Con la llegada de la pandemia, la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) se vio forzada a cambiar su funcionamiento. De alimentar a estudiantes en casinos de colegios pasó a ser una cadena de distribución de canastas de productos que llegan a las casas de los beneficiarios. El sistema, si bien logró implementarse, no ha estado exento de críticas, que van desde los alimentos que se entregan hasta la logística de la repartición. En las últimas semanas, y a un año de la suspensión de clases presenciales en miles de colegios, los expertos han alertado por los problemas de malnutrición que afectan a los estudiantes. Jaime Tohá, director nacional de la entidad, aborda el escenario.
¿Cuánto les ha dificultado la logística el contexto de pandemia?
Esta es una operación inédita de entrega de alimentos en la historia del país. Chile tomó una decisión difícil. Por algo hemos sido reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación como uno de los países ejemplares en esta materia. Antes, el sistema logístico estaba preparado para entregar un servicio presencial de cocina y comedor.
Algunos nutricionistas dicen que lo que se entrega, en términos numéricos, es equivalente a lo del colegio, pero que en términos de calidad, no lo es.
Lo que hemos comprometido es la misma cantidad de nutrientes que el niño recibía en la escuela. Después, cómo elegimos y cómo se compone la canasta, tiene varios factores. Está lo técnico, los formatos. Por ejemplo, a un niño le damos 80 gramos de pescado, pollo o vacuno y no existen en el mercado paquetes de 80 gramos. Entonces, a veces hay que consolidar las proteínas en un producto. Tratamos de que sea lo más diverso posible. Por eso decimos que esto no reemplaza totalmente un alimento presencial, que se cocina a diario, con comida casera, pero sí garantiza los nutrientes que el niño necesita. Obviamente, esto no es el 100% de la alimentación que un niño necesita. Siempre hemos invitado al apoderado a tener variaciones y diferenciar lo que ellos entregan en la casa, para que sea complementario y así se produzca la nutrición adecuada.
¿Con la canasta se cubren las necesidades alimentarias que antes se cubrían en el colegio?
Hacemos el mayor esfuerzo para que el niño las reciba y hoy sí están recibiendo los nutrientes. Por supuesto, por el formato que tiene una canasta, no es igual a lo que un niño recibiría en una comida casera que se le prepara todos los días, con mayor nivel de variación. Solo para dar un ejemplo: vamos a llegar a 220 millones de huevos comprados y distribuidos. No es fácil, en el sentido de que no hay en el mercado disponibilidad para hacer esas compras y que sea en todo Chile igual. Tenemos que trabajar con los productos que están disponibles. Vamos variando las proteínas, porque no podemos hacer que las 28 empresas salgan a comprar el mismo producto o a peleárselo, porque no hay, y generaríamos rotura de stock. Lo ideal es que los niños estén de nuevo en clases y les cocinemos comida casera y variada todas las semanas. Como eso no es posible, hacemos que la familia tenga un alivio económico al recibir esta canasta y el niño tenga, a lo menos, los mismos nutrientes que recibe en la escuela.
¿Cómo se ha ido mejorando la calidad de los alimentos?
Hemos aumentado de siete a 21 los días hábiles del mes en que se entrega ensalada, estamos duplicando (de cuatro a ocho días al mes) la frecuencia en que los niños reciben productos del mar. Recortamos la frecuencia del pan a la mitad, estamos incorporamos frutas al desayuno, también huevos, hemos eliminado productos altos en grasas y carbohidratos excesivos, y bajado sal y azúcar. Hoy tenemos una alimentación, desde el punto de vista nutricional y gastronómico, muy distinta. Siempre se puede avanzar más. Pero, por ejemplo, ahora a los niños de educación media les estamos sirviendo en platos, no en bandejas, y esas son cosas de calidad y dignidad que permiten que la comida tenga mayor aceptación. También hemos eliminado los postres de leche.
¿Tienen considerado que esto puede generar problemas de nutrición a futuro?
La razón por la que tomamos la decisión de darle continuidad a la alimentación es para minimizar el impacto que sabíamos que la pandemia tiene en los niños confinados en sus casas, y que no es solo por la alimentación. Lo que quisimos es que, a lo menos, los nutrientes que se reciben en el colegio los niños los tengan. Pero también hay otros factores, como que los papás varían los gramajes. Nosotros les damos 80 gramos y a lo mejor un papá le puede estar dando 120. Llevamos 27 millones de canastas entregadas, eso significa 330.000 toneladas de alimentos, y justamente buscan minimizar el impacto de la pandemia, que sí va a existir. Ya hay mediciones de 2020 que dicen que hay un aumento de 2% de obesidad. Cada ciclo de canasta, que es cada tres semanas, tiene un costo para el Fisco de 54 mil millones de pesos. El esfuerzo que se está haciendo es monstruoso. Diría que más allá de quejas puntuales, las canastas son valoradas.
En su última medición, ustedes detectaron algunos focos incipientes de desnutrición en el país. ¿Están haciendo algo frente a ese tema?
Hicimos el mapa nutricional y lo que hay en esos mapas es un aumento marginal y ahora tenemos que ver la causa, si es que es una tendencia real o algo marginal. Ahora tenemos que ver dónde está focalizado, en qué comunas, para ver si hay que generar alguna política. Es un dato que vamos a revisar con mucho cuidado, que nos preocupa, pero en esto hay que ver las series y tendencias, si es que crece durante tres años, por ejemplo. A veces un 0,8 puede ser una variación de la misma encuesta, temas puntuales, pero por algo lo medimos y es algo a lo que tenemos que ponerle ojo
Nutricionistas advierten que los alumnos antes recibían la comida en el colegio, mientras que ahora la canasta se va a la casa y se diluye en la familia...
Entendemos que muchas familias están pasando por situaciones económicas muy duras y no podemos prohibirles que administren la comida. Pero también entendemos que la canasta busca hacer llegar los nutrientes que los niños reciben en la escuela y también ser un alivio económico. Se diluye en ambos sentidos, la canasta probablemente la consume la familia en su conjunto, pero los alimentos que la familia consumía cuando los niños no estaban ahora también los comparten. Esto lo que busca es entregar los alimentos a las familias para complementar lo que ellos compran. Lo que no queremos es que la familia tenga que comprar comida adicional porque el niño ya no está comiendo en la escuela. Nadie espera que le cocinen al niño una cosa y la familia coma otra.
Con la pandemia han aumentado las familias que necesitan estas ayudas...
Entendemos que la situación económica de muchas familias ha variado. Por eso estamos haciendo el máximo esfuerzo. Hemos renegociado con las empresas, hemos incrementado en cerca de 200.000 los beneficiarios en relación al año pasado, pero es el máximo esfuerzo financiero que podemos hacer. Hay que entender que este es un programa que tiene un costo de 3.300 millones de pesos al día. Nos encantaría poder aumentar la cobertura, pero estamos ejecutando los recursos disponibles al máximo. Si bien hay un aumento de las necesidades, por ahora este programa tiene un techo presupuestario. Estamos entregando 1.800.000 y fracción de canastas cada tres semanas. Nos gustaría entregar más, pero entendemos que el Estado tiene una serie de otros elementos, como son bonos u otras cosas, que en su conjunto tienen que ayudar a la familia y no puede ser esta canasta, del área de Educación, la única herramienta para ayudar en las dificultades financieras.
¿Pueden empujar para que los casinos de los colegios reabran?
Estamos preparados para funcionar en ambas modalidades. Cada colegio nos va a señalar si va a seguir recibiendo las canastas o si retomaremos la comida presencial. Las manipuladoras están 100% disponibles a volver a trabajar. Tenemos los canales de abastecimiento preparados. Si el colegio nos pide la comida, va a estar.
¿Sería más fácil que los municipios o colegios se replanteen abrir los casinos?
Nos es indiferente desde el punto de vista logístico. Nos gustaría volver a la comida presencial, porque si bien las canastas son una tremenda ayuda, en el colegio un niño recibe una mayor variedad y en cantidades adecuadas. Fácilmente podemos hacer una u otra cosa. Nosotros preferiríamos que la mayor cantidad de colegios tome la comida presencial de nuevo, ya sea porque están en clases, clases parciales, por turnos, o convocan a los alumnos a comer a la escuela. Preferiríamos que eso se vaya retomando lo más rápido posible.
¿Han tenido problemas de distribución y almacenamiento?
Hemos ejercido mucho control desde la canasta uno hasta la canasta 19 en que estamos. Más de 15.000 controles en terreno y una de las cosas que aprendimos y corregimos desde los primeros ciclos es no llevar las canastas a los colegios los viernes, porque la fruta y verdura se descompone durante el fin de semana. Hemos ido cambiando la forma de empaquetado, a veces se usaron bolsas que no respiraban y con la humedad los vegetales no llegaban en buen estado. Cuando hay denuncias vamos a terreno y cuando confirmamos, exigimos a las empresas el retiro completo del lote, en algunos casos el retiro completo de algunas marcas a nivel nacional.
¿Ha habido cortes de contrato o multas?
El nivel de irregularidades en relación al inicio es mucho más marginal. No hay ninguna empresa, como el año pasado, cerca de un término anticipado de contrato, pero sí pequeños incumplimientos que se van corrigiendo. En general son por no cumplir la fecha en la que tenían que haber llegado al colegio y otras por productos que no cumplen la calidad que se exige.
¿Por qué este año las canastas para alumnos de Centros de Adultos se reemplazaron por seis huevos, un kilo de harina y 420 gramos de leche?
Entendemos perfectamente la situación y los reclamos que hemos recibido. Hemos ido haciendo una cantidad de correcciones en el camino, no estamos ahorrando ni recortando. El año pasado, porque no teníamos la capacidad de diferenciar las canastas, partimos entregando igual para todos, también a los adultos, pero en la medida en que se ha ido puliendo el programa, en un trabajo colaborativo con la Contraloría, también se detectó que en los adultos no se estaba cumpliendo exactamente lo que decíamos, que es recibir lo que habitualmente recibían cuando iban a clases presenciales. Era una once, no almuerzo y comida, como los niños. Es importante que se haya hecho esa corrección. Entendemos que las familias necesitan la comida; ojalá pudiésemos dar más, nos encantaría. Pero cuando hacemos eso no es para un ahorro o perjudicar a personas, porque el diferencial de esas canastas se les está entregando a niños. Este es un programa del Ministerio de Educación, no es una política social de otro tipo, que única y exclusivamente busca entregar la comida que el estudiante recibía cuando estudiaba.
Hay oficios parlamentarios para que se restituya este beneficio...
Respetamos la labor fiscalizadora que tienen los parlamentaros, hemos recibido un par de oficios donde se nos consulta o solicita restituir y lo que vamos a explicar es lo que relaté: es un programa del Mineduc, no es un programa como podría ser uno del Ministerio de Desarrollo Social y lo que hemos respondido es por qué a los adultos se les está dando esta canasta. Restituirlas significaría estar entregando de una manera que no corresponde al programa, y dado que estamos ejecutando el 100% de nuestros recursos, significaría restárselas a algún niño.