El omnipresente Partido Colorado de Paraguay pone a prueba su poderío en comicios del domingo
La formación ha gobernado el país sudamericano durante 76 años, perdiendo solo una elección presidencial desde entonces. Pero las acusaciones de corrupción contra el expresidente Horacio Cartes complican al actual candidato Santiago Peña y amenazan con aumentar las posibilidades de la oposición.
Este domingo el panorama electoral en Paraguay es excepcionalmente incierto. En un país donde suele desconfiarse de las encuestas -y sus resultados son muy distintos entre sí-, dos fórmulas presidenciales parecen encontrarse en un empate técnico: por un lado, el oficialista Santiago Peña, perteneciente al conservador Partido Colorado, y por el otro, Efraín Alegre, de la coalición “Concertación Nacional”, liderada por el Partido Liberal Radical Auténtico, heredero del también histórico Partido Liberal.
Ambos partidos se fundaron en 1887, y han sido desde entonces los protagonistas en la política paraguaya. Sin embargo, desde 1947 en adelante fue el Partido Colorado el que gobernó casi de manera ininterrumpida, tanto durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) como en los gobiernos que siguieron con la transición democrática en el país.
Este año la campaña electoral ha sido más bien “austera”, y a pesar de los 13 candidatos en contienda, se tiene claro que son Peña y Alegre los dos postulantes más serios al Palacio de López. Estas elecciones se hacen sin segunda vuelta, y quien las gane sustituirá a Mario Abdo Benítez durante cinco años.
Lo natural, considerando la historia de gobiernos colorados, es pensar que el economista Santiago Peña se hará con la banda tricolor. Economista de profesión, el Partido Colorado lo nombró su candidato luego de una primaria entre “delfines”: Peña contaba con el apoyo de Horacio Cartes, presidente entre 2013 y 2018, y le ganó al candidato Arnoldo Wiens, que tenía el respaldo del actual mandatario, Mario Abdo Benítez.
Peña ya había sido ministro de Hacienda durante el gobierno Cartes, y lo que en un principio sería un importante capital político, terminó siendo el lastre de la candidatura: en enero, Estados Unidos sancionó al expresidente por actos de corrupción “que socavan las instituciones democráticas”, y que se habrían realizado antes, durante y después de su gobierno.
Hasta el mismo presidente, Mario Abdo Benítez, terminó dándole la espalda a Cartes, afirmando que es “el mayor contrabandista de cigarrillos” del continente. Los cargos que le achaca el Departamento del Tesoro a Cartes son el contrabando de tabaco, través de Tabacalera del Este S.A., lavado de dinero, y el estar vinculado por esto al financiamiento de grupos terroristas, y en específico, el libanés Hizbulá.
Con este antecedente, hay medios que consideran esta elección una de las pocas en las que la oposición tiene verdaderas oportunidades de ganar. En ese sentido, hay encuestas que le dan la victoria a Efraín Alegre, exministro de Obras Públicas y Comunicaciones durante el único gobierno que no fue colorado en 76 años: el del obispo Fernando Lugo (2008-2012), quien fue destituido a través de un controvertido juicio político.
Del Partido Liberal Radical Auténtico, Alegre encabeza la “Concertación Nacional”, que une a movimientos desde la centroderecha a la izquierda. En su campaña, entre otras cosas, prometió “recuperar todo lo robado por el cartismo”. “Setenta años hemos visto del gobierno. Que nos den una oportunidad a la Concertación y vamos a demostrar que podemos realmente ver el otro Paraguay, el del trabajo, el del esfuerzo, un Paraguay solidario que tenga una respuesta a las grandes necesidades de la gente”, aseguró el candidato a CNN.
Según el sociólogo paraguayo Fernando Masi, las sanciones de Estados Unidos a Cartes afectaron la campaña del Partido Colorado: “No pueden utilizar los bancos y eso ha puesto muy nerviosos a los colorados, porque ese dinero se necesita no solo para el candidato a presidente sino para todas las otras candidaturas. Entonces hay gente que pide que (Cartes) renuncie”. Hasta el día de hoy, Cartes sigue siendo el presidente del Partido Colorado.
Para este domingo hay 4,8 millones de electores llamados a votar, y a diferencia de otras ocasiones, se destaca la falta de una campaña fuerte. Según Marcello Lachi, profesor de la Universidad Nacional del Pilar, la pertenencia o preferencia política por un partido u otro se vive como “si se tratara de un partido de fútbol”. “Acá el ser colorado o liberal es una identidad social y eso significa que esos hinchas votan a su equipo. Dos terceras partes de los electores votan según esa afiliación”, explicó a RFI.
Según él, Peña sigue teniendo ventaja ya que la oposición no estaría tan unida como en 2018. “Existen candidaturas de pequeños partidos de izquierda que hace cinco años sí participaron en la alianza que perdió contra el Partido Colorado, pero esta vez se candidatean a otras personas”, señaló.
Tan poco es el ambiente proselitista en Paraguay, que incluso se canceló el único debate que habría habido entre Peña y Alegre. Esto, ya que el candidato colorado puso como condición que se invitara a otros rivales, lo que terminó por hacer desistir a los organizadores.
A la contienda presidencial también se presenta el exarquero José Luis Chilavert, quien se postula por el Partido de la Juventud. Según una reciente encuesta de la consultora AtiSnead, el exfutbolista de Vélez y San Lorenzo aparece en quinta posición, con solo el 0,9% de las intenciones de voto.
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