Tom Beauchamp: Los desafíos de la Bioética

<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">El reconocido filósofo estadounidense, profesor en la Universidad de Georgetown, es un pionero en los estudios bioéticos y autor de algunos de los textos más importantes en ese ámbito. Aquí entrega respuestas sobre la eutanasia, el aborto o los derechos de los animales.</span></font>




La palabra “bueno” tiene muchos sentidos. Chesterton, el escritor y periodista británico, ejemplificaba diciendo que si un hombre fuera a dispararle a su abuela a unos 500 metros, tendría que llamarlo un buen tirador, pero no un buen hombre. Tan multiforme como “bueno” es la palabra “ética”: cubre desde el estudio racional de la moral hasta la moral misma y también la deliberación moral. Matar es un delito, pero si no lo fuera, ¿hay razones morales para evitarlo?

No todos los casos son tan sencillos. Hace unas semanas, una niña chilena de 14 años aquejada de fibrosis quística solicitó por video a la presidenta Michelle Bachelet que le permitiese morir por eutanasia. La respuesta simple es que la eutanasia en Chile es ilegal y que la niña es menor de edad. Pero hay un trasfondo moral que requiere otro tipo de razonamiento para incluso cuestionar las leyes vigentes. O un caso más reciente: la justicia británica dictaminó hace unos días que un homosexual puede adoptar a un bebé y convertirse en su padre legal. El punto es que ese hombre no había encontrado candidatas a vientre de alquiler y fue su madre quien accedió a quedar embarazada con el óvulo de una donante fertilizado por su hijo. Ella es madre y abuela; él, padre y hermano.

Pues bien, estos asuntos en los que interviene la medicina es lo que se ha dado en llamar bioética, abordando problemas como la eutanasia o el aborto u otros que surgen de los avances científicos y tecnológicos: nuevos mecanismos reproductivos, sustitución de genes o trasplantes de órganos.

Bioética y principios

Aunque los problemas bioéticos son tan antiguos como la medicina misma, su estudio y configuración como un campo más o menos institucionalizado se remonta a los años 70 (la propia palabra “bioética” es de entonces).

Un hito fundamental fue la Comisión Nacional sobre Investigación Biomédica creada por el gobierno estadounidense, la que publicó en 1978 el “Informe Belmont”. El filósofo Tom Beauchamp fue miembro de esa comisión. En 1979 Beauchamp junto a James Childress publicaron Principios de ética biomédica, uno de los libros más influyentes de la bioética y texto de referencia en su estudio. Ahí los autores intentan construir un sistema que dé respuestas y soluciones a los problemas planteados en las ciencias de la salud. Beauchamp estuvo recientemente en Santiago, invitado a un seminario internacional organizado por el Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad del Desarrollo.

¿Cuál es la diferencia entre la bioética y la simple ética?

Hay una percepción general de la ética como una moralidad universal en que no importa el contexto. Pero los contextos restringen (ética de los negocios, ética periodística...). La bioética fue pensada principalmente para doctores, enfermeras, administradores y personas que tuvieran que ver con el cuidado de la salud y la investigación médica. Está configurada por la ética clínica -el encuentro entre el médico o el aparato hospitalario con el paciente- y la ética de la investigación -ciertos protocolos en la indagación biológica o médica-. Ahora, la práctica clínica y la investigación pueden en el futuro no distinguirse.

Tal como está ahora, enfrenta varios temas complejos...

Sí, ya en la ética clínica o la ética de la investigación hay una serie de temas y problemas: sobre la eutanasia (no me gusta ese término), el aborto, terapias genéticas, determinar códigos de conducta, pues la medicina hipocrática que ha existido por siglos probablemente ya no sirva para dar respuesta a ciertas situaciones.

¿Por qué su aproximación está basada en principios en un área en que es tan importante la casuística?

Lo que intentamos fue, a partir de casos, obtener aproximaciones más generales. En una corte se parte de un caso, se estudian los casos precedentes, pero el juez puede enfrentar aspectos nuevos. En la ética también se estudian y se razonan los casos: se determinan las característica más importantes y desde los casos se intenta generalizar en una conclusión. Señalamos cuatro principios, como cuatro áreas que delinean la estructura básica de la ética para el cuidado de la salud: el respeto a la autonomía, evitar la maleficiencia (no hacer daño), el beneficio (actuar en beneficio de los otros) y la justicia. Partir de principios, entonces, responde a una cuestión metodológica: algo de donde comenzar para el razonamiento moral.

Cuando dos principios entran en conflicto, ¿cómo se determina cuál tiene prioridad?

El tema de mayor discusión es cuando el respeto de la autonomía del paciente puede entrar en conflicto con el beneficio del propio paciente. En una situación normal es el doctor quien sabe qué es lo médicamente mejor para él. Pero si el paciente piensa que no y el doctor insiste, en actitud paternalista, ¿qué pasa en ese caso? El médico puede decirle: muy bien, busque otro doctor. Lo que Childress y yo pensamos en caso de conflicto es que es necesario especificar los principios o las circunstancias, pues no puede haber una paridad y no siempre es una cuestión de autoridad, sino a veces de conciencia (el médico piensa que no puede hacer lo que el paciente le pide) y debe manejarse no sólo como aplicación de principios, sino como un razonamiento moral.

¿Cuáles son los límites del paternalismo médico?

Hacia mediados de los años 70 surgió el punto de vista según el cual el paternalismo es una especie de mala palabra. En parte surgió porque la tradición hipocrática era extremadamente paternalista. Creo que ahora hay una actitud menos tajante y Childress y yo apoyamos una especie de paternalismo limitado. Hay circunstancias en las que lo correcto es que el médico no haga caso de las preferencias expresas del paciente. Es un número muy limitado de casos. Le daré el ejemplo de mi propio padre: él estaba básicamente muriendo en un asilo y le querían dar un medicamento narcótico que lo haría sentirse mejor y acabaría con el dolor. Lo rechazó; la razón fue: “No quiero convertirme en adicto”. Pero si alguien rechaza el medicamento que le puede salvar la vida, ¿se debe respetar su deseo de no tomarlo porque cree que puede hacerse adicto? Yo creo que no y está perfectamente justificado decirle: yo soy el médico y debe tomar ese medicamento.

¿Cuándo es moralmente aceptable la eutanasia?

De la forma que yo lo veo, que es como se aborda en Bélgica y Holanda, algunos pacientes que están muy enfermos, no muriendo, pero seriamente enfermos y van a tener un tiempo de vida muy limitado; están en una situación “desesperada”, en un atroz y horrible sufrimiento. El deber de un doctor, de todos los doctores, es ayudar a su paciente. En una situación como esta, pienso que es perfectamente apropiado ayudarle a morir. Ahora bien, esto es ilegal en casi todos los estados de Estados Unidos, salvo cuatro y se limita la forma en que se le puede ayudar (por ejemplo, no se le puede administrar el medicamento, se le puede prescribir). Lo importante, creo, es tener un detallado consentimiento informado del paciente: es competente, sabe lo que hace y tiene razones para hacerlo.

¿Cuándo es moralmente aceptable el aborto?

El aborto es uno de esos problemas que son irresolubles, queriendo decir con esto que el aspecto más importante, el asunto moral que está presente, no puede ser adecuadamente resuelto. En muchos casos suele haber un conjunto muy plausible de premisas por un lado y por el otro. Diciéndolo de manera algo simplista, en favor de permitir el aborto se arguye sobre la base de la libertad de las personas, particularmente de la mujer embarazada o la de la familia de tomar opciones. Nadie dice que no es algo terrible, lo es. Pero si la mujer tiene buenas razones, por ejemplo, en caso de violación (hay casos de violación en grupo, donde no se sabe quién es el padre), se le daría prioridad a la libertad personal. Por el otro lado, en contra del aborto se arguye en base al estatuto moral del feto. Es un ser humano y vas a matarlo, lo que en la mayor parte de las circunstancias está prohibido. Y además es un ser humano inocente.

Pero habrá que tomar alguna posición...

La mayor parte de la gente toma partido a favor o en contra del aborto y no adopta una posición intermedia considerando, por ejemplo, las razones que tiene la mujer: aceptándolo en caso de violación o de incesto o de peligro de muerte para la madre. Otra forma de posición intermedia sería considerar el estatuto moral del feto según su desarrollo: si aún no se ha formado el cerebro no sería un ser humano en el sentido normal de lo que es un ser humano. El límite estaría en la formación de las estructuras cerebrales. De esta manera, se podría aceptar el aborto, pero no en cualquier circunstancia. Pero incluso estas posiciones intermedias no logran realmente combinar las posiciones polares. Son incombinables. Hay muchas razones, hay muy buenos razonamientos, cientos de excelentes artículos sobre ambos lados de este tema. Y no hay manera de resolverlo.

¿Tienen derechos los animales?

Creo que sí. Es un área que está entre el derecho y la ética. El argumento estaría en la correlatividad de derechos y obligaciones. El razonamiento es que dondequiera que exista una obligación hacia alguien, ese alguien tiene un derecho correlativo; a la inversa, si se tiene un derecho, hay una obligación. Por lo tanto, si hay obligaciones respecto de los animales, y hoy en día prácticamente nadie negaría eso, entonces los animales tienen derechos. Si pones animales en un laboratorio, hay una obligación, no una obligación científica, sino una obligación con los animales, de mantenerlos razonablemente sanos y limpios y en condiciones que no impliquen un sufrimiento. Se tiene una obligación de cuidar esos animales y ellos tienen el derecho a ese cuidado.

¿Y arrancaría de algún estatuto moral de los animales?

Nadie razonablemente negaría que los animales tienen algún grado de estatuto moral. Pero hay niveles. La visión general es: los seres humanos tienen el más alto estatuto moral y los animales, uno secundario. Sin embargo, hay distinciones. Se ha dicho que los grandes simios son tan cercanos a los seres humanos, tan parecidos a nosotros, en su ADN y su comportamiento, que no pueden usarse en investigación médica. En el siguiente peldaño estarían los otros primates, fundamentalmente los monos. Pero hoy en día se usan muchos monos en la investigación médica. Si los grandes simios no se usan, ¿por qué no excluir a los primates? Y se podría seguir bajando en la escala evolutiva. El estatuto moral de los animales es para mí algo bastante arbitrario. Podría darse un estatuto especial a perros y gatos. ¿Por qué? Porque son animales de compañía, porque los amamos, porque tenemos una relación con ellos.

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