A 50 años de la “guerra contra las drogas” de EE.UU.: el impacto de la política iniciada por Nixon en la región
El 17 de junio de 1971, el mandatario declaró las drogas como “el enemigo público número uno de Estados Unidos”. Según The Washington Post, quizá ninguna decisión política reciente haya tenido un impacto mayor en América Latina.
“La adicción a las drogas es el enemigo público número uno de Estados Unidos”, declaró el 17 de junio de 1971 el entonces mandatario estadounidense, el republicano Richard Nixon (1969-1974).
Así empezó hace 50 años la denominada “guerra contra las drogas”, que ha llevado al gobierno estadounidense a gastar cerca de US$ 51.000 millones con el fin de combatir el comercio de sustancias ilegales.
Ese día, con cerca de US$ 71 millones aprobados por los legisladores estadounidenses, empezaron a desarrollarse programas para controlar la adicción a sustancias ilícitas en todo el país.
En ese tiempo, dos congresistas estadounidenses hicieron una visita a las tropas desplegadas en Vietnam y descubrieron que entre el 10% y el 15% de los efectivos eran adictos a la heroína.
Jeffrey Donfeld, el encargado de liderar la difícil misión de erradicar el consumo de drogas en el país, fue enviado por Nixon a reunirse con los generales y les planteó una idea. “La propuesta era llevar dos máquinas que podían detectar rastros de drogas en la orina. Y allá les avisaron a los soldados que si se hallaban drogas en las muestras, se iban a demorar una semana más en llegar a casa, porque había que desintoxicarlos”, recordó Donfeld a BBC.
“Fue un enfoque distinto al que existía previamente, que era simplemente enviar ante una corte marcial a quienes fueran sorprendidos consumiendo drogas”, señaló el abogado californiano, que fue el primer director de la Oficina Especial de Acción para Combatir la Adicción a las Drogas.
Aunque la estrategia parece haber dado resultado en el país, The Washington Post señala que las políticas no tuvieron mucho éxito en América Latina, destacando que quizá ninguna decisión política reciente de Washington haya tenido un impacto mayor en la región.
De hecho, según criticó en el mismo diario Gustavo Gorriti, director de IDL-Reporteros en Perú, “lo que no se ganó fue la ‘guerra’, puesto que el narcotráfico continuó, se adaptó y expandió”.
De acuerdo con el periodista peruano, las redes de narcotráfico actualmente tienen más importancia en países como Brasil, Venezuela, Paraguay, Honduras, México, Colombia, Perú y Bolivia, entre otros. Además, fuera de algunas excepciones, los mayores niveles de violencia criminal y los índices más altos de homicidios se dan en países con más organizaciones criminales narcotraficantes.
En Brasil, la ley de drogas aprobada en 2006 aceleró un encarcelamiento masivo que ha afectado principalmente a la población negra y pobre. Luego de su aprobación, el número de personas encarceladas por delitos de drogas aumentó un 156% y actualmente uno de cada tres presos está en la cárcel por esta causa. En las mujeres, la cifra supera el 60%.
Este proceso ha hecho que Brasil sea el tercer país con la mayor población carcelaria del mundo. Con 750.000 presos, sólo es superado por Estados Unidos y China. El hacinamiento y las malas condiciones en las cárceles han hecho que un promedio de 1.550 personas mueran en prisión cada año, según el Consejo Nacional del Ministerio Público, la mayoría por “causas naturales”.
En Colombia, tras 20 años de lucha antidrogas, el gobierno de Iván Duque quiere volver a la estrategia de rociar con herbicidas los cultivos de coca, que crecieron de 48.000 hectáreas en 2012 a 154.000 hacia fines de 2019, según el último censo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
En 2015, el gobierno de Juan Manuel Santos había suspendido las aspersiones aéreas luego de que un estudio del Centro Internacional de Investigaciones sobre el cáncer reclasificara el glifosato como una sustancia probablemente cancerígena.
Un 60% de las muertes en Honduras, uno de los países más violentos del mundo, son atribuidas al crimen organizado. En las 18 provincias hay 37 homicidios por cada 100.000 habitantes, y es un fenómeno que se remonta a la década de 1970.
En México, pese a que los miembros del Ejército que están desplegados han aumentado desde que el expresidente Felipe Calderón le declaró la guerra al narcotráfico en 2006, el país sigue siendo un gran productor y distribuidor de droga hacia el norte, para surtir la demanda de Estados Unidos.
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