El reloj marcaba las 12:07 horas cuando el gerente de Operaciones de la división Ventanas de Codelco, Pablo Bohle, subió al escenario con su radio UHF en la mano. “Atento grupo 3, por favor silencio en la frecuencia radial”. Bohle se contactó con el jefe de turno de la fundición, Luis Aguirre, para dar inicio al apagado del horno principal. “Ya Luis… honrando la historia, con la tranquilidad del deber cumplido, fundiendo el cobre de Chile y para Chile, proceder a detener en forma definitiva el horno Convertidor Teniente”, dijo simbólicamente Bohle.
Luis Aguirre, uno de los 203 trabajadores que se acogieron a retiro con el cese de las operaciones, aprovechó el momento para despedirse de sus colegas. “Por todo los éxitos sostenidos durante todos estos años, que nos llevó a ser la fundición más eficiente en la historia de Chile”, señaló antes de ejecutar la orden.
Algunos segundos más tarde, dos pantallas proyectaron el momento exacto en que los quemadores del horno, que durante su vida útil fundieron 18,6 millones de toneladas de concentrado de cobre, se apagaban para siempre. El rojo vivo a su interior, que inició operaciones en 1964, era el último vestigio de una operación tan icónica como polémica, y el ruido de las turbinas era reemplazado por un aplauso de los cerca de 300 trabajadores de la extinta fundición, que se extendió por casi un minuto.
Se cristalizaba con ello una jornada marcada por sentimientos encontrados entre los cientos de asistentes, en su mayoría operadores, quienes entonaron con orgullo varios ceacheí en nombre de los fundidores del país, pero también hicieron notar su molestia, especialmente contra la ministra de Medio Ambiente Maisa Rojas, quien participó del evento pese al hostil ambiente en su contra.
“Señora ministra de Medio Ambiente, creemos que usted no debiera estar acá”, le dijo la presidenta del Sindicato N°1, Andrea Cruces, en medio de furibundos aplausos de la parte la audiencia. “No somos un trofeo, no lo somos”, dijo alzando la voz. “El señor Diego Ibáñez no debería estar acá”, agregó luego Cruces, en alusión al diputado de la Región de Valparaíso, también presente en el evento. “Este es un dolor”, prosiguió la dirigente con voz entrecortada.
Y aunque apuntaba sus dardos contra el gobierno, Cruces reconoció a la ministra de Minería, Marcela Hernando, por su apertura constante al diálogo. También aplaudió la transparencia con que Máximo Pacheco, presidente del directorio de Codelco, y la administración que encabeza André Sougarret, fueron entregando la información y negociando los planes de retiro, dijo.
“Esto es muy fuerte, tenemos una emoción tremenda, pero creemos en el futuro. Don Máximo, ¡apóyenos! Señor Sougarret, ¡apóyenos! Esta refinería tiene que ser trabajada con los mejores, y aquí tenemos a los mejores”, resumió la dirigente, con 37 años de trayectoria en la división.
Juan Peña, vicepresidente del Sindicato Turnados, también fue directo. “Hoy es un día triste para la minería chilena, un día triste para los fundidores del país”, señaló de entrada, y agregó que Ventanas se transformaba en “la última fundición estatal construida en 1964, y la primera fundición del país que se cierra. Yo no me sentiría orgulloso por eso”.
Peña también emplazó al presidente ejecutivo de Codelco, André Sougarret, a cumplir con la modernización de la refinería. “Estoy seguro de que lo cumplirán, porque aquí somos hombres de palabra”, dijo Peña.
Cuando Sougarret tomó la palabra, de hecho, reconoció la tensión presente en el ambiente. “No es fácil estar aquí parado y hablándoles a ustedes sobre un proceso que ha sido, sin duda, difícil y complejo, pero que en mi opinión hemos podido llevarlo adecuadamente”, comenzó el ingeniero civil. En su intervención, repasó el cambio que vivió la planta desde 1961, año del inicio de la construcción, hasta el traspaso en 2005 desde Enami a Codelco. Remarcó que el entorno de la fundición y refinadora “fue cambiando a lo largo de las décadas; a su alrededor comenzó a crecer un complejo industrial y portuario, con varios muelles, con carga y descarga de múltiples productos: carbón, gas, petróleo, químicos, cobre, concentrado de cobre, ácidos, entre muchos otros”.
Para Sougarret “la enorme chimenea de esta fundición fue un símbolo de progreso”, el que más tarde se vio mermado porque “crecieron los cuestionamientos, mientras las mayores exigencias se transformaron en leyes y en mayor protección ambiental”. Si bien remarcó el compromiso adquirido por la cuprera estatal para mantener activa la operación, y su modernización, el ejecutivo recordó que el episodio de contaminación que afectó a 128 niños de la Escuela La Greda “golpeó en forma drástica a la comunidad y fue un punto de quiebre que impulsó más nuestro sentido del deber”.
Allí, mencionó inversiones por más de US$160 millones para monitoreos y planes operacionales que permitieron convertir a Ventanas en la primera fundición estatal en dar cumplimiento a las nuevas normativas. Esfuerzos que no lograron despejar la desconfianza ciudadana.
“Daba lo mismo si las estaciones de monitoreo entregaban información que mostraban que cumplíamos con las normas, pues siempre terminábamos siendo objeto de cuestionamientos”, remarcó, al tiempo que admitía que la fundición, de cara a las futuras exigencias, “ya no podría cumplir con los estándares ambientales del siglo XXI”.
A su turno, Máximo Pacheco tildó la jornada como “un momento de memoria histórica” y subrayó la “paz social” y la “serenidad” con que los trabajadores aceptaron la decisión de cesar las actividades de la fundición.
Más tarde, hizo un llamado a aumentar las capacidades de fundición de cobre en el país.
“Quiero decirlo de manera categórica y clara. Yo encuentro que es una anormalidad, es un error que tenemos que corregir el que nuestro país produzca 5,5 millones de toneladas de cobre y dos tercios de eso se venda como concentrado. Eso no le hace bien a Chile. Chile necesita desarrollar y construir más capacidad de fundición, obviamente usando las tecnologías que son ambientalmente sustentables y que son amigables con las comunidades”, cerró.