A las cuatro de la tarde del viernes 18 de octubre del 2019, se encendieron las primeras alertas en el Cuerpo de Bomberos de Santiago (CBS). “Voy a acuartelar, lo que estoy viendo en la televisión no es normal”, afirmó uno de los comandantes. En menos de dos horas, más de 2.000 voluntarios ya estaban en sus respectivas compañías, a la espera de alguna emergencia que podría generar el crispado ánimo social ese día.

Y así fue. Esa jornada marcaría el inicio del estallido social del 2019, donde se produjo el cierre de estaciones de metro, protestas y una serie de hechos que desencadenaría en que algunas paradas del tren subterráneo, buses del transporte público y hasta edificios patrimoniales fueran incendiados. La crisis social tuvo como escenario la Región Metropolitana, principalmente las zonas del centro de la capital, donde cubre las emergencias el CBS, compuesto por 22 compañías en las comunas de Santiago, Estación Central, Renca, Recoleta, Independencia, Providencia, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea.

“Nos han tocado muchas cosas como institución, sin duda que esto está entre las principales emergencias que tuvimos que afrontar para apoyar a la comunidad”, recuerda a cuatro años de aquello el superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, Pablo Cortés (53).

El incremento

La primera gran emergencia a la cual tuvieron que hacer frente los voluntarios de bomberos ese día fue en el edificio de la empresa eléctrica Enel, el cual marcaría el inicio de complejas jornadas de manifestaciones y emergencias. Y es que, según cifras del Cuerpo de Bomberos de Santiago, entre el 18 de octubre y el 11 de noviembre, esa repartición debió atender un 150% más de emergencias que en un mes normal. “En un año en régimen atendemos del orden de 10 mil emergencias. En el mes de octubre en general tenemos del orden de 500 habitualmente, en esta oportunidad fueron más de 800″, explica Cortés.

Pero no es lo único, junto con experimentar un incremento en los incendios, el 2019 el escenario fue otro, y es que tras las manifestaciones los voluntarios debieron apagar “incendios grandes, declarados, que abarcaban supermercados, edificios patrimoniales, públicos. Todo ello implicó que si normalmente se trabaja unas 1.200 horas al mes, en octubre del 2019 fueron 3 mil”, recuerda el superintendente.

Todo este escenario, a juicio del superintendente Cortés, posiciona al estallido social como “una de las tres principales emergencias que hemos tenido que abordar en los últimos 50 años”. A esta, se suman las emergencias producidas a propósito del terremoto del 2010 y el incendio que provocó el bombardeo a La Moneda durante el golpe de Estado de 1973.

Pero a diferencia de lo que puede ocurrir en un terremoto, donde la principal emergencia se concentra tras el sismo, los incendios provocados por la violencia de una manifestación son distintos. “Si tú me dices si teníamos planes anticipados para una emergencia de esta magnitud, la verdad es que no, jamás pensamos que podíamos tener una noche de más de 100 actos de servicio consecutivos como la noche del 18 de octubre, es que eso no es común”, señala el superintendente, quien por 35 años ha formado parte de las filas de la institución.

Comandante Guevara (a la izquierda) y el superintendente Cortés (a la derecha).

Cambios en el trabajo

Ese explosivo aumento en las emergencias es algo que vivió el comandante del CBS Jorge Guevara (60) en primera persona. “Teníamos incendios donde estábamos dos a cinco horas. Estábamos en ese incendio y teníamos otro paralelo, y después otro. Llegábamos a los cuarteles y nuevamente salíamos, fueron momentos muy difíciles donde el sistema se estresó”.

A esto suma el comandante, el contexto en el que se debía actuar. Y es que “además de apagar el incendio, que es a lo que nosotros estamos acostumbrados, estás apagando un incendio en el que ni Dalí te lo podría haber dado. Algo sumamente extraño donde por un lado venían bombas molotov y por otro lado había bombas lacrimógenas y nosotros metidos en el medio”, explica Guevara, quien lleva 42 años de servicio en Bomberos.

Todo el escenario suscitado durante el estallido social generó cambios en la forma de trabajar de la institución. Y es que a nivel operativo, si normalmente a través de un sistema automatizado se despacha a los carros de bomba más cercanos a la emergencia, los cortes de calle generaron que se tuvieran que enviar a las unidades de emergencia “a dedo”, es decir, manualmente. Pero además de eso hubo que reforzar los equipos. “Las compañías que estaban más al centro tenían mucha demanda, entonces lo que hicimos fue traer compañías que están en otras zonas de Santiago y que venían a estas compañías para poder hacer guardias y cooperar con el trabajo que estaban haciendo estas tremendamente estresadas”, explica Guevara.

Junto con eso, el incremento en las emergencias también generó un aumento en el uso de materiales, y es que se incrementó el gasto en combustible y el desgaste de los equipos. Y que varios de los 70 carros de bomberos tuvieron que repararse incluso en el mismo lugar de las emergencias. A lo que se suma que muchos de los 110 funcionarios rentados, entre los que se encuentran conductores, operadores y mecánicos, tuvieron que hacer turnos dobles.

Foto: Cuerpo de Bomberos de Santiago.

Ese desgaste también se reflejó en los 2.000 voluntarios que se desplegaron durante la emergencia. El propio comandante Guevara recuerda que el incendio de la fábrica de Kayser, en Renca, fue uno de los que más lo marcaron. “Se quedaron cuatro compañías en la remoción de escombros, y nosotros tuvimos que devolvernos porque se quemó el supermercado que estaba al lado. Fue realmente estresante y cansador, porque tienes un incendio que termina y empieza el otro. El primero demandó cinco horas y el segundo demandó 4 o 5 horas más de trabajo. Esa jornada fue muy agotadora”, recuerda.

Pese a todo aquello, hay algo que tanto el superintendente como el comandante destacan: el cariño de la gente. Aplausos, gritos y una aprobación por Bomberos que según la encuesta Cadem en medio de la crisis social llegó al 99%. Aquello, concluye Cortés, se debe a que “somos una institución conformada por la comunidad y para la comunidad. Eso marcó una diferencia y nos permitió tener ese apoyo”.