“Soy más oficialista que ayer en materia del Banco Central (BC)”. De esa manera grafica el exvicepresidente del instituto emisor, expresidente de BancoEstado y actual director de la Bolsa de Santiago, Enrique Marshall, su visión sobre el desempeño que, a su juicio, ha tenido el BC durante la pandemia.

Marshall aborda la coyuntura económica actual, los mayores riesgos que ve hacia adelante, el retiro en rentas vitalicias, temas tributarios, el rol que debe jugar el BC en la nueva Constitución, entre otros. Pero también habla de las conclusiones a las que llegó con su reciente informe “El ahorro de los hogares en Chile: diagnóstico y recomendaciones de política”, que hizo en conjunto con Fernando Ochoa para la Asociación de Cajas de Compensación de Chile.

Sobre ello, dice que la base del diagnóstico es el siguiente: Chile tuvo en salto a fines de los 80, que se consolidó en los 90, que dejó al país por sobre Latinoamérica, pero por debajo del resto del mundo, ubicándose en la parte media de la tabla en el global. Y en la última década o un poco más, el ahorro ha tendido a declinar en el país, se ha debilitado. “Estamos ni muy bien, ni muy mal, pero con una tendencia al deterioro”, explica.

Y si bien en la pandemia los privados han tendido a aumentar el ahorro por la incertidumbre y porque no se puede gastar, eso es coyuntural, señala, y “lo que permanece es esta tendencia al debilitamiento”.

Ha sido el Fisco el que ha gastado durante esta crisis...

-El gobierno ha hecho lo contrario, por razones que también son explicables, ha tenido que salir en apoyo de amplios sectores y, por tanto, ha incurrido en déficit, y eso al final es desahorro. De esta manera, el comportamiento del sector privado y el sector público ha divergido completamente, se han movido en direcciones completamente opuestas: uno aumentando levemente, y el otro disminuyendo drásticamente. En la salida de esta crisis nos vamos a ver enfrentados a un Estado que está más endeudado. Y las familias debilitadas, porque van a terminar con ahorros previsionales mermados. Entonces, el cuadro para la salida es complejo.

¿Qué pasa al ver los microdatos?

-Surge una realidad bastante clara, contundente y más preocupante que lo anterior, y es que tenemos una fracción muy importante de la población que no ahorra. Entonces, más de la mitad de la población no ahorra, y eso tiene varias implicancias, por de pronto, implica que todas esas familias están en una situación de precariedad o vulnerabilidad, porque si se ven enfrentadas a una contingencia que puede ser de empleo, salud, o educación de los hijos, simplemente no tienen recursos para salir adelante.

¿Qué se puede hacer desde ahora en adelante?

-Lo primero que hay que hacer es poner el tema sobre la mesa (...) Hay que actuar en muchos frentes. Los autores del informe decimos que sería bueno que haya una Comisión Nacional del Ahorro, no en el sentido de crear una nueva institución del Estado, porque soy contrario a ello, no creo que haga falta, pero que alguien dentro del Estado se haga cargo de una vez al año juntar las cifras, sistematizarlas, poner el tema en discusión, elaborar un informe, decir qué está funcionando y qué no. Estoy pensando en algo sencillo, pero que sea sistemático. Después, hay que preocuparse de los grandes temas macro. Es difícil que haya ahorro cuando las cosas en general van mal, el ahorro tiende a fortalecerse en los periodos en que hay inversión, crecimiento.

¿Y algunas cosas que sean algo más inmediatas?

-Cuando uno revisa la oferta de ahorro, los servicios de ahorro, se da cuenta que hay pocas instituciones realmente comprometidas, en el sentido que se vea que les interese promover el ahorro, entregar productos, innovar, ser creativos, proveer una oferta de valor interesante para los clientes. De eso hay poco. El gran proveedor de servicios de ahorro fue BancoEstado, lo sigue siendo, hay muchas cuentas de ahorro en el país, entonces uno podría llegar a la conclusión falsa de que hay una gran propensión a ahorrar, y eso no es así. Hay muchas cuentas de ahorro que están un poco pasivas, que no se mueven, se abrieron y nunca se cerraron porque para cerrarlas hay que ir al banco y hacer una fila larga. Hay que activar eso, con elementos y atributos que lo hagan más interesante. Por ejemplo, el ahorro en los jóvenes y niños no es un tema, no se habla de eso. Abrir una cuenta de ahorro para un niño es un asunto muy complejo, hay que hacer una fila, no es un trámite expedito, porque además a los bancos tampoco les interesa mucho, es un producto que no tiene una gran rentabilidad, pero sí el ahorro sienta las bases para un desarrollo financiero sano. Si no hay ahorro, al final estamos edificando sobre tierras movedizas. También hay que fortalecer la educación financiera.

¿Hay que crear nueva oferta, o la que existe está bien, pero hay que llegar a más personas?

-Falta mayor compromiso de parte de los oferentes que están hoy día. También hay que pensar en la posibilidad de que ingresen otros. ¿Cómo hacer más atractiva la oferta? Ese es un gran desafío, porque las tasas de interés son muy bajas (...) Hay que pensar en otras cosas, en algunos lugares se ha hecho: vincular el ahorro con objetivos, por ejemplo ahorro para vacaciones, ese es un tema que a los jóvenes les interesa, y vincular eso a ciertas ofertas, a puntajes donde el que ahorra cierto monto gana ciertos puntos, eso te da acceso preferente a pasajes aéreos, hotelería, en fin, no soy experto en marketing, pero ahí hay un tema.

De todas maneras se ha visto más interés de los jóvenes por invertir, por ejemplo, lo que ha ocurrido en algunas fintech.

-Tiene que ver con lo que conversábamos, los jóvenes quieren instrumentos digitalizados, completamente expeditos, no quieren ir al banco a hacer una fila de dos horas para llegar a una caja para que le ofrezcan una libreta de ahorro igual a la que tenían sus abuelos o bisabuelos. No, quieren otro tipo de instrumentos y las fintech están, de alguna manera, entregando esa oferta. Me parece positivo que lo hagan. Evidentemente que todo esto de las fintech tiene que ser encauzado ordenadamente.

El gobierno ha dicho que ingresará un proyecto para regular a la industria fintech. ¿Es urgente que se apruebe una iniciativa de ese tipo?

-Es absolutamente urgente y creo que estamos un tanto atrasados. De esto se viene hablando desde hace tres años, tenemos un preproyecto presentado por la CMF al Ministerio de Hacienda y lo que falta es el último impulso, que esto vaya al Parlamento y que se pueda aprobar con rapidez.

Economía, impuestos y más

En términos económicos, ¿qué es lo que hay que hacer y cuáles son los mayores riesgos o amenazas que ve hacia adelante? La inflación, que la crisis se prolongue más de lo presupuestado, etc.

-En materia de inflación estaría tranquilo, aunque por cierto hay que monitorear. No tengo una particular preocupación y creo que el BC está reaccionando prontamente. Yo diría que las preocupaciones hacia adelante son por lo menos dos. Una es cómo hacemos para que el gasto público converja, para que la deuda pública no se dispare permanentemente y tenga una convergencia. Es cierto que el nivel de deuda hoy día es perfectamente razonable, nadie podría decir que la deuda que tenemos hoy es exagerada, la preocupación tiene que ver con la dinámica, con las perspectivas, con que si somos o no capaces de hacer que esto converja. Tiene que converger, si esto se dispara hacia adelante ahí estamos en un problema mayor.

¿Y el segundo?

-Tiene que ver con el crecimiento, porque lo que ha ocurrido este año nos puede engañar un tanto, hacer parecer como que la capacidad de crecimiento está restablecida. Eso no es así. Ya desde hace baste tiempo veníamos hablando de que nuestra capacidad de crecimiento estaba disminuida, venía cayendo, y hacia adelante va a volver a aparecer ese tema. Por tanto, eso sí es una preocupación, porque con menor crecimiento vamos a tener menores grados de holgura para hacer las cosas que queremos hacer. La lista de necesidades es grande. Necesitamos crecer. Ese es el segundo desafío por delante.

¿Existe el riesgo de que si las ayudas fiscales se extienden por más tiempo de lo presupuestado, podría acelerarse la velocidad a la que el BC suba las tasas?

-Hay que partir de la base de que seguimos teniendo una tasa extremadamente baja, así es que creo que hay un espacio grande como para que se vaya produciendo una normalización, lo que debe tener lugar. Miro con buenos ojos lo que ha hecho el BC, estoy de acuerdo con el último movimiento y con las perspectivas hacia adelante. De todas maneras, hay que monitorear la situación con atención, porque hay un componente un poco transitorio de este impulso que hemos observado. La recuperación de la economía es en buena medida recuperación de la caída anterior, estamos en los niveles que teníamos dos años atrás, y por tanto, tampoco hay que volverse loco, pero creo que es bueno que vayamos normalizando. Me parece que está en una línea correcta y coincido con el BC.

A propósito de crecimiento, ¿cómo se debe hacer el aumento de la carga tributaria para que no tranque la expansión de la economía y desincentive la inversión? Todos los candidato presidenciales lo tienen considerado en mayor o menor magnitud.

-Ese es el dilema, el desafío. Creo que lo más importante es que en materia de impuestos no hay recetas mágicas, pero la única cosa que me parece bien importante dejar establecido es que las reglas tiendan a ser medianamente estables (...) que no tengamos un gobierno cuatro años que quiere subir los impuestos, y a los cuatro años aparece otro gobierno que quiere hacer exactamente lo contrario. Yo creo que ese es el peor escenario, independiente de si las tasas están muy arriba o están muy abajo. El peor escenario es que esto se esté moviendo a cada rato.

A propósito de reglas claras, algunos inversionistas internacionales vieron como un cambio en las reglas del juego en Chile cuando se produjo el retiro de rentas vitalicias. Por ahora ha sido único, ¿lo ve como un riesgo para que desde el exterior sigan confiando en el país?

-Creo que fue una mala decisión la que se adoptó. Quizás nosotros aquí adentro tendemos a tener un juicio un poquitito más benigno, pero desde afuera esto no se ve bien, y por tanto, creo que debió haber sido hecho de otra manera.

¿Eliminar las exención a la ganancia de capital en las acciones puede pegarle al mercado de capitales en Chile? ¿Cuánto?

-En casi todas estas exenciones no sabemos exactamente cuáles son los efectos, (...) yo no tengo inversiones en acciones, pero es muy probable que los inversionistas se estén anticipando a los efectos de una eventual reforma en este sentido, de tal manera que al final, es muy probable que lo que se recaude sea significativamente menos de lo que se proyecta. Y de nuevo, el problema principal está en que estamos cambiando demasiado frecuentemente las reglas del juego. Si la franquicia para las ganancias de capital en la Bolsa se introdujo a mediados de los 2000 y ya la estamos cambiando. Y tuvo sus fundamentos. Esa franquicia se puede discutir, pero es claro que no es una elusión, no es un subterfugio para evadir impuestos; las empresas pagan sus impuestos, las personas pagan sus impuestos. Puede ser debatida, pero lo complicado es andar cambiando las reglas a cada rato.

El BC en la Constitución

En noviembre de 2019 usted dijo sobre el BC: “Evitemos que la autonomía se transforme en una bandera política o de grupos de interés en estas circunstancias”. ¿Se ha evitado?

-Creo que, en general, el tema está bien recogido por todos, el tema en general. La autonomía yo diría que es un patrimonio nacional, la autonomía es un atributo que le asignó al BC la ley de 1925. A veces se piensa que la autonomía fue inaugurada o establecida en 1990, eso no es así, el BC nació a la vida pública siendo una entidad autónoma, así lo crearon Arturo Alessandri Palma, Walter Kemmerer. Los padres fundadores del BC lo crearon autónomo del gobierno. Después, los avatares de la vida republicana condujeron a que hubiese problemas, presiones, por distintos lados, y esas presiones básicamente tienen que ver con presiones provenientes del gasto público, que crecía aceleradamente y había ciertas necesidades de financiarlo, y se recurrió al BC y se generó presión. Entonces, yo creo que es un patrimonio nacional, lo tenemos que cuidar, no es de ningún sector político en particular.

Pero también hay quienes hablan de hacerle algunas modificaciones.

-Tengo la impresión de que, en general, hay una cierta coincidencia en que la autonomía hay que preservarla. Más que cuestionar la autonomía, lo que se está diciendo es ‘mire, a ustedes los podríamos acusar constitucionalmente’. Yo lo veo más que un ataque a la autonomía, es un poquito una reacción contra los grupos dirigentes de la sociedad, es un poquito algo que está presente en el ambiente. Han surgido estos elementos, lo cual, claro, socava, porque si te pueden acusar constitucionalmente porque subiste la tasa de interés, entonces lo vas a pensar dos veces antes de hacerlo, aunque sea necesario, simplemente por defender tu posición. Entonces, eso no es conveniente que ocurra.

Hoy existe coordinación entre el BC y el gobierno de turno, pero también se ha hablado de que sea algo mayor. ¿Está bien al nivel que existe o se podría aumentar?

-Creo que como está hoy día está perfectamente bien. El ministro de Hacienda asiste a las reuniones del BC, expresa sus opiniones. Si el gobierno tiene las pretensiones de aumentar el gasto, es mejor justamente la independencia, que para el BC la política fiscal sea un dato. La política fiscal la decide el gobierno y al gobierno lo elige la ciudadanía. Esa es la base de un sistema democrático.

Algunos hablan de sumarle objetivos a su mandato, por ejemplo, que se preocupe también del empleo como la Reserva Federal de EE.UU. ¿Debe mantenerse el BC tal cual está ahora o se puede incorporar estas innovaciones?

-Aparece como muy atractivo ponerle nuevos mandatos, pero uno no puede ponerle un mandato a alguien si no le provee las condiciones y los instrumentos. Entonces, no es cuestión de agregar objetivos porque se nos ocurre. Se suele decir: mire, es que en EE.UU. es así. Claro, en EE.UU. es así, pero hay que revisar la historia, porque siempre hay explicaciones para las cosas, y eso tiene que ver con la Gran Depresión. Después de esa crisis hubo todo un movimiento en EE.UU. en orden de fijarle al gobierno objetivos o metas en materia de empleo. Pero es muy antiguo, y se le introdujo, como parte de eso también, una meta a la Reserva Federal. Ese mensaje tiene que ver con decirle a la Reserva Federal ‘mire, no queremos que vuelva a ocurrir lo que pasó en la Gran Depresión’. Está muy bien, pero no puedes entregar al BC un mandato de empleo para que reduzca la tasa de desempleo desde el 10% al 5%. Eso no funciona así. Los bancos centrales fueron creados para generar estabilidad en el ámbito bancario, ese es el sentido que tienen. Y eso básicamente tiene que ver con estabilidad monetaria, estabilidad del nivel de precios. Fijarle otros objetivos lo único que hace es generar problemas, porque al final no vamos a tener cómo hacer el escrutinio de si lo hicieron bien o mal. Entonces, no es una buena idea.

¿Mejor entonces no innovar?

-No creo que el actual mandato sea inmutable, se podría perfeccionar. Pero lo que no se puede hacer es fijarle metas para las cuales el BC no tiene cómo hacerlo para alcanzarlas.