Paulatinamente, buena parte de las universidades del país han ido comunicando a sus comunidades estudiantiles que el retorno presencial a clases se dará de forma gradual, a partir de este segundo semestre.

Empujadas por la Superintendencia de Educación Superior, las casas de estudio han debido presentar planes y protocolos de retorno, que han ido encontrando diversas respuestas de los actores involucrados. En el caso del estudiantado, la medida ha generado división: algunos grupos quieren volver y otros prefieren seguir en modalidad remota, aunque parece haber consenso en que el retorno a las aulas no debe ser obligatorio.

“Es una tensión entre la gente que quiere volver, porque quiere vida universitaria, porque quiere tener clases, y la gente que está preocupada por la variante delta, una preocupación muy activa entre estudiantes”, señala Almendra Aguilera, consejera superior de la Federación de Estudiantes UC (Feuc).

Su universidad, la PUC, ya anunció en voz de su rector un 40% de presencialidad. Y la medida ha puesto en aprietos, especialmente, a los estudiantes que viven fuera de la Región Metropolitana. “Hay gente que quiere aún más de lo que está ofreciendo la universidad, pero hay otras personas que se ven complicadas, que dicen ‘cómo me voy a poner a arrendar un departamento o pieza de $ 200 mil por un solo ramo’”, resume la dirigente estudiantil.

En ese sentido, Noemí Quintana, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile (Feusach), revela algo similar: “Hay dos posturas o sentimientos encontrados: la educación online no es la misma, el aprendizaje no es el mismo, pero estamos cuidando vidas. Y el estudiantado entiende que es complejo. Hay algunos que a toda costa quieren volver, y otros, que estamos dispuestos a esperar un poco más”, reseña.

Desde la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), señalan que el retorno híbrido que se planifica en la Casa de Bello para este segundo semestre, ajustado a la realidad de cada espacio local dentro de los cinco campus, incluyó un acuerdo a nivel del Consejo Universitario para que “se generaran las condiciones a nivel transversal para el retorno a la presencialidad en distintos formatos”.

Dicen, eso sí, que “si bien se valora positivamente la vuelta progresiva a las clases presenciales”, también es necesario hacer énfasis en los múltiples desafíos que esto requiere para los tres estamentos (estudiantes, funcionarios y académicos), “donde estos tengan las condiciones mínimas para llevar a cabo tanto trabajo como estudio, bajo las condiciones de seguridad sanitarias que resguarden a la comunidad”.

En la Federación de Estudiantes de la Universidad Tecnológica Metropolitana (Feutem), exponen que los estudiantes “en general quieren volver, pero de forma gradual y segura”. En ese sentido, ahondan que “en lo que todos están de acuerdo es que la universidad no cumple estructuralmente con lo que se necesita para albergar a todos”.

Hacia el norte del país, Sebastián Ramos, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Serena (Feuls), señala que en su caso han hecho consultas a los estudiantes y “claramente hay un voto dividido entre quienes quieren volver a lo presencial y los que no”. Señala que los que sí quieren son “sobre todo gente de primeros años, que no conoce la universidad”. Por eso, asegura, “es bastante complicado tomar una postura única, porque existe esa dicotomía”.

En tanto, desde la Federación de Estudiantes de la Universidad Autónoma, su presidente de facto, Eduardo Ortega, aporta otra mirada: “La mayoría de los estudiantes prefiere la modalidad online por un tema de comodidades. La Autónoma recoge a muchos estudiantes de zonas apartadas y el traslado y los gastos asociados complican de manera innecesaria a un número no menor”, dice. Sin embargo y a pesar de eso, agrega, “se ha promovido desde un inicio por parte de nosotros el retorno a la apertura de algunos servicios”. Así, detalla que se comenzó con la biblioteca y luego pidieron que se sumaran los otros años a la priorización que la universidad había impuesto para estudiantes de primer y segundo año.

Y sobre quienes valoran la presencialidad, añade que “ven este retorno a bien, en el sentido de que se habían perdido muchas instancias de perfeccionamiento, de puesta en práctica de habilidades, de oportunidades a las nuevas generaciones que no han tenido la posibilidad de acceder a la estructura física”.

María Jesús Madariaga, miembro de la mesa ejecutiva de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), señala que desde la organización tienen conocimiento de las conversaciones que diferentes federaciones ya han tenido con sus respectivas rectorías, y que ahí han abogado por sus compañeros y compañeras “que no necesariamente viven en la región donde estudian o que producto de la pandemia se han hecho cargo de responsabilidades que antes no tenían”. Sobre esto, señala que “se podría decir que hay respuestas de las universidades” sobre estas observaciones. Sin embargo, añade, “donde no existen mayores respuestas es del Mineduc” y que “la lectura que se ha realizado desde la Confech es que existe presión desde el Ministerio para el retorno a clases, sin existir las condiciones materiales en todas las universidades para ello”.

Presencialidad optativa

Si bien están divididos entre una mayor o menor presencialidad, lo cierto es que las federaciones de estudiantes consultadas parecen tener algo claro: el retorno a las aulas no puede ser obligatorio.

En la Confech, María Jesús Madariaga señala que hay preocupación sobre este tema, porque, a pesar de que se está “considerando como voluntario, las actividades que se van a realizar son de carácter profesional, entonces queda un poco abierta la duda y la especulación de esta voluntariedad”.

Madariaga también es vocera de los estudiantes de la Universidad Austral de Chile y señala que ahí se les presentó un retorno “sumamente ambiguo”, en el que, asegura, se expone que hay “obligatoriedad de ciertas actividades”, de las que no se pueden excusar. Y ahonda que “por supuesto” quieren tener mayor presencialidad, “pero cuando estén las condiciones materiales para hacerlo”, y ejemplifica con que la universidad tiene solo seis salas híbridas para casi 19.000 estudiantes.

En ese sentido, la consejera superior de la Feuc dice que en la organización creen que no se debiese “obligar a nadie y tener máxima flexibilidad”, algo similar a lo que opinan desde la Feutem, donde aseguran que hasta aquí el retorno “es completamente voluntario”.

“Siempre pensamos que no debe ser obligatorio y que es bueno que la universidad tenga esa flexibilidad, porque hay compañeros con distintas dificultades”, señala Gabriel Parra, integrante de la mesa interina de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Valparaíso (Feuv), quien añade que en caso de que el retorno fuera más presionado o inflexible “habría que tomar medidas en conjunto con los centros de estudiantes”.

En la Usach ya han vivido dos movilizaciones virtuales a lo largo de la pandemia. Primero para exigir protocolos de clases online y luego para que estos se respetaran. Por eso, su presidenta no descarta otros si es que la presencialidad deja de ser optativa. “Como federación hemos sido enfáticos de que nada sea obligatorio, que ninguna actividad presencial lo sea, que si alguien no puede asistir, que no sea perjudicado su desempeño académico”.

Asimismo, desde la Feuls, su presidente señala que son las carreras del ámbito de la salud las que han tenido más exigencias para el retorno y que ve conformidad de parte del estudiantado en general con la respuesta en torno a la presencialidad que ha tenido su universidad. “No vería necesario una movilización, a menos que de un momento para otro se diga que todos tienen que volver presencial, porque hasta aquí ha sido gradual y voluntario”.

En la Fech, en tanto, advierten que cada espacio tiene una realidad diferente. “Existen facultades como la de Ingeniería y la de Economía y Negocios, las cuales han podido retornar progresivamente a la presencialidad de sus actividades, mientras existen otros espacios locales que solo han podido acceder nuevamente a las salas de estudios o aperturas de sus bibliotecas”. Dicen, incluso, que hay otros espacios que “no permiten la vuelta a la presencialidad de toda la comunidad estudiantil”, entendiendo que se debe tener en consideración a los grupos de riesgo y a los estudiantes de regiones.

La valoración de sus universidades

¿Lo han hecho bien las universidades? ¿Respondieron a tiempo a las necesidades estudiantiles?

“El plan iba a ser un poco más pausado según lo que tenía la universidad, pero con la circular de la Superintendencia de Educación Superior, la universidad ha apurado un poco el proceso y ha sido caótico para las personas que tienen dudas o preocupaciones y ha costado darles respuestas”, señala Aguilera, desde la Feuc.

Desde la Feusach, en tanto, Quintana reseña que “a pesar de toda la presión que se ha visto del gobierno, la universidad ha tomado en sus manos la autonomía que tiene y ha ido viendo lo mejor para la comunidad universitaria. No se han tomado decisiones apresuradas que puedan perjudicar o después lamentar vidas”.

En la Feuv tienen una mirada similar, según expone Parra. “Las respuestas no se han demorado considerando la realidad de Valparaíso. Cuando estábamos en cuarentena no se podía hacer mucho y han llegado a tiempo”, dice. Y añade: “La universidad ha podido resolver problemas de conectividad, pero hay otras áreas en que no, como la salud mental o el bienestar estudiantil, que también es parte del proyecto educativo que tiene”.

Mientras, en la Feuls, su presidente expone que la universidad “ha estado acorde, no excelente, pero las veces que se han dado cosas la universidad ha respondido en plazos relativamente coherentes”. Dice, eso sí, que los problemas apuntan a cosas como “las clases online, la salud mental o la sensibilidad”.

En tanto, Ortega, el dirigente estudiantil de la Autónoma, asegura que el retorno que se lleva a cabo “no solamente es necesario, sino que adecuado y responde con mucha responsabilidad al avance de la pandemia. La universidad respondió sumamente bien y las clases ya están programadas de manera tal que todos los años tengan la posibilidad de asistir a una clase online de manera voluntaria”.