Fui el primer funcionario de la democracia. Entré tres días antes que don Patricio Aylwin por un decreto firmado por el dictador Augusto Pinochet. Fue un bonito epílogo de 17 años de dictadura haber llegado a ser subsecretario del primer gobierno de la Concertación. No lo tomo como revancha, sí como una situación especial en la cual me sentí orgulloso de que, a partir de entonces, mi primer nieto naciera en democracia.

Para destacarse en el país no es absolutamente indispensable ser profesional universitario. Hay muchos casos como el mío, que no tienen un título y han alcanzado puestos importantes. Si uno se lo propone, si se interesa, si lee, se puede. Personalmente, por mis distintas funciones, conozco bien más de 300 comunas, tengo una visión de cada una de las regiones y de los problemas de su gente. Nadie me puede ir con cuentos sobre lo que es Chile.

08 de Junio de 2011. Belisario Velasco va a La Moneda a ceremonia de Homenaje a Edmundo Pérez Zujovic, Ministro asesinado hace 40 años.

El dinero no hace la felicidad, pero ayuda. Cuando tenía dos meses, mi familia se fue a vivir al campo. Aprendí a leer y a escribir en una escuela rural, me iba a caballo a los cuatro años. Ya cuando joven, uno toma una opción, y yo tomé la única que podía: trabajar. Me habría gustado estudiar. Pero cuando empiezas a trabajar y te vas metiendo y adquiriendo mayores responsabilidades, te quita la posibilidad de seguir una carrera universitaria. De todas formas llegué a presidir empresas del Estado, entre ellas Vinos de Chile, y con el tiempo a ser ministro del Interior y vicepresidente de la República. No soy un hombre rico, tengo un buen pasar y una vida ordenada.

En la Unidad Popular me consideraban un burgués y ahora me encuentran comunista. Apoyo las reformas que busca impulsar este gobierno, aun cuando creo que es necesario socializar la letra chica y profundizar las conversaciones con empresarios, trabajadores y con todos aquellos a quienes afecte. El Senado es un buen foro.

Con Fidel Castro hicimos buena amistad, porque cuando, por mis funciones en la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), me tocó ir a Cuba, congeniamos en algunos temas y finalmente los dos países hicieron negocios. Lo que Castro hizo en los 60 tiene todo un ribete romántico, en especial para la juventud de la época. Pero cuando se mantiene mucho tiempo en el poder, se acaba todo romanticismo y se empiezan a ver las realidades: que la economía comunista no funcionó y eso ha pasado en todos lados. A excepción de China, ahí funciona, porque son pragmáticos.

Gabriel Valdés siempre me decía que yo era el único que había viajado más que él. Gracias a la ECA conocí no sólo a Fidel Castro, sino también a Mao Tse-Tung. Me gusta Portugal, porque tiene un cierto parecido con Chile. Portugal es largo y angosto, limita con una potencia donde sus habitantes hablan muy fuerte: los españoles; nosotros tenemos a los argentinos, toda su otra costa es mar, y son latinos.

En los 17 años de dictadura me arrepiento de no haber hecho más por otras personas. A lo mejor pude hacer más, pero a veces uno tiene miedo. Bernardo Leighton es mi ejemplo de vida. Es un hombre que predicaba con el ejemplo, el atentado que sufrió en Roma lo llamaba “el accidente”. Uno jamás podría ser como él. Creo que fui el último político que estuvo con Miguel Enríquez antes que lo mataran. Por mi trabajo en el grupo Límite, organización que cuidaba a personas para que no las tomaran presas, me tocó estar con él cuatro días antes de su muerte.

No hay nada mejor que decirse las cosas de frente, mirándose a la cara. Cuando murió Pinochet, estaba en el gobierno y, por encargo de la Presidenta, se había acordado no referirse a él. Pero los periodistas me abordaron, insistieron y luego me preguntaron qué va a decir la historia de Pinochet, y ahí no me aguanté y dije: “Va a decir que fue un clásico dictador de derecha, que violó los derechos humanos y que se enriqueció ilícitamente”. Quedó la grande. Me tuve que devolver a darle explicaciones a la Presidenta.

Augusto Pinochet.

La juventud de hoy es desde el que marcha hasta el que anda mirando su celular todo el día. Yo prefiero al inquieto, el joven que tiene 18 o 20 años y se preocupa de que lo que está recibiendo como educación tenga contenido o calidad. Yo a ese joven lo entiendo y lo acompaño. El que renuncia a pelear por su futuro aporta poco. La edad perfecta para un hombre son los 40 años: energía y experiencia. A esta edad, 78 años, me gusta tomar el auto con mi señora e irnos a Cachagua.

El manifiesto de Belisario Velasco

Hay dos consejos que sirven bien poco: los que tienen que ver con el amor y con la política. O son interesados o los resultados son lamentables. Lo único cierto es que para conquistar a una mujer hay que decirle siempre la verdad. En cualquier aspecto de la vida, lo mejor es dejar que el otro crea que lleva la batuta. No me interesa aparecer de ganador, de winner, para qué.

Cuando uno se sienta en el auto atrás y ve que no parte, así es como te das cuenta de que ya no eres ministro. ¿Qué hace un ministro del Interior si no lo recibe la propia Presidenta en cinco días? ¡Tiene que renunciar! La gran ventaja de Peñailillo respecto de los que participamos del primer gobierno de Michelle Bachelet es que tiene toda la confianza de la Presidenta de la República. La que no tuvieron ni Andrés Zaldívar, ni Edmundo Pérez, ni yo. Personalmente, no me causó ningún sentimiento negativo mi renuncia. De hecho, en esta campaña trabajé intensamente por Bachelet. No siento rencor, es que con la edad te pones más sabio.

* Publicado el 7 de junio de 2014