulada, aunque en porcentaje de población estamos más cerca de ellos, pues nuestros pueblos originarios son un 7% y en Nueva Zelandia los maoríes son el 18% de la población. Pero lo que ocurrió fue que en un número determinado de años, ellos transformaron la identidad maorí, primero, en parte de la marca país y en un orgullo. Antes conocíamos Nueva Zelandia, porque competía con Chile en las exportaciones de kiwi, hoy día lo conocemos por el "haka" (danza tribal maorí) de su selección de rugby.

Un común denominador de todas las demandas indígenas a nivel global es la reivindicación de tierras.

Son tres cosas relevantes las que se ven en estos procesos: tierras, desarrollo económico y social, y participación política o autodeterminación. Las tres las hicieron razonablemente bien y no terminaron con un país dentro de otro país.

Los neozelandeses partieron en los 70 con los maoríes protestando en las calles y la reacción inicial fue policial, como en Chile, hasta que empezaron a integrar políticas públicas e incluyeron solución al tema de las tierras con la creación de un tribunal, el tema político en el Congreso y el reconocimiento constitucional. Nosotros estamos todavía anclados en la dimensión pobreza y seguridad.

Hay que salir de esa visión, por eso estoy planteando un panorama más amplio. Los problemas están interconectados. Hay una ley en materia de orden público que tiene que respetarse igual para todos.

¿Cómo abrir el camino hacia las otras dimensiones?

Uno es el proceso de tierras, que va a continuar…

¿Con una institucionalidad equivalente al tribunal que instalaron en Nueva Zelandia?

Bueno, aquí hay un pacto que se hizo durante la época de los gobiernos de la Concertación y que se llamó "Reconocer". Fueron reconocidas en sus derechos territoriales derechos ancestrales de muchas comunidades. A varias de ellas se les han comprado tierras, pero falta todavía. La lísta era de 115 y quedan 28. En este proceso se ha avanzado, pero esto es más amplio. Yo lo veo en tres direcciones. Uno son zonas como parques nacionales, áreas silvestres protegidas, donde los pueblos originarios se puedan dedicar al etnoturismo, a la administración de proyectos. Eso ya está en el norte, en los géiseres del Tatio, por ejemplo, pero no está en el sur. Si estas cosas se empiezan a hacer y vamos más allá de las sola reivindicación de tierras, se contribuye a que la zona se "judicialice" menos, haya menos problemas de orden público y disminuya finalmente la presencia policial; ese es el camino alternativo que hay que seguir.

¿Por qué ha resultado en norte y no el sur?

El pueblo mapuche es mucho más grande, las densidades de población son distintas. Quizás el espíritu emprendedor es distinto. Hay que avanzar en eso, en el área de desarrollo indígena como se está planteando en Ercilla, con territorios en los cuales hay un grado mayor de coadministración. También hay que avanzar en términos de representación política.

En Nueva Zelandia se instalaron cuotas para los maoríes en el Congreso para asegurar su representación. Eso ayudó además a reducir el reclamo desde fuera de la institucionalidad. ¿Cómo piensa incrementar la participación política de los pueblos originarios? ¿Fijaría cuotas?

Yo creo que hay que ir de a poco. Se había planteado la creación de un consejo de pueblos, que es una entidad con representantes elegidos por estos, mayoritariamente mapuches por razones de población, que tengan su representación en materia de las políticas públicas que les afectan. Eso es algo que queremos hacer, pero tampoco le tendría miedo a hablar de participación política. Tal vez se puede partir a nivel comunal, establecer que en determinadas comunas que tengan un porcentaje determinado de población originaria haya cuotas para el concejo municipal, por ejemplo. Yo partiría a nivel local y lo dejaría hasta ahí por ahora para evaluarlo bien.

La clave del modelo neozelandés fue que el tema trascendió a lo policial y se comprendió que tenía variables legales, políticas…

Esto yo no lo veo sólo como un tema de la actitud del pueblo mapuche hacia el resto de Chile. Más bien lo veo como un tema del resto del país hacia el pueblo mapuche. El resto de los chilenos tenemos que creernos la multiculturalidad. Es un asunto bidireccional, o sea, te gusta Colo Colo, pero nadie sabe quién era, por qué murió; o vas a Vitacura, pero no sabes qué es, no reconoces personas como Lautaro y ni se piensa incorporarlos a los billetes como está Gabriela Mistral.

El reconocimiento constitucional sigue pendiente…

Sí. Todo está pendiente. No hemos resuelto la aplicación del Convenio 169, que está vigente y que -a todo esto- no lo firmaron Canadá ni Nueva Zelandia, pero sí nosotros. Ese convenio es ley y establece la consulta a los pueblos originarios cuando hay temas que los afectan de forma directa. Lo que ha demorado este proceso es que debemos ponernos de acuerdo sobre cuál será el procedimiento de consulta, lo que se ha llamado la consulta sobre la consulta. Nuestro compromiso es tener eso listo en diciembre a más tardar.

Ese proceso se inició con Felipe Kast en este ministerio. ¿Por qué la demora?

Básicamente porque hubo una consulta original que abarcó demasiado: la consulta de la consulta, el Consejo de Pueblos y la transformación de la Conadi en Agencia de Desarrollo Indígena. Finalmente, se tomó una decisión, que me tocó a mí como ministro, de ir por parte y primero ponernos de acuerdo todos en un procedimiento de consulta que reemplace el decreto que hoy día está vigente e imposibilita la aplicación del convenio. Y luego todas las otras cosas, reconocimiento social, constitucional, etc., tienen que consultarse en base a este mecanismo definido y aprobado por todos.

Hay quienes sostienen que mientras el Convenio 169 y las consultas no estén operando será difícil avanzar en la paz social con el pueblo mapuche. ¿Lo cree también así?

Estamos muy conscientes de que la definición de este mecanismo es clave, porque en el fondo va a definir la forma en que el Estado de Chile se va a relacionar con sus pueblos originarios hacia el futuro.

¿Cuándo se va a empezar a visualizar el gran cambio en esa relación?

Nuestro compromiso es tener listo eso en diciembre y presentar un borrador a ser consultado por las comunidades el día 8 de agosto, la próxima semana.

Nueva Zelandia tiene un régimen parlamentario, ¿eso marca una diferencia con Chile y la viabilidad de los cambios institucionales que usted pretende impulsar?

Un país con la composición política de nuestro Congreso y que firmó el Convenio 169 y que, por tanto, tiene que hacer consultas, tiene como única manera de avanzar los consensos. Aquí no va a ser posible que nadie le imponga a nadie nada. O nos ponemos de acuerdo o no se va a avanzar en este tema. El sentido de mirar esas experiencias de afuera es ese. Sabemos que cada país es muy distinto, con diferentes niveles de desarrollo y un sistema político distinto, pero lo que nos gustaría es que un grupo importante de parlamentarios y de dirigentes de comunidades mapuches veamos en terreno esas experiencias, de la forma más desapasionada posible.

¿Cuándo quiere concretar ese viaje?

Estamos pensando en ir a Canadá y Nueva Zelandia, y el viaje se está preparando con el BID. La idea es hacerlo lo antes posible, antes de fin de año. Queremos tener algunos días para que, en forma transversal, veamos esta cuestión y veamos si se pueden gestar acuerdos.

¿Cuál es la opinión del Ministerio de Desarrollo Social sobre las medidas de seguridad que impulsa en la zona el Ministerio del Interior?

Al margen de todos estos procesos que he descrito, la ley tiene que ser respetada. Lo que yo quiero es que no circunscribamos el tema mapuche a eso.

¿Eso no encierra un desacuerdo con la manera en que está instalado el tema hoy día desde el Ministerio del Interior?

No, no hay ningún desacuerdo. Tiene que haber aquí una suma de miradas. Pero sería una caricatura reducir el tema mapuche a sólo un tema del orden público, eso hay que entenderlo.

Hay que aplicar la ley 100%, pero si nosotros logramos enfatizar esta otra vía y la gente de Ercilla, por ejemplo, acepta formar parte de una Agencia de Desarrollo Indígena y empezamos a trabajar, eso va a favorecer el orden público.

En el modelo neozelandés, el Ministerio de Desarrollo Social coordina todas las políticas relativas a los maoríes, incluso las de seguridad. ¿Es posible eso acá?

No, son temas totalmente distintos y corresponden a ministerios distintos. Nosotros coordinamos lo relativo a ministerios sociales, o sea, Educación, Salud, Vivienda, etc.

Las comunidades mapuches recibieron mal la noticia del envío del ex fiscal Alejandro Peña a la región. ¿Qué lectura hace usted de esa mala recepción?

Yo creo que no es así. El pueblo mapuche es un pueblo pacífico y eso uno también lo ha aprendido y lo ha vivido. Estos son grupos muy chicos y en la medida que se ayude a desactivar el tema, eso lo van a agradecer todos.

Mirado desde afuera, se ve desconexión entre lo que hace Interior y lo que hace Desarrollo Social.

No hay ninguna desconexión. Lo que nosotros hacemos son dos cosas. Uno, plena integración del mundo mapuche a lo económico y lo social. Dos, total respeto y fomento a lo que es la cultura mapuche, su cosmovisión, autoridades tradicionales y, tercero, orden público como en cualquier otro lugar de Chile. Y las tres cosas tienen que ir de la mano. Lo que pasa es que la noticia hace recaer el tema en el orden público, pero el problema es mucho mayor.

¿Es grave el tema orden público de la zona?

No en la región de La Araucanía como un todo, pero sí hay áreas específicas, especialmente en la comuna de Ercilla, donde hay niveles muy altos de conflictividad.

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