El candidato más nuevo de Ecuador también teme por su vida
Christian Zurita, quien reemplazó al asesinado candidato Fernando Villavicencio en la carrera presidencial, dijo que usa un chaleco antibalas y ha escondido a su familia.
Cinco días antes de las elecciones presidenciales de Ecuador, Christian Zurita toma el tipo de precauciones que alguna vez fueron inauditas para un político en Ecuador.
Zurita ahora se postula para presidente en lugar de su amigo cercano, Fernando Villavicencio, quien fue asesinado la semana pasada en medio de una espiral de violencia relacionada con las drogas. Entonces, cada vez que sale de su casa en Quito, dijo Zurita, se pone un chaleco antibalas, se mueve dentro de un grupo apretado de guardaespaldas de la policía y se mete en un vehículo blindado.
Conocido como uno de los principales reporteros de investigación de Ecuador, el periodista con anteojos señaló en una entrevista que se ha visto envuelto en un centro de atención que nunca imaginó hace solo una semana. Fue elegido por el partido Movimiento Construye para postularse en lugar de Villavicencio, su íntimo amigo y colega periodista, quien fue asesinado a tiros el miércoles pasado luego de dar un discurso en un mitin político.
“Mataron a Fernando y yo soy la persona más cercana a Fernando”, afirmó Zurita a The Wall Street Journal en una videollamada el martes desde Quito. “Un atentado contra mi vida es tan real como el asesinato de Fernando. Si fueron por él, vendrán por mí”.
El asesinato de Villavicencio -la primera vez que un candidato presidencial es asesinado en Ecuador- ha arrojado una luz deslumbrante sobre el nexo entre el narcotráfico y la corrupción política que, según los analistas de seguridad, ha sumido al país en un torbellino de violencia. Villavicencio centró su campaña en denunciar la corrupción, al tiempo que se comprometió a tomar medidas enérgicas contra las bandas de narcotraficantes que plagan lo que alguna vez fue uno de los países más pacíficos de América Latina.
Zurita, que corre en la misma plataforma que Villavicencio, no quiere correr riesgos: aseguró que ha enviado a su familia a la clandestinidad.
Dijo que recuerda el día que su amigo y colega fue baleado en Quito como un caleidoscopio de imágenes.
Villavicencio acababa de subirse a la parte trasera de su automóvil cuando un hombre armado le disparó tres veces en la cabeza a quemarropa. Zurita también salía del mitin cuando escuchó los disparos, pero no pensó que fueran reales. Vio a un oficial de policía disparando su pistola. Un pistolero, sangrando, estaba en el suelo. La gente gritó y corrió de regreso al salón de campaña. Villavicencio fue llevado de urgencia a la sala de emergencias de una clínica de maternidad cercana, pero ya era demasiado tarde.
“Murió instantáneamente”, dice Zurita.
El asesinato impulsó a Zurita al centro de atención de la tumultuosa política del país andino cuando decidió reemplazar a Villavicencio y presentarse a las elecciones del domingo. Su candidatura aún requiere la aprobación de las autoridades electorales de Ecuador, que señaló que podría llegar tan pronto como este miércoles en la noche a menos que los opositores políticos lo desafíen.
Zurita es conocido por sus colegas en Ecuador como un reportero de bajo perfil, pero obstinado, que ha descubierto algunos de los mayores escándalos de corrupción en los últimos años, muchos junto con Villavicencio. Aunque no es un político, Zurita dijo que sentía que tenía el deber de recoger la antorcha de su amigo caído.
“No pude evitar sentirme abrumado”, dice. “Es inconcebible que Fernando haya sido silenciado. Pensé que era injusto tener que sufrir ese silencio”.
Las encuestas muestran que es probable que ningún candidato obtenga suficientes votos para ganar la presidencia por completo en la primera ronda de votación. Ese escenario requeriría una segunda vuelta en octubre entre los dos principales candidatos. Antes de que lo mataran, los analistas políticos dijeron que Villavicencio tenía posibilidades de terminar segundo en la primera vuelta.
Si bien Zurita no es muy conocido entre los votantes, los analistas políticos dicen que podría recibir un impulso en las urnas debido a la ira entre los ecuatorianos por el asesinato de Villavicencio.
En los últimos cuatro años, la violencia se ha disparado en Ecuador, un paraíso para los jubilados estadounidenses conocido por sus magníficos volcanes, selvas y bajo costo de vida. Los asesinatos aumentaron a 4.800 el año pasado, cuadruplicándose desde 2019, según el Ministerio del Interior. Las espantosas masacres en las cárceles, que están controladas por pandillas, son rutinarias. Hombres armados matan a policías, fiscales y, cada vez más, a políticos.
Los asesinatos han subido aún más este año, con 3.963 homicidios de enero a julio, un aumento del 80% sobre los 2.198 asesinatos en el mismo período del año pasado, según la policía.
La violencia ha sido alimentada por el auge del comercio de la cocaína, que ha visto cómo el tráfico se desplaza cada vez más desde el suroeste de Colombia hacia Ecuador a través de una frontera porosa.
Zurita dijo que el alcance del poder del narcotráfico en Ecuador se hizo evidente en 2018, cuando dos periodistas y su conductor fueron secuestrados y asesinados cerca de la frontera con Colombia por rebeldes marxistas involucrados en el tráfico de cocaína.
“Ahora tenemos un Estado colapsado”, comentó.
La violencia empeoró en 2020 tras el asesinato de Jorge Luis Zambrano, el jefe de Los Choneros, el cártel más poderoso de Ecuador en ese momento. Su muerte desencadenó una guerra civil entre bandas criminales.
“Hay una guerra interna sobre quién controla el mercado interno”, dice Zurita.
Estados Unidos ha enviado agentes de la Oficina Federal de Investigación (FBI) para ayudar con la pesquisa de Villavicencio, que según Zurita podría ayudar a resolver el caso. El FBI se negó a comentar. Las autoridades saben que hubo siete hombres directamente involucrados. Los guardaespaldas mataron al pistolero. Otros seis, todos colombianos, fueron arrestados.
Zurita, quien dice que ha hablado con investigadores ecuatorianos y funcionarios de la Embajada de Estados Unidos, aseguró que hay alrededor de una docena de personas involucradas en el crimen, de Colombia y Ecuador. El candidato agregó que la información sobre el asesinato proviene de Colombia, donde el fiscal general Francisco Barbosa ha prometido públicamente brindar asistencia. La oficina del fiscal general de Colombia no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
“Si bien podría estar vinculado al narcotráfico, proviene de un espacio de poder. Fernando Villavicencio era una amenaza para todas las estructuras de poder”, afirmó Zurita.
Zurita dice que continuaría con las propuestas políticas de Villavicencio destinadas a erradicar la corrupción y enfrentarse al crimen organizado que, según él, se ha infiltrado en el establishment político. Despediría a los policías corruptos, dice, y con el apoyo internacional entrenaría mejor a la policía para combatir las bandas de narcotraficantes fuertemente armadas y mejorar la recopilación de inteligencia.
Si bien Zurita dice que las instituciones estatales de Ecuador deben mostrar fortaleza, está en contra de una represión contra las pandillas similar a la del Presidente Nayib Bukele en El Salvador.
Allí, las fuerzas de seguridad han detenido a decenas de miles de jóvenes, lo que ha reducido la delincuencia, pero ha dado lugar a acusaciones de abusos contra los derechos humanos.
Zurita y Villavicencio se conocieron cuando estudiaban en la Universidad Central de Ecuador en Quito. Más tarde colaboraron estrechamente en las investigaciones, a menudo bebiendo gin-tonics mientras escribían, recuerda Zurita.
Sus reportajes ganaron premios en Ecuador y en el exterior. También los puso en conflicto con poderosos políticos y empresarios, algunos de los cuales llevaron a los periodistas a los tribunales.
Entre sus objetivos estaba Rafael Correa, presidente de 2007 a 2017. Un libro que escribieron los dos hombres, “Green Rice”, se centró en un escándalo de soborno que involucraba donaciones de campaña a cambio de contratos estatales. Correa fue posteriormente condenado en ausencia.
“Tenemos la misma manera de pensar, los mismos pensamientos, los mismos planes”, dice Zurita sobre su difunto amigo.
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